/ jueves 21 de julio de 2022

Una nación, un condominio

Estimado lector, le ruego me acompañe en el siguiente ejercicio: imagine que vive en un condominio. Ese régimen tiene un consejo de administración y, a cargo de las obras ys ervicios, se encuentra un administrador general. Obras y servicios, así como el salario del administrador son sufragados por todos los condóminos. Éstos son los mandantes y aquél es el mandatario. Él no puede hacer aquello que no le manden sus patrones. Él no va a conducir el condominio como le plazca o según su particular forma de vida. Está sujeto a un reglamento y a la voluntad de sus mandantes. Este es el caso de un municipio y su presidente municipal, de un estado y su gobernador o de una nación y su presidente. Son mandatarios, no mandantes. Ello viene a referencia porque el presidente Andrés López ha impuesto sus ocurrencias por sobre las evidencias, por encima de la ley y a despecho de estudios de factibilidad, tal como lo expresó Carlos Urzúa, al renunciar al cargo de secretario de Hacienda. Los impuestos de los mexicanos de ahora y de la próxima generación los tiró al fuego, a la basura, con la cancelación del aeropuerto de Texcoco y la ampliación de la base militar aérea de Santa Lucía(donde hay ocho vuelos y mensualmente se reportan pérdidas por más de 300 millones de pesos), la construcción de una refinería -que no refina y nunca refinará lo que se promete, porque no existe la producción de crudo suficiente y que, para cuando refine una gota, ya estarán los vehículos impulsados por energías renovables-, y del tren maya, causando una catástrofe económica a las finanzas públicas, a la ecología (flora, fauna, ríos, cenotes) y arqueológica inconmensurable. Todos los anteriores son unos “elefantes blancos” que solo se han realizado por el autoritarismo de un individuo que ha impuesto sus obsesiones a costa de dañar y perjudicar a la Nación. Cientos de miles de millones de pesos que se despilfarran diariamente. Es como si el administrador de nuestro ejemplo actuara caprichosamente como le viniera en gana, generando daños y perjuicios a los condóminos. En ese caso, los mandantes no solo lo despedirían, sino que le exigirían la reparación del daño. ¿Quién le va a exigir la indemnización correspondiente a López Obrador por el daño patrimoniala México? No siendo suficiente lo anterior, el gobierno de los Estados Unidos ha puesto en marcha una disputa comercial, porque la autodenominada 4T ha violado cuatro artículos del T-MEC en materia de energía. Y encima de ello, en forma pueril e irresponsable el presidente se burla de los estadunidenses, a los que ya se sumaron los canadienses en el mismo reclamo. La economía de nuestro país se está sosteniendo de ese tratado. Si Canadá y Estados Unidos lo cancelan se nos va a venir la noche más oscura y fría que tengamos memoria. Si no lo cancelan, México va a perder en los tribunales de arbitraje. Y eso significa super, mega ingentes cantidades de dinero, que vamos a pagar con nuestros impuestos. El administrador de nuestro ejemplo es como el chivo en cristalería. Lo grave es que está llevando al país a la desgracia. Al fin y alcabo no es su “lana”.

Estimado lector, le ruego me acompañe en el siguiente ejercicio: imagine que vive en un condominio. Ese régimen tiene un consejo de administración y, a cargo de las obras ys ervicios, se encuentra un administrador general. Obras y servicios, así como el salario del administrador son sufragados por todos los condóminos. Éstos son los mandantes y aquél es el mandatario. Él no puede hacer aquello que no le manden sus patrones. Él no va a conducir el condominio como le plazca o según su particular forma de vida. Está sujeto a un reglamento y a la voluntad de sus mandantes. Este es el caso de un municipio y su presidente municipal, de un estado y su gobernador o de una nación y su presidente. Son mandatarios, no mandantes. Ello viene a referencia porque el presidente Andrés López ha impuesto sus ocurrencias por sobre las evidencias, por encima de la ley y a despecho de estudios de factibilidad, tal como lo expresó Carlos Urzúa, al renunciar al cargo de secretario de Hacienda. Los impuestos de los mexicanos de ahora y de la próxima generación los tiró al fuego, a la basura, con la cancelación del aeropuerto de Texcoco y la ampliación de la base militar aérea de Santa Lucía(donde hay ocho vuelos y mensualmente se reportan pérdidas por más de 300 millones de pesos), la construcción de una refinería -que no refina y nunca refinará lo que se promete, porque no existe la producción de crudo suficiente y que, para cuando refine una gota, ya estarán los vehículos impulsados por energías renovables-, y del tren maya, causando una catástrofe económica a las finanzas públicas, a la ecología (flora, fauna, ríos, cenotes) y arqueológica inconmensurable. Todos los anteriores son unos “elefantes blancos” que solo se han realizado por el autoritarismo de un individuo que ha impuesto sus obsesiones a costa de dañar y perjudicar a la Nación. Cientos de miles de millones de pesos que se despilfarran diariamente. Es como si el administrador de nuestro ejemplo actuara caprichosamente como le viniera en gana, generando daños y perjuicios a los condóminos. En ese caso, los mandantes no solo lo despedirían, sino que le exigirían la reparación del daño. ¿Quién le va a exigir la indemnización correspondiente a López Obrador por el daño patrimoniala México? No siendo suficiente lo anterior, el gobierno de los Estados Unidos ha puesto en marcha una disputa comercial, porque la autodenominada 4T ha violado cuatro artículos del T-MEC en materia de energía. Y encima de ello, en forma pueril e irresponsable el presidente se burla de los estadunidenses, a los que ya se sumaron los canadienses en el mismo reclamo. La economía de nuestro país se está sosteniendo de ese tratado. Si Canadá y Estados Unidos lo cancelan se nos va a venir la noche más oscura y fría que tengamos memoria. Si no lo cancelan, México va a perder en los tribunales de arbitraje. Y eso significa super, mega ingentes cantidades de dinero, que vamos a pagar con nuestros impuestos. El administrador de nuestro ejemplo es como el chivo en cristalería. Lo grave es que está llevando al país a la desgracia. Al fin y alcabo no es su “lana”.