/ jueves 15 de febrero de 2024

Marcha por la libertad y la democracia

El próximo domingo, 18 de febrero, los ciudadanos tenemos un compromiso para comparecer, para hacer acto de presencia en la marcha por “Nuestra Democracia”. En 144 ciudades nos reuniremos quienes pugnamos por la libertad, en contra del intento de autoritarismo y dictadura que pretende aniquilar los órganos autónomos, desaparecer la división de poderes, las garantías individuales, el sufragio efectivo y la no reelección, suprimir la Suprema Corte, crear una nueva institución de impartición de la justicia de MORENA con jueces, magistrados y ministros emanados de ese claque -a través de elecciones-, entre otras barbaridades jurídicas, económicas y sociales.

Esta marcha no es en favor de una persona, sino en defensa de nuestras libertades y de las instituciones que son la garantía de que las conservemos; como la Suprema Corte de Justicia, los Tribunales de Justicia Administrativa, y Electoral, el Instituto Nacional Electoral, el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI) y todos los demás órganos autónomos del Estado que las reformas -enviadas por Andrés López al Congreso- pretenden desaparecer, para convertir este país en el rehén y súbdito de la voluntad caprichosa de un solo hombre: la de él.

El del domingo es un grave compromiso para quienes somos auténticamente ciudadanos. La apatía, la abulia, el desinterés es signo de irresponsabilidad. Necesitamos alzar la voz y, con nuestra presencia, alimentar el conglomerado social que se habrá de manifestar ese día. Está en juego la viabilidad democrática de México: Una élite que ha llegado al poder por las vías democráticas que hoy quiere dinamitar, nos quiere llevar al estadio de pobreza y hambre que viven los cubanos, los venezolanos, los nicaragüenses. No lo permitamos. Mostremos y demostremos que hay ciudadanía.

Boabdil, el último sultán nazarí, al abandonar el palacio de la Alhambra y entregar las llaves de Granada a los Reyes Católicos (por haber perdido la guerra), comenzó a derramar lágrimas en silencio. Aixa, su madre, le dijo: “no llores como niño lo que no supiste defender como hombre.”

Que no nos pase lo mismo. No lloremos después lo que no supimos defender como ciudadanos, como hombres y mujeres libres, que todavía lo somos.

El próximo domingo, 18 de febrero, los ciudadanos tenemos un compromiso para comparecer, para hacer acto de presencia en la marcha por “Nuestra Democracia”. En 144 ciudades nos reuniremos quienes pugnamos por la libertad, en contra del intento de autoritarismo y dictadura que pretende aniquilar los órganos autónomos, desaparecer la división de poderes, las garantías individuales, el sufragio efectivo y la no reelección, suprimir la Suprema Corte, crear una nueva institución de impartición de la justicia de MORENA con jueces, magistrados y ministros emanados de ese claque -a través de elecciones-, entre otras barbaridades jurídicas, económicas y sociales.

Esta marcha no es en favor de una persona, sino en defensa de nuestras libertades y de las instituciones que son la garantía de que las conservemos; como la Suprema Corte de Justicia, los Tribunales de Justicia Administrativa, y Electoral, el Instituto Nacional Electoral, el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI) y todos los demás órganos autónomos del Estado que las reformas -enviadas por Andrés López al Congreso- pretenden desaparecer, para convertir este país en el rehén y súbdito de la voluntad caprichosa de un solo hombre: la de él.

El del domingo es un grave compromiso para quienes somos auténticamente ciudadanos. La apatía, la abulia, el desinterés es signo de irresponsabilidad. Necesitamos alzar la voz y, con nuestra presencia, alimentar el conglomerado social que se habrá de manifestar ese día. Está en juego la viabilidad democrática de México: Una élite que ha llegado al poder por las vías democráticas que hoy quiere dinamitar, nos quiere llevar al estadio de pobreza y hambre que viven los cubanos, los venezolanos, los nicaragüenses. No lo permitamos. Mostremos y demostremos que hay ciudadanía.

Boabdil, el último sultán nazarí, al abandonar el palacio de la Alhambra y entregar las llaves de Granada a los Reyes Católicos (por haber perdido la guerra), comenzó a derramar lágrimas en silencio. Aixa, su madre, le dijo: “no llores como niño lo que no supiste defender como hombre.”

Que no nos pase lo mismo. No lloremos después lo que no supimos defender como ciudadanos, como hombres y mujeres libres, que todavía lo somos.