/ jueves 15 de julio de 2021

Regreso a clases con repunte de Covid

No entiendo la lógica del presidente López, y menos la decisión unilateral (sin consultar con expertos) de anunciar el regreso a clases presenciales teniendo una tercera “ola de contagios” de COVID, con la variante “Delta” que es mucho más letal y fulminante que la primera mutación del virus. No me explico bajo qué premisas se adopta esta decisión que, repito, es unilateral y arbitraria. Porque para mí, las premisas son las siguientes; a saber, A: En todo el país hay un repunte de contagios. De acuerdo a información del CONACYT, Baja California Sur, Tabasco, Sinaloa, Campeche, Quintana Roo y Yucatán están teniendo las cifras más altas de contagios. Veracruz ya va arriba de lo que fue su segundo ciclo; Tamaulipas está a punto de alcanzarlo; al igual que Nayarit y Guerrero. B: La población de seis a 20 años aún no ha sido vacunada y se le exhorta a acudir a las escuelas. Conclusión: habrá contagio de pronóstico reservado (miles de muertes de niños, púberes, adolescentes y jóvenes). Soy abuelo de uno que va a preescolar, tres que atienden la primaria y uno que pasa al primero de secundaria. Creo, racionalmente hablando, que van a correr peligro de contagio si asisten a la escuela. Sus padres están reflexionando muy seriamente si les permiten asistir o no. Yo, en su caso, haría lo mismo. Y creo que millones de padres y madres están en la misma situación.

¿Por qué no esperar a que esta población esté totalmente vacunada, cuál es la prisa porque vuelvan a clases presenciales si existe el peligro de contagiarse? El nuevo ciclo escolar bien podría comenzar en enero, inaugurando así los nuevos periodos escolares. Pedagógica y didácticamente ya se ha perdido mucho. ¿Qué es lo que se va a ganar si se regresa a clases en agosto? Pero planteándose desde otra perspectiva: ¿cuánto más se perdería si nuestra niñez y juventud regresa en enero? Lo importante aquí es preservar la salud y la vida de los niños y jóvenes sobre los que descansa el futuro de nuestro país.

No entiendo la lógica del presidente López, y menos la decisión unilateral (sin consultar con expertos) de anunciar el regreso a clases presenciales teniendo una tercera “ola de contagios” de COVID, con la variante “Delta” que es mucho más letal y fulminante que la primera mutación del virus. No me explico bajo qué premisas se adopta esta decisión que, repito, es unilateral y arbitraria. Porque para mí, las premisas son las siguientes; a saber, A: En todo el país hay un repunte de contagios. De acuerdo a información del CONACYT, Baja California Sur, Tabasco, Sinaloa, Campeche, Quintana Roo y Yucatán están teniendo las cifras más altas de contagios. Veracruz ya va arriba de lo que fue su segundo ciclo; Tamaulipas está a punto de alcanzarlo; al igual que Nayarit y Guerrero. B: La población de seis a 20 años aún no ha sido vacunada y se le exhorta a acudir a las escuelas. Conclusión: habrá contagio de pronóstico reservado (miles de muertes de niños, púberes, adolescentes y jóvenes). Soy abuelo de uno que va a preescolar, tres que atienden la primaria y uno que pasa al primero de secundaria. Creo, racionalmente hablando, que van a correr peligro de contagio si asisten a la escuela. Sus padres están reflexionando muy seriamente si les permiten asistir o no. Yo, en su caso, haría lo mismo. Y creo que millones de padres y madres están en la misma situación.

¿Por qué no esperar a que esta población esté totalmente vacunada, cuál es la prisa porque vuelvan a clases presenciales si existe el peligro de contagiarse? El nuevo ciclo escolar bien podría comenzar en enero, inaugurando así los nuevos periodos escolares. Pedagógica y didácticamente ya se ha perdido mucho. ¿Qué es lo que se va a ganar si se regresa a clases en agosto? Pero planteándose desde otra perspectiva: ¿cuánto más se perdería si nuestra niñez y juventud regresa en enero? Lo importante aquí es preservar la salud y la vida de los niños y jóvenes sobre los que descansa el futuro de nuestro país.