/ jueves 17 de marzo de 2022

Otro consejo del último dinosaurio

Han pasado muchas semanas sin que le refiera a usted, lector estimado, un cuento, anécdota, refrán o consejo de don Francisco Galindo . Aquí va uno más advirtiendo que no dejo de apreciar que son muy pragmáticos. Cito: “Bien hacían las antiguas abuelas en recomendar a sus nietos que disfrutaran mucho las fiestas a las que fueren pero que, siempre, bailaran cerca de la puerta . Esto es una de las más grandes sabidurías para muchos momentos de la vida.

En efecto, si uno está en un convivio , lo mejor que se puede hacer es divertirse . Comer con sabrosura, beber con elegancia, platicar con inteligencia y, si se puede, hasta bailar bien y con buen gusto. Todo ello hará que nuestra estancia, aunque haya sido por mero compromiso, se vuelva pasadera y, en muchas ocasiones, hasta deliciosa.

Muchas veces ha sucedido que vamos 'a chaleco' a un bautizo, una boda o un cumpleaños. Y, para nuestra sorpresa, resulta ser una de las mejores fiestas que hemos tenido. Que estuvimos contentos y que las dos horas y media que pensábamos estar se dijo en cinco o seis y todavía nos quedamos para la tornafiesta. A todos nos ha pasado que muchos de los amigos que hicimos para toda la vida, los conocimos en una fiesta obligatoria.

Pero lo más importante es que, si podemos elegir, no elijamos una mesa importante del fondo del salón, cercana a los anfitriones y centro de todas las miradas. Esas son las más incómodas tanto para ir al baño como para bostezar como para tomar una copa de más. Además, si uno quiere ya mandar la fiesta a la chingada, no se puede porque se da cuenta el dueño de la pachanga y se tiene uno que despedir de todos los demás gorrones.

En cambio, cerca de la puerta de salida, para comenzar hay seguridad. Si hay quemazón, tembladera o estampida pues uno es de los primeros en salvarse de la lumbre, de la techumbre y de la muchedumbre. Si, en toda paz y calma, lo que quiere uno es irse a mejor destino no tiene que dársele cuenta a ningún cabrón. Basta fingir que se dirige al mingitorio o que entró una llamada y 'Adiós, Nicanor', ojos que te vieron ir para ya no regresar. Total, dice la abuela, se divierte uno igual en la zona de los potentados que en la del infelizaje (sic). La música suena para todos y al mismo tiempo.

Así, exactamente, es la sabiduría de la buena colocación. En la política, en los negocios, en el trabajo, en el matrimonio, en la amistad y hasta en el vicio, debe uno colocarse cerca de la puerta para poder largarnos cuando nosotros queramos y no cuando los demás nos quieran mandar a la chingada. Valle".

GALINDO Ochoa, Francisco. “Bailar cerca de la puerta”, en EL ÚLTIMO DINOSAURIO. Academia Nacional, AC, México, 2011, pp.33-34.

Han pasado muchas semanas sin que le refiera a usted, lector estimado, un cuento, anécdota, refrán o consejo de don Francisco Galindo . Aquí va uno más advirtiendo que no dejo de apreciar que son muy pragmáticos. Cito: “Bien hacían las antiguas abuelas en recomendar a sus nietos que disfrutaran mucho las fiestas a las que fueren pero que, siempre, bailaran cerca de la puerta . Esto es una de las más grandes sabidurías para muchos momentos de la vida.

En efecto, si uno está en un convivio , lo mejor que se puede hacer es divertirse . Comer con sabrosura, beber con elegancia, platicar con inteligencia y, si se puede, hasta bailar bien y con buen gusto. Todo ello hará que nuestra estancia, aunque haya sido por mero compromiso, se vuelva pasadera y, en muchas ocasiones, hasta deliciosa.

Muchas veces ha sucedido que vamos 'a chaleco' a un bautizo, una boda o un cumpleaños. Y, para nuestra sorpresa, resulta ser una de las mejores fiestas que hemos tenido. Que estuvimos contentos y que las dos horas y media que pensábamos estar se dijo en cinco o seis y todavía nos quedamos para la tornafiesta. A todos nos ha pasado que muchos de los amigos que hicimos para toda la vida, los conocimos en una fiesta obligatoria.

Pero lo más importante es que, si podemos elegir, no elijamos una mesa importante del fondo del salón, cercana a los anfitriones y centro de todas las miradas. Esas son las más incómodas tanto para ir al baño como para bostezar como para tomar una copa de más. Además, si uno quiere ya mandar la fiesta a la chingada, no se puede porque se da cuenta el dueño de la pachanga y se tiene uno que despedir de todos los demás gorrones.

En cambio, cerca de la puerta de salida, para comenzar hay seguridad. Si hay quemazón, tembladera o estampida pues uno es de los primeros en salvarse de la lumbre, de la techumbre y de la muchedumbre. Si, en toda paz y calma, lo que quiere uno es irse a mejor destino no tiene que dársele cuenta a ningún cabrón. Basta fingir que se dirige al mingitorio o que entró una llamada y 'Adiós, Nicanor', ojos que te vieron ir para ya no regresar. Total, dice la abuela, se divierte uno igual en la zona de los potentados que en la del infelizaje (sic). La música suena para todos y al mismo tiempo.

Así, exactamente, es la sabiduría de la buena colocación. En la política, en los negocios, en el trabajo, en el matrimonio, en la amistad y hasta en el vicio, debe uno colocarse cerca de la puerta para poder largarnos cuando nosotros queramos y no cuando los demás nos quieran mandar a la chingada. Valle".

GALINDO Ochoa, Francisco. “Bailar cerca de la puerta”, en EL ÚLTIMO DINOSAURIO. Academia Nacional, AC, México, 2011, pp.33-34.