/ viernes 23 de agosto de 2019

Los municipios en el PEF de 2020

Los ayuntamientos de todo el país tienen ante sí un panorama muy difícil para el próximo año, por decirlo amablemente. El gobierno federal ya ha avisado que no regresará el “Ramo 23” en el Presupuesto de Egresos de la Federación “Provisiones salariales” (cumplimiento del balance presupuestario, control de las ampliaciones y reducciones al presupuesto aprobado, con cargo a modificaciones en ingresos, operación de mecanismos de control y cierre presupuestario, y otorgar provisiones económicas a través de fondos específicos).

En otras palabras, la mal llamada “4T” les dice a los municipios “si saben contar, no cuenten conmigo”. Y es lógico: con un crecimiento de 0.1 por ciento -Andrés López había prometido un cuatro por ciento (que se ve muy lejano en el horizonte); pero que lo deja muy satisfecho, y hasta manifiesta que “la gente está muy feliz”- pues no hay de dónde estirar la cobija; la cual se ha encogido, por cierto (la inversión se detuvo, han salido capitales del país, ha disminuido el empleo, la economía se desaceleró, las exportaciones han caído, al igual que la producción petrolera, otras cosas).

Pero sí hay y va a haber cientos de millones de pesos para enviar a Centroamérica, para mantener la clientela electoral de los “ninis” y para aventar al pozo sin fondo que es la deuda de PEMEX, el aeropuerto de Santa Lucía (que ya aumentó su costo en diez por ciento, sin que siquiera haya iniciado obras), el tren maya y la refinería de “Dos bocas”; todas inviables, económica, arquitectónica y técnicamente hablando.

Ni modo, los ayuntamientos tendrán que ser eficaces en la recaudación del impuesto predial, tal como lo ha recomendado el nuevo secretario hacendario nombrado por López. Porque no va a haber de otra. Ayuntamientos como el de Acapulco se las verán duras. Pero peor se las verán aquellos de los municipios de la Montaña, por ejemplo. Ni modo, esa es la realidad.

Los ayuntamientos de todo el país tienen ante sí un panorama muy difícil para el próximo año, por decirlo amablemente. El gobierno federal ya ha avisado que no regresará el “Ramo 23” en el Presupuesto de Egresos de la Federación “Provisiones salariales” (cumplimiento del balance presupuestario, control de las ampliaciones y reducciones al presupuesto aprobado, con cargo a modificaciones en ingresos, operación de mecanismos de control y cierre presupuestario, y otorgar provisiones económicas a través de fondos específicos).

En otras palabras, la mal llamada “4T” les dice a los municipios “si saben contar, no cuenten conmigo”. Y es lógico: con un crecimiento de 0.1 por ciento -Andrés López había prometido un cuatro por ciento (que se ve muy lejano en el horizonte); pero que lo deja muy satisfecho, y hasta manifiesta que “la gente está muy feliz”- pues no hay de dónde estirar la cobija; la cual se ha encogido, por cierto (la inversión se detuvo, han salido capitales del país, ha disminuido el empleo, la economía se desaceleró, las exportaciones han caído, al igual que la producción petrolera, otras cosas).

Pero sí hay y va a haber cientos de millones de pesos para enviar a Centroamérica, para mantener la clientela electoral de los “ninis” y para aventar al pozo sin fondo que es la deuda de PEMEX, el aeropuerto de Santa Lucía (que ya aumentó su costo en diez por ciento, sin que siquiera haya iniciado obras), el tren maya y la refinería de “Dos bocas”; todas inviables, económica, arquitectónica y técnicamente hablando.

Ni modo, los ayuntamientos tendrán que ser eficaces en la recaudación del impuesto predial, tal como lo ha recomendado el nuevo secretario hacendario nombrado por López. Porque no va a haber de otra. Ayuntamientos como el de Acapulco se las verán duras. Pero peor se las verán aquellos de los municipios de la Montaña, por ejemplo. Ni modo, esa es la realidad.