/ jueves 10 de junio de 2021

Otra... Del dinosaurio sobre los apostadores

Transcribo la siguiente conseja del “último dinosaurio” en estos tiempos y circunstancias políticas en las que los enchufistas especulan con los que serán los nuevos gobernantes. Cito: “La política en mucho se parece a un casino. Los participantes son como aquellos clientes de las casas de juego que apuestan su pasado, su presente y su futuro a las opciones que más “les laten”, que no necesariamente son las más lógicas. Por eso se ha dicho que la política es un ejercicio “melático”. Me late que fulano va para el gabinete. Me late que zutano se va a la chin . . . Me late que perengano es el bueno para la grande. Y si uno les preguntara sus razones, para poder estar en mejor condición de entender su predicción, ya no saben ni qué contestar. ‘¿Por qué te late que el gobernador va a ser presidente?’ Sólo contestan: ‘Ah, pos no sé, pero a mi me late. Y cuando a mi me late, pos me late y ya’. Y así van de mesa en mesa, salpicando sus idioteces como si fueran verdaderos analistas de la alta política. No cabe duda que muchos tarugos se sienten una reencarnación de Julio Mazarino, el maestro de Luis XIV. Por eso platican sus fantasías como si fueran realidades. ‘Yo le dije a Juan lo que debería hacer y por eso le fue tan bien. Así que me la debe’. O, por el contrario, ‘yo se lo advertí a Pedro, pero no me hizo caso y lo chingaron’. Por esa falta de realismo, también estos dizque maestros de presidentes piensan que los escuchamos porque les creemos sus babosadas y no porque somos gente decente y prudente que escuchamos, sin chistar, a todos los babosos que nos vienen a presumir como si nosotros fuéramos unos pobres tarugos.

Pero, volvamos a las apuestas. Muchos practicantes o meros observadores se entusiasman con el casino de la política. Y digo que la juegan como ruleta, bacará o dados porque, además de no tener ni idea de cómo se gana o se pierde en esos pases, lo cierto es que para ellos lo que resulte “ni hiede ni huele”. Su municipio, su estado o su país van a seguir igual de jodidos gane quien gane. También a ellos no los van a llamar ni para ser regidores municipales. Todo el pastel se lo van a repartir entre otros y a los mirones no les van a tocar ni las zurrapas que se caigan de la mesa. Pero eso sí, estos güeyes son incansables e insaciables. Van a seguir, paso a paso, todos los aconteceres de los ídolos de la política actual como aquellos que les gusta ver comer helados, los que disfrutan viendo los partidos de tenis que ellos no juegan o los que compran películas pornográficas para ver como gozan los otros.

No cabe duda que en la política, en el casino, en la cancha y en la cama, “el que jodió, jodió; y el que no, jodió a su ma . . .”

GALINDO OCHOA, Francisco. “El último dinosaurio”. Academia Nacional, A.C., México, 2011, pp.29-31

Transcribo la siguiente conseja del “último dinosaurio” en estos tiempos y circunstancias políticas en las que los enchufistas especulan con los que serán los nuevos gobernantes. Cito: “La política en mucho se parece a un casino. Los participantes son como aquellos clientes de las casas de juego que apuestan su pasado, su presente y su futuro a las opciones que más “les laten”, que no necesariamente son las más lógicas. Por eso se ha dicho que la política es un ejercicio “melático”. Me late que fulano va para el gabinete. Me late que zutano se va a la chin . . . Me late que perengano es el bueno para la grande. Y si uno les preguntara sus razones, para poder estar en mejor condición de entender su predicción, ya no saben ni qué contestar. ‘¿Por qué te late que el gobernador va a ser presidente?’ Sólo contestan: ‘Ah, pos no sé, pero a mi me late. Y cuando a mi me late, pos me late y ya’. Y así van de mesa en mesa, salpicando sus idioteces como si fueran verdaderos analistas de la alta política. No cabe duda que muchos tarugos se sienten una reencarnación de Julio Mazarino, el maestro de Luis XIV. Por eso platican sus fantasías como si fueran realidades. ‘Yo le dije a Juan lo que debería hacer y por eso le fue tan bien. Así que me la debe’. O, por el contrario, ‘yo se lo advertí a Pedro, pero no me hizo caso y lo chingaron’. Por esa falta de realismo, también estos dizque maestros de presidentes piensan que los escuchamos porque les creemos sus babosadas y no porque somos gente decente y prudente que escuchamos, sin chistar, a todos los babosos que nos vienen a presumir como si nosotros fuéramos unos pobres tarugos.

Pero, volvamos a las apuestas. Muchos practicantes o meros observadores se entusiasman con el casino de la política. Y digo que la juegan como ruleta, bacará o dados porque, además de no tener ni idea de cómo se gana o se pierde en esos pases, lo cierto es que para ellos lo que resulte “ni hiede ni huele”. Su municipio, su estado o su país van a seguir igual de jodidos gane quien gane. También a ellos no los van a llamar ni para ser regidores municipales. Todo el pastel se lo van a repartir entre otros y a los mirones no les van a tocar ni las zurrapas que se caigan de la mesa. Pero eso sí, estos güeyes son incansables e insaciables. Van a seguir, paso a paso, todos los aconteceres de los ídolos de la política actual como aquellos que les gusta ver comer helados, los que disfrutan viendo los partidos de tenis que ellos no juegan o los que compran películas pornográficas para ver como gozan los otros.

No cabe duda que en la política, en el casino, en la cancha y en la cama, “el que jodió, jodió; y el que no, jodió a su ma . . .”

GALINDO OCHOA, Francisco. “El último dinosaurio”. Academia Nacional, A.C., México, 2011, pp.29-31