/ jueves 21 de junio de 2018

Los niños enjaulados

“Las cadenas del hábito son generalmente demasiado débiles para que las sintamos, hasta que son demasiado fuertes para que podamos romperlas”. Samuel Jonson.

La migración es un fenómeno demográfico muy complejo que se origina por causas muy diversas y por lo mismo muy difíciles de determinar. Se da de manera mayoritaria en los países subdesarrollados o en proceso de desarrollo.

Las causas socioeconómicas son un detonante que determina cualquier tipo de proceso migratorio. Pero definitivamente las causas políticas son la fuerza que hace estallar este problema. Las crisis de los gobiernos recurrentes que crean una desigualdad de graves dimensiones, la injusticia y la corrupción, dejan grandes huecos en las oportunidades de la sociedad para vivir dignamente y no encuentran otra opción que salir de sus lugares de origen, que tan hábilmente los regímenes los obliga y los expulsa; sin pensar en las terribles consecuencias.

En México donde se supone que la democracia existe ¿qué medidas de seguridad tiene el sistema gubernamental de Enrique Peña Nieto para proteger a sus ciudadanos (en este caso) migrantes, ante un presidente estadounidense visiblemente desequilibrado, pero “todopoderoso”?

Viene a colación este importante tema, porque en días pasados nos enteramos de la desagradable y triste noticia, de que la administración de Donald Trump ha separado a las familias que han tratado (sin éxito) de cruzar la frontera de manera ilegal, literalmente enjaulando a los menores de edad, mientras que sus padres esperan a ser procesados como delincuentes.

Como en una película de terror son las condiciones indignantes en las que estos pequeños están retenidos, mientras también esperan volver a reunirse con sus padres.

El gobierno de Estados Unidos ha separado a casi dos mil niños de sus progenitores, después de que anunciara (el pasado abril) que su política migratoria incluye “redadas masivas”, con cargos penales a los adultos.

El diputado (de lo que queda del PRD) Agustín Basave señaló (y concuerdo con él), que las imágenes vistas en los videos difundidos de los “niños enjaulados”, son medidas de Trump que se asemejan a los “campos de concentración” del régimen Nazi. Y dijo: “Creo que el tema es tan grave que no podemos ser omisos; es un acto abominable”.

Pero mientras esta tragedia sale a la luz y se cuela en los medios de todo el mundo, en medio del Mundial de futbol y el triunfo de México sobre Alemania, a Luis Videgaray canciller mexicano, se le mira muy entretenido con la pelota, y muy lacio para la atención urgente de este dramático problema.

Amén de condenar “severamente” las medidas que el gobierno de Estados Unidos ha tomado con las familias migrantes ilegales, y de haber enviado una “carta diplomática”, donde les señala (con el pétalo de una rosa) que esas políticas son “crueles e inhumanas”, suavizó especificando que él es respetuoso de que cada nación sea libre de implementar las medidas que crean convenientes. Pero pidió (por favor) reconsiderar esos encierros a los menores de edad, ya que los privan de los derechos humanos; pero olvidó mencionar que también existen “Los Derechos de la Infancia”. Tratado Internacional.

A su vez, la embajadora mexicana Socorro Flores Liera ante organismos internacionales, condenó estos actos y pidió al Consejo de Derechos Humanos de la ONU, vigilar la Patrulla Fronteriza.

Pero ¡oh sorpresa! Estados Unidos se retiró el pasado martes de dicho Consejo, al que acusó de tener un “sesgo crónico contra Israel”; patética medida que según activistas, va a dificultar aún más el avance de las garantías y derechos de las personas a nivel global.

Ya sabemos que Donald Trump no es un presidente “cualquiera”, sino un verdadero político demoniaco, que ha dado la vuelta a todos los pronósticos, hasta los reservados.

Infortunadamente los mexicanos también sabemos, que somos representados por un miserable y malévolo gobierno del (nuevo) PRI, que manipula y hurga tóxicamente las mentes huecas y vacías.

Perder lo humano por conducción, obligación o por costumbre es dejar salir los instintos básicos, esos que no son precisamente los que nos distinguen de los animales hasta hacernos perder el sentido racional, y por lo tanto, hacernos perder la dimensión de quiénes somos y qué hacemos. ¡Vale la pena reflexionarlo!

“Las cadenas del hábito son generalmente demasiado débiles para que las sintamos, hasta que son demasiado fuertes para que podamos romperlas”. Samuel Jonson.

La migración es un fenómeno demográfico muy complejo que se origina por causas muy diversas y por lo mismo muy difíciles de determinar. Se da de manera mayoritaria en los países subdesarrollados o en proceso de desarrollo.

Las causas socioeconómicas son un detonante que determina cualquier tipo de proceso migratorio. Pero definitivamente las causas políticas son la fuerza que hace estallar este problema. Las crisis de los gobiernos recurrentes que crean una desigualdad de graves dimensiones, la injusticia y la corrupción, dejan grandes huecos en las oportunidades de la sociedad para vivir dignamente y no encuentran otra opción que salir de sus lugares de origen, que tan hábilmente los regímenes los obliga y los expulsa; sin pensar en las terribles consecuencias.

En México donde se supone que la democracia existe ¿qué medidas de seguridad tiene el sistema gubernamental de Enrique Peña Nieto para proteger a sus ciudadanos (en este caso) migrantes, ante un presidente estadounidense visiblemente desequilibrado, pero “todopoderoso”?

Viene a colación este importante tema, porque en días pasados nos enteramos de la desagradable y triste noticia, de que la administración de Donald Trump ha separado a las familias que han tratado (sin éxito) de cruzar la frontera de manera ilegal, literalmente enjaulando a los menores de edad, mientras que sus padres esperan a ser procesados como delincuentes.

Como en una película de terror son las condiciones indignantes en las que estos pequeños están retenidos, mientras también esperan volver a reunirse con sus padres.

El gobierno de Estados Unidos ha separado a casi dos mil niños de sus progenitores, después de que anunciara (el pasado abril) que su política migratoria incluye “redadas masivas”, con cargos penales a los adultos.

El diputado (de lo que queda del PRD) Agustín Basave señaló (y concuerdo con él), que las imágenes vistas en los videos difundidos de los “niños enjaulados”, son medidas de Trump que se asemejan a los “campos de concentración” del régimen Nazi. Y dijo: “Creo que el tema es tan grave que no podemos ser omisos; es un acto abominable”.

Pero mientras esta tragedia sale a la luz y se cuela en los medios de todo el mundo, en medio del Mundial de futbol y el triunfo de México sobre Alemania, a Luis Videgaray canciller mexicano, se le mira muy entretenido con la pelota, y muy lacio para la atención urgente de este dramático problema.

Amén de condenar “severamente” las medidas que el gobierno de Estados Unidos ha tomado con las familias migrantes ilegales, y de haber enviado una “carta diplomática”, donde les señala (con el pétalo de una rosa) que esas políticas son “crueles e inhumanas”, suavizó especificando que él es respetuoso de que cada nación sea libre de implementar las medidas que crean convenientes. Pero pidió (por favor) reconsiderar esos encierros a los menores de edad, ya que los privan de los derechos humanos; pero olvidó mencionar que también existen “Los Derechos de la Infancia”. Tratado Internacional.

A su vez, la embajadora mexicana Socorro Flores Liera ante organismos internacionales, condenó estos actos y pidió al Consejo de Derechos Humanos de la ONU, vigilar la Patrulla Fronteriza.

Pero ¡oh sorpresa! Estados Unidos se retiró el pasado martes de dicho Consejo, al que acusó de tener un “sesgo crónico contra Israel”; patética medida que según activistas, va a dificultar aún más el avance de las garantías y derechos de las personas a nivel global.

Ya sabemos que Donald Trump no es un presidente “cualquiera”, sino un verdadero político demoniaco, que ha dado la vuelta a todos los pronósticos, hasta los reservados.

Infortunadamente los mexicanos también sabemos, que somos representados por un miserable y malévolo gobierno del (nuevo) PRI, que manipula y hurga tóxicamente las mentes huecas y vacías.

Perder lo humano por conducción, obligación o por costumbre es dejar salir los instintos básicos, esos que no son precisamente los que nos distinguen de los animales hasta hacernos perder el sentido racional, y por lo tanto, hacernos perder la dimensión de quiénes somos y qué hacemos. ¡Vale la pena reflexionarlo!

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