/ jueves 7 de febrero de 2019

La espantosa pero adorada corrupción

En México con el cambio de gobierno estamos viviendo una situación inédita que ha llegado a ser tan crítica, que en no pocas ocasiones vemos al pueblo desconcertado, aterrado y hastiado ante el embate indiscriminado de una fuerza exterior y extraña que golpea con saña al muy reciente gobierno de Andrés Manuel López Obrador, quién ya no sabe de quién defenderse, si de los buenos, de los malos o de los peores.

Pero la verdad es que el ciudadano común, el que no tiene el mínimo de garantías sociales, económicas y legales; ese ciudadano que no sabe cuándo algún miembro de su familia podrá ser la siguiente víctima, o en su caso, cuándo en la desesperación por la supervivencia de la misma, no pueda o ya no quiera escapar del peligro de caer en las redes de la corrupción, sí tiene puesta su confianza y su esperanza en este gobierno.

Ante esta delicada situación, es relevante destacar cuál es el contexto social en el que está dándose este terrible conflicto, porque es un hecho indudable que el tejido social está erosionándose aceleradamente, ante la descarada y patológica preferencia por la corrupción cotidiana, aun cuando hemos sido testigos del desvío de millones y millones de recursos financieros que en carretonadas llegan a manos de los políticos, y aunque salen de las manos del pueblo; nunca regresan a él.

Por ello se me hace tan difícil, casi imposible entender la aberración enfermiza de una extravagante y extraña “tropa” (incluyendo a los ex presidentes más recientes), que se dedican a desacreditar toda acción del gobierno, siendo estos quiénes perturbando a una sociedad tan manipulada y temerosa, están polarizando al país.

Y ahora que nos toman en cuenta, que nos hablan diferente, que nos hablan derecho y nos ponen de frente una tajante realidad de la que hemos sido testigos ciegos y mudos por miedo o conveniencia; el verdadero punto de inflexión increíblemente, es la aceptación o no de la ratería de nuestros recursos financieros, como parte del botín de cada gobierno anterior, que no le interesaba reconocer el derecho que tenemos los demás de exigir transparencia y control, y que es (hasta hoy) nuestra indiferencia o nuestra complicidad, las que nos hacen seguir sin entender toda esa complejidad, sencillamente atribuyéndole todos los males al reciente gobierno de la Nación.

Por supuesto que entrando o no en razón, hoy ese hecho es una realidad sin posible margen de error; ya que son demasiados los intereses, económicos, políticos y de poder, que genera la corrupción para los gobernantes y también para los ciudadanos en México, conociendo su intrínseca historia. ¡Vale la pena reflexionarlo!

En México con el cambio de gobierno estamos viviendo una situación inédita que ha llegado a ser tan crítica, que en no pocas ocasiones vemos al pueblo desconcertado, aterrado y hastiado ante el embate indiscriminado de una fuerza exterior y extraña que golpea con saña al muy reciente gobierno de Andrés Manuel López Obrador, quién ya no sabe de quién defenderse, si de los buenos, de los malos o de los peores.

Pero la verdad es que el ciudadano común, el que no tiene el mínimo de garantías sociales, económicas y legales; ese ciudadano que no sabe cuándo algún miembro de su familia podrá ser la siguiente víctima, o en su caso, cuándo en la desesperación por la supervivencia de la misma, no pueda o ya no quiera escapar del peligro de caer en las redes de la corrupción, sí tiene puesta su confianza y su esperanza en este gobierno.

Ante esta delicada situación, es relevante destacar cuál es el contexto social en el que está dándose este terrible conflicto, porque es un hecho indudable que el tejido social está erosionándose aceleradamente, ante la descarada y patológica preferencia por la corrupción cotidiana, aun cuando hemos sido testigos del desvío de millones y millones de recursos financieros que en carretonadas llegan a manos de los políticos, y aunque salen de las manos del pueblo; nunca regresan a él.

Por ello se me hace tan difícil, casi imposible entender la aberración enfermiza de una extravagante y extraña “tropa” (incluyendo a los ex presidentes más recientes), que se dedican a desacreditar toda acción del gobierno, siendo estos quiénes perturbando a una sociedad tan manipulada y temerosa, están polarizando al país.

Y ahora que nos toman en cuenta, que nos hablan diferente, que nos hablan derecho y nos ponen de frente una tajante realidad de la que hemos sido testigos ciegos y mudos por miedo o conveniencia; el verdadero punto de inflexión increíblemente, es la aceptación o no de la ratería de nuestros recursos financieros, como parte del botín de cada gobierno anterior, que no le interesaba reconocer el derecho que tenemos los demás de exigir transparencia y control, y que es (hasta hoy) nuestra indiferencia o nuestra complicidad, las que nos hacen seguir sin entender toda esa complejidad, sencillamente atribuyéndole todos los males al reciente gobierno de la Nación.

Por supuesto que entrando o no en razón, hoy ese hecho es una realidad sin posible margen de error; ya que son demasiados los intereses, económicos, políticos y de poder, que genera la corrupción para los gobernantes y también para los ciudadanos en México, conociendo su intrínseca historia. ¡Vale la pena reflexionarlo!

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