/ jueves 4 de enero de 2024

2024, de mal en peor

El presidente de México está empeñado en destruir la economía, la justicia, la democracia, la educación, la seguridad pública y la convivencia social. Allí están los datos duros y los hechos que no puede desmentir, aunque mencione que tiene “otros datos” que, por cierto, jamás los exhibe.

Los impuestos han servido para sufragar los caprichos del señor López, como el tren maya, la refinería de dos bocas, el aeropuerto Felipe Ángeles, la cancelación del aeropuerto de Texcoco, el tren transístmico, el pago de la deuda de PEMEX (una empresa en quiebra total, cuya deuda excede sus activos).

Son obras que no tienen ni tendrán rentabilidad, porque dependen del subsidio (nuestros impuestos). Es dinero tirado a un inmenso pozo sin fondo. No solo se echa mano a los impuestos sino que, desde el principio del sexenio, vaciaron los fondos de contingencia que Fox, Calderón y Peña dejaron; además de todos los 150 fideicomisos.

Como ya no les alcanzó, la autodenominada “4T” recurrió al endeudamiento externo, el cual rebasa ya el 40 por ciento del PIB. Y este año está presupuestado otro empréstito por más de un billón y medio de pesos (esto es porque incurrirán en un déficit fiscal descomunal, para financiar las becas del bienestar y la generación de más clientela electoral).

Para ponerlo en términos llanos: vaciaron las arcas nacionales y todavía los mexicanos tendremos que pagar los caprichos de López por cuatro generaciones. López quiere destruir los órganos autónomos como el INAI, el INEGI para que estemos ignorantes de cómo, en qué se gasta el dinero.

Por eso ha declarado, inconstitucionalmente, como de “seguridad nacional” fideicomisos, obras y servicios asignados de manera directa al ejército y la marina armada.

Quiere cooptar al TRIFE y al INE para poder realizar una operación electoral de “carro completo”, para poder tener el control del congreso federal y poder realizar las reformas a la Constitución, si no es que cambiarla a su gusto y conveniencia y no dar cuentas a nada ni a nadie. Es decir, para volver a México el país de un solo hombre.

El presidente de México está empeñado en destruir la economía, la justicia, la democracia, la educación, la seguridad pública y la convivencia social. Allí están los datos duros y los hechos que no puede desmentir, aunque mencione que tiene “otros datos” que, por cierto, jamás los exhibe.

Los impuestos han servido para sufragar los caprichos del señor López, como el tren maya, la refinería de dos bocas, el aeropuerto Felipe Ángeles, la cancelación del aeropuerto de Texcoco, el tren transístmico, el pago de la deuda de PEMEX (una empresa en quiebra total, cuya deuda excede sus activos).

Son obras que no tienen ni tendrán rentabilidad, porque dependen del subsidio (nuestros impuestos). Es dinero tirado a un inmenso pozo sin fondo. No solo se echa mano a los impuestos sino que, desde el principio del sexenio, vaciaron los fondos de contingencia que Fox, Calderón y Peña dejaron; además de todos los 150 fideicomisos.

Como ya no les alcanzó, la autodenominada “4T” recurrió al endeudamiento externo, el cual rebasa ya el 40 por ciento del PIB. Y este año está presupuestado otro empréstito por más de un billón y medio de pesos (esto es porque incurrirán en un déficit fiscal descomunal, para financiar las becas del bienestar y la generación de más clientela electoral).

Para ponerlo en términos llanos: vaciaron las arcas nacionales y todavía los mexicanos tendremos que pagar los caprichos de López por cuatro generaciones. López quiere destruir los órganos autónomos como el INAI, el INEGI para que estemos ignorantes de cómo, en qué se gasta el dinero.

Por eso ha declarado, inconstitucionalmente, como de “seguridad nacional” fideicomisos, obras y servicios asignados de manera directa al ejército y la marina armada.

Quiere cooptar al TRIFE y al INE para poder realizar una operación electoral de “carro completo”, para poder tener el control del congreso federal y poder realizar las reformas a la Constitución, si no es que cambiarla a su gusto y conveniencia y no dar cuentas a nada ni a nadie. Es decir, para volver a México el país de un solo hombre.