/ lunes 20 de abril de 2020

Violeta del Anáhuac

Para el año 2030 está prevista una reunión Cumbre del Milenio de las Naciones Unidas en la que 189 naciones que firmaron un compromiso en septiembre del año 2000 evaluarán la Declaración del Milenio y los 8 objetivos planteados como urgentes y necesarios para superar condiciones de desigualdad social. Y parece que, a 10 años de distancia, con el COVID 19, el reto se presenta más difícil.

La ONU-México cita de los ocho objetivos planteados, seis como metas alcanzadas: la erradicación de la pobreza y el hambre que dice ha disminuido de un 9.3% de 1989 a un 3.7% en el 2014; lograr la enseñanza primaria universal que, para 2014 la sitúa alcanzada en un 95.9 %; la promoción de la igualdad entre géneros y la autonomía de la mujer que en el aumento de la matrícula educativa pasó de 75, en 1990 a 97.3 mujeres por cada 100 hombres en 2014; combatir el vih/sida, malaria y otras enfermedades lo sitúa como meta alcanzada al mantener la prevalencia del vih/sida por debajo del 0.6% en la población de 15 a 49 años; garantizar la sostenibilidad del medioambiente al considerar que 9 de cada 10 personas en México cuentan con agua potable y también el reto de fomentar una alianza global para el desarrollo la califican en que 44 de cada 100 personas son usuarios de internet. Quedan pendientes mejorar la salud materna y reducir la mortalidad infantil.

Solo que, en el reto 6 que dice “…otras enfermedades”, se cruzó una que golpea aún al país, México, y al mundo en general, el Coronavirus, o COVID 19, y el valor de la vida, de las prioridades, cambió.

Y aquí cito al CONEVAL que en la Medición de Pobreza 2008-2018, sus cifras oficiales señalan que de 49.9 millones de personas, pasó a 41.9, es decir 52.4 millones de personas la población en situación de pobreza; que la población en situación de pobreza extrema se redujo de 12.3 millones de personas que representaban un 11.0% a 9.3 millones que constituyen el 7.44%, en los mismos años. Y que de un 32% que representaban 36.0 millones de personas, son ahora 29.3 %, es decir 36.7 millones de personas. Estos datos son interesantes. Y más cuando una emergencia sanitaria podría cambiarlos en unas pocas semanas.

La brecha de desigualdad puede llevar a cambiar la realidad que enfrenta nuestro país en cada entidad federativa que tiene particularidades en su conformación geográfica y que conlleva, por lo tanto, a formas distintas de vida, de desarrollo y ahora, de marginación y de pobreza.

Solo éste lapso de aislamiento físico mostrará una medición distinta en la forma en que se ha vivido. Mientras algun@s muestran la generosidad de su alimentación, solo por citar un elemento fundamental de esta circunstancia, en otras familias el reto es hacer rendir lo que se tiene al alcance y a la mano; mientras algunas familias pueden desplazarse por distintas habitaciones, hay quienes tienen que convivir en una o dos piezas.

Mientras combino la oración con una actitud que no muestre desesperanza, mientras doy seguimiento, como much@s a la emergencia del país y del mundo, no puedo dejar de considerar que las datos citados representan seres humanos, y que quizá no solo se muevan hacia atrás en el tiempo por venir, sino que algunos factores representan en sí mismos un riesgo y un reto de la otra realidad; “…Los países que hoy están en la frontera del desarrollo sostenible, es decir, del desarrollo que articula adecuadamente sus dimensiones social, económica y ambientan, combinan en gran medida la igualdad, el crecimiento económico, la productividad y la democracia –CEPAL, 2018-”.


Para el año 2030 está prevista una reunión Cumbre del Milenio de las Naciones Unidas en la que 189 naciones que firmaron un compromiso en septiembre del año 2000 evaluarán la Declaración del Milenio y los 8 objetivos planteados como urgentes y necesarios para superar condiciones de desigualdad social. Y parece que, a 10 años de distancia, con el COVID 19, el reto se presenta más difícil.

La ONU-México cita de los ocho objetivos planteados, seis como metas alcanzadas: la erradicación de la pobreza y el hambre que dice ha disminuido de un 9.3% de 1989 a un 3.7% en el 2014; lograr la enseñanza primaria universal que, para 2014 la sitúa alcanzada en un 95.9 %; la promoción de la igualdad entre géneros y la autonomía de la mujer que en el aumento de la matrícula educativa pasó de 75, en 1990 a 97.3 mujeres por cada 100 hombres en 2014; combatir el vih/sida, malaria y otras enfermedades lo sitúa como meta alcanzada al mantener la prevalencia del vih/sida por debajo del 0.6% en la población de 15 a 49 años; garantizar la sostenibilidad del medioambiente al considerar que 9 de cada 10 personas en México cuentan con agua potable y también el reto de fomentar una alianza global para el desarrollo la califican en que 44 de cada 100 personas son usuarios de internet. Quedan pendientes mejorar la salud materna y reducir la mortalidad infantil.

Solo que, en el reto 6 que dice “…otras enfermedades”, se cruzó una que golpea aún al país, México, y al mundo en general, el Coronavirus, o COVID 19, y el valor de la vida, de las prioridades, cambió.

Y aquí cito al CONEVAL que en la Medición de Pobreza 2008-2018, sus cifras oficiales señalan que de 49.9 millones de personas, pasó a 41.9, es decir 52.4 millones de personas la población en situación de pobreza; que la población en situación de pobreza extrema se redujo de 12.3 millones de personas que representaban un 11.0% a 9.3 millones que constituyen el 7.44%, en los mismos años. Y que de un 32% que representaban 36.0 millones de personas, son ahora 29.3 %, es decir 36.7 millones de personas. Estos datos son interesantes. Y más cuando una emergencia sanitaria podría cambiarlos en unas pocas semanas.

La brecha de desigualdad puede llevar a cambiar la realidad que enfrenta nuestro país en cada entidad federativa que tiene particularidades en su conformación geográfica y que conlleva, por lo tanto, a formas distintas de vida, de desarrollo y ahora, de marginación y de pobreza.

Solo éste lapso de aislamiento físico mostrará una medición distinta en la forma en que se ha vivido. Mientras algun@s muestran la generosidad de su alimentación, solo por citar un elemento fundamental de esta circunstancia, en otras familias el reto es hacer rendir lo que se tiene al alcance y a la mano; mientras algunas familias pueden desplazarse por distintas habitaciones, hay quienes tienen que convivir en una o dos piezas.

Mientras combino la oración con una actitud que no muestre desesperanza, mientras doy seguimiento, como much@s a la emergencia del país y del mundo, no puedo dejar de considerar que las datos citados representan seres humanos, y que quizá no solo se muevan hacia atrás en el tiempo por venir, sino que algunos factores representan en sí mismos un riesgo y un reto de la otra realidad; “…Los países que hoy están en la frontera del desarrollo sostenible, es decir, del desarrollo que articula adecuadamente sus dimensiones social, económica y ambientan, combinan en gran medida la igualdad, el crecimiento económico, la productividad y la democracia –CEPAL, 2018-”.