/ lunes 4 de marzo de 2024

Violeta del Anáhuac | 8M

Cuando Eulogia se quedó viuda, con 9 hijos, éstos notaron la ausencia del padre porque en la vivienda el chiquihuite no tenía tortillas, sobre el fogón los leños eran menos, la olla de frijoles no estaba llena, y las matas de chile se secaron. Eulogia no torteaba las tortillas, tenía que salir y alquilar lo único que tenía, la fuerza de sus manos, para alquilar sus servicios donde pudiera ser contratada y se le pagara diario para poder llevar alimentos a su casa.

El sueño de la mujer nahua, se enfrentó a la realidad, la paga era semanal, la jornada no le permitía preparar los alimentos y no podía estar con sus hijas e hijos.

Eulogia obligó a sus dos hijos mayores a hacerse cargo de los demás integrantes de la familia, y la abuela, la mamá de Eulogia, vino a echar tortillas, a poner los frijoles, a hacer una salsa.

Eulogia no tiene casa, tuvo que vender la que tenía en un paraje del municipio de Axoxuca, en la montaña de Guerrero, para costear los estudios de sus hijos. Una de ellas fue alquilada como jornalera agrícola, se fue al norte, conoció a “un vato” tuvo dos hijos, y los abandonó. Ellos se comunicaron con el teléfono de la policía a un número de una tía, Eulogia los recuperó y el DIF Guerrero le ayudó a traerlos a su comunidad y entregarle cada mes una dotación de alimentos, cada seis meses prendas de vestir, consultas médicas. La madre de los hijos, al enterarse de esos beneficios, regresó por sus hijos y se los llevó.

Eulogia se lleva la mano a la boca para sacarse los dientes para hablar y se los coloca para comer, pero, como la medida con la que le hicieron la muestra no es de ella, se le salen.

Vive cada semana con un hijo o hija distinto. No tiene idea de lo que es el 8 de marzo, ni que es eso de la defensa de los derechos de las mujeres. Para ella, algo hizo mal en la vida que la está pagando.

Eulogia se despide, sale de la casa de su nuera y se va a otra casa. Si, para algunas mujeres esta fecha no dice nada, y aún no las alcanzan los derechos de las que hablan las que están empoderadas.

Cuando Eulogia se quedó viuda, con 9 hijos, éstos notaron la ausencia del padre porque en la vivienda el chiquihuite no tenía tortillas, sobre el fogón los leños eran menos, la olla de frijoles no estaba llena, y las matas de chile se secaron. Eulogia no torteaba las tortillas, tenía que salir y alquilar lo único que tenía, la fuerza de sus manos, para alquilar sus servicios donde pudiera ser contratada y se le pagara diario para poder llevar alimentos a su casa.

El sueño de la mujer nahua, se enfrentó a la realidad, la paga era semanal, la jornada no le permitía preparar los alimentos y no podía estar con sus hijas e hijos.

Eulogia obligó a sus dos hijos mayores a hacerse cargo de los demás integrantes de la familia, y la abuela, la mamá de Eulogia, vino a echar tortillas, a poner los frijoles, a hacer una salsa.

Eulogia no tiene casa, tuvo que vender la que tenía en un paraje del municipio de Axoxuca, en la montaña de Guerrero, para costear los estudios de sus hijos. Una de ellas fue alquilada como jornalera agrícola, se fue al norte, conoció a “un vato” tuvo dos hijos, y los abandonó. Ellos se comunicaron con el teléfono de la policía a un número de una tía, Eulogia los recuperó y el DIF Guerrero le ayudó a traerlos a su comunidad y entregarle cada mes una dotación de alimentos, cada seis meses prendas de vestir, consultas médicas. La madre de los hijos, al enterarse de esos beneficios, regresó por sus hijos y se los llevó.

Eulogia se lleva la mano a la boca para sacarse los dientes para hablar y se los coloca para comer, pero, como la medida con la que le hicieron la muestra no es de ella, se le salen.

Vive cada semana con un hijo o hija distinto. No tiene idea de lo que es el 8 de marzo, ni que es eso de la defensa de los derechos de las mujeres. Para ella, algo hizo mal en la vida que la está pagando.

Eulogia se despide, sale de la casa de su nuera y se va a otra casa. Si, para algunas mujeres esta fecha no dice nada, y aún no las alcanzan los derechos de las que hablan las que están empoderadas.