/ lunes 21 de mayo de 2018

Violeta del Anáhuac

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La renuncia de Margarita Zavala a continuar en la contienda por la Presidencia de la República pone de manifiesto la dificultad de las mujeres para ascender al poder. Y si bien los años recientes han sido de gran participación del sexo femenino en las contiendas, ésta fundamentalmente ha sido por la exigencia de las cuotas con las que se obliga a los partidos políticos a incorporarlas.

Es decir. Hace falta aún un tramo para recorrer en ese sentido.

A decir de la, ahora ex candidata presidencial, habría fundamentado su retiro en la dificultad para conseguir financiamiento privado luego de que renunciara al financiamiento que el INE otorga a cada partido para realizar el trabajo democrático en el país.

Ella determinó que ese recurso se destinara a las personas afectadas por los sismos de Septiembre 19-2017, y el de Enero-2018. Otros partidos más dejaron de ese financiamiento un porcentaje para ese tema. Hasta el momento no se sabe cómo se ha invertido ese recurso. Quienes tuvieron la lamentable experiencia de perder sus bienes, siguen en la lucha buscando se cumpla con los apoyos que les permitan reiniciar su vida.

La acción buena tuvo, sin embargo, para la política una factura que dejó en la hoja de la boleta presidencial el nombre de una mujer que no alcanzará la posición presidencial, ni siquiera de la opción.

¿Qué dejó la renuncia de Margarita Zavala? Primero evidenció que ese escaño requiere algo más que decisión, requiere voluntad. Que las mujeres requieren padrinazgos fuertes para alcanzar esas posiciones, lo que les impide dejar una marca que denote la diferencia del mando. Qué sin recursos, el refrán “un político pobre, es un pobre político” también aplica a las mujeres que están en la vida pública.

Pero hay un costo todavía más elevado. Deja a la población sin una oportunidad de hacer que su voto sea distinto.

Atrapados en la frase “voto útil” no medimos la magnitud de la diferencia, ni se da oportunidad de la selección hacia las mujeres. Al quedar fuera esa medición queda fuera también la reflexión que ayude a fortalecer el trabajo de las mujeres en la vida pública en ese nivel de competencia., por lo tanto, no se genera para otras elecciones un estudio que les ayude a tomar decisiones.

Pero también deja fuera, puesta en la realidad, la dificultad de participar en un esquema distinto al de los partidos políticos.

Las voces que se pronunciaron por dejar en los debates “solo” a aquellos con posibilidades de ganar, manifestaron la posición limitante basada en las matemáticas. Y no en una combinación matemática – social.

Pero una elección en nuestro país, quedó claro, es así. Un voto es un voto. Una menos en la boleta es uno más en la cuenta de los varones que quedaron.

Al dejar a su amplio equipo de trabajo “libres para decidir a quién apoyan”, manifestó también la orfandad de quienes confiaron en ella. Ahora, van por una opción ganadora? ¿No la tenían con ella? ¿Se merecen esa salida?

Ese es el riesgo que puso Margarita, que no es una improvisada en la política, en las próximas contiendas, la pregunta de si llegaran a la meta final, con lo que se pueda, enfrentando la dificultad que si queda manifiesta de que aún la elección presidencial es masculina deja fuera una opción que permita superar en otras contiendas las dificultades que ella, y otras antecesoras, han pasado para decirnos a las mujeres que un proceso electoral, nos incluye.

La renuncia de Margarita Zavala a continuar en la contienda por la Presidencia de la República pone de manifiesto la dificultad de las mujeres para ascender al poder. Y si bien los años recientes han sido de gran participación del sexo femenino en las contiendas, ésta fundamentalmente ha sido por la exigencia de las cuotas con las que se obliga a los partidos políticos a incorporarlas.

Es decir. Hace falta aún un tramo para recorrer en ese sentido.

A decir de la, ahora ex candidata presidencial, habría fundamentado su retiro en la dificultad para conseguir financiamiento privado luego de que renunciara al financiamiento que el INE otorga a cada partido para realizar el trabajo democrático en el país.

Ella determinó que ese recurso se destinara a las personas afectadas por los sismos de Septiembre 19-2017, y el de Enero-2018. Otros partidos más dejaron de ese financiamiento un porcentaje para ese tema. Hasta el momento no se sabe cómo se ha invertido ese recurso. Quienes tuvieron la lamentable experiencia de perder sus bienes, siguen en la lucha buscando se cumpla con los apoyos que les permitan reiniciar su vida.

La acción buena tuvo, sin embargo, para la política una factura que dejó en la hoja de la boleta presidencial el nombre de una mujer que no alcanzará la posición presidencial, ni siquiera de la opción.

¿Qué dejó la renuncia de Margarita Zavala? Primero evidenció que ese escaño requiere algo más que decisión, requiere voluntad. Que las mujeres requieren padrinazgos fuertes para alcanzar esas posiciones, lo que les impide dejar una marca que denote la diferencia del mando. Qué sin recursos, el refrán “un político pobre, es un pobre político” también aplica a las mujeres que están en la vida pública.

Pero hay un costo todavía más elevado. Deja a la población sin una oportunidad de hacer que su voto sea distinto.

Atrapados en la frase “voto útil” no medimos la magnitud de la diferencia, ni se da oportunidad de la selección hacia las mujeres. Al quedar fuera esa medición queda fuera también la reflexión que ayude a fortalecer el trabajo de las mujeres en la vida pública en ese nivel de competencia., por lo tanto, no se genera para otras elecciones un estudio que les ayude a tomar decisiones.

Pero también deja fuera, puesta en la realidad, la dificultad de participar en un esquema distinto al de los partidos políticos.

Las voces que se pronunciaron por dejar en los debates “solo” a aquellos con posibilidades de ganar, manifestaron la posición limitante basada en las matemáticas. Y no en una combinación matemática – social.

Pero una elección en nuestro país, quedó claro, es así. Un voto es un voto. Una menos en la boleta es uno más en la cuenta de los varones que quedaron.

Al dejar a su amplio equipo de trabajo “libres para decidir a quién apoyan”, manifestó también la orfandad de quienes confiaron en ella. Ahora, van por una opción ganadora? ¿No la tenían con ella? ¿Se merecen esa salida?

Ese es el riesgo que puso Margarita, que no es una improvisada en la política, en las próximas contiendas, la pregunta de si llegaran a la meta final, con lo que se pueda, enfrentando la dificultad que si queda manifiesta de que aún la elección presidencial es masculina deja fuera una opción que permita superar en otras contiendas las dificultades que ella, y otras antecesoras, han pasado para decirnos a las mujeres que un proceso electoral, nos incluye.