/ viernes 24 de mayo de 2024

Ágora | Acamoto, se va o se queda

Nuevamente los acapulqueños fuimos víctimas de los miles de motociclistas que llegaron al puerto con sus caballos de acero vía terrestre. Estos sujetos, en la mayoría de los casos venían manejando sus máquinas con sus acompañantes, otros más traían sus motocicletas a bordo de camiones o camionetas.

De igual manera llegaron grupos de moteros para disfrutar y presumir sus vehículos de diversos precios , marcas y cilindraje. Algunos más se dedicaron a hacer caballitos, derrapones así como correr en plena avenida Costera Miguel Alemán, sin las medidas de seguridad que deberían implementar las autoridades.

Los accidentes se multiplicaron por toda la ciudad donde se vieron envueltos no solo los motociclistas, sino también las personas que aquí radicamos.

Las noches en la citada avenida Costera eran en verdad una demostración del desprecio a la autoridad y sus reglamentos. Los espectáculos tristes de gente alcoholizada o bajo el influjo de substancias, haciendo el ridículo, en varias partes peleas no solo entre dos personas sino en riña donde participaban hombres y mujeres.

Damas que de igual manera se desnudaban y mostraban sus intimidades, sin importar que hubiera menores de edad. Basura en toneladas que dejaron estos sujetos. Los elementos policiacos y hasta los conductores que tenían la desgracia de transitar por ahí se vieron envueltos en actos vandálicos y de franco retó a la autoridad.

El saqueo a vehículos de empresas privadas, el zarandeo de vehículos de policía y particulares fueron parte de este desmán que hicieron estos sujetos.

La economía del puerto tampoco salió muy beneficiada, ya que estos moteros en su gran mayoría salían de las tiendas de las dos OO con XX en medio, cargando decenas de lata de atún, pan Bimbo, cervezas, etcétera.

En tanto los restauranteros solo veían pasar a la muchedumbre, yendo al mar sin que nadie les comprara ni un refresco. La ciudadanía en general ha mostrado su enojo ante estos festejos sin orden alguno y sin que nadie lo impida.

El que esto escribe está de acuerdo con que vengan estos motociclistas pero reglamentando sus actividades. Los clubes de moteros que siempre apoyan no creo que tengan objeción alguna para que sus miembros acaten las instrucciones.

Por otro lado, el Ayuntamiento debería sacar provecho, acondicionando un espacio en terracería para que ahí se desarrollen las piruetas y carreras de motocross; cobrando la entrada y vendiendo bebidas, alimentos y souvenirs o darla en concesión a particulares.

También se debería tratar de convencer a los inversionistas para edificar un autódromo y en este se luzcan los motociclistas. Con esto los encasillaríamos en un lugar especialmente para ellos y sería un atractivo más, para así dejar de sufrir los acapulqueños, liberaría la Costera Miguel Alemán y sobre todo se rescataría a la autoridad. Sí, al acamoto, pero reglamentado y en instalaciones ad hoc.

Nuevamente los acapulqueños fuimos víctimas de los miles de motociclistas que llegaron al puerto con sus caballos de acero vía terrestre. Estos sujetos, en la mayoría de los casos venían manejando sus máquinas con sus acompañantes, otros más traían sus motocicletas a bordo de camiones o camionetas.

De igual manera llegaron grupos de moteros para disfrutar y presumir sus vehículos de diversos precios , marcas y cilindraje. Algunos más se dedicaron a hacer caballitos, derrapones así como correr en plena avenida Costera Miguel Alemán, sin las medidas de seguridad que deberían implementar las autoridades.

Los accidentes se multiplicaron por toda la ciudad donde se vieron envueltos no solo los motociclistas, sino también las personas que aquí radicamos.

Las noches en la citada avenida Costera eran en verdad una demostración del desprecio a la autoridad y sus reglamentos. Los espectáculos tristes de gente alcoholizada o bajo el influjo de substancias, haciendo el ridículo, en varias partes peleas no solo entre dos personas sino en riña donde participaban hombres y mujeres.

Damas que de igual manera se desnudaban y mostraban sus intimidades, sin importar que hubiera menores de edad. Basura en toneladas que dejaron estos sujetos. Los elementos policiacos y hasta los conductores que tenían la desgracia de transitar por ahí se vieron envueltos en actos vandálicos y de franco retó a la autoridad.

El saqueo a vehículos de empresas privadas, el zarandeo de vehículos de policía y particulares fueron parte de este desmán que hicieron estos sujetos.

La economía del puerto tampoco salió muy beneficiada, ya que estos moteros en su gran mayoría salían de las tiendas de las dos OO con XX en medio, cargando decenas de lata de atún, pan Bimbo, cervezas, etcétera.

En tanto los restauranteros solo veían pasar a la muchedumbre, yendo al mar sin que nadie les comprara ni un refresco. La ciudadanía en general ha mostrado su enojo ante estos festejos sin orden alguno y sin que nadie lo impida.

El que esto escribe está de acuerdo con que vengan estos motociclistas pero reglamentando sus actividades. Los clubes de moteros que siempre apoyan no creo que tengan objeción alguna para que sus miembros acaten las instrucciones.

Por otro lado, el Ayuntamiento debería sacar provecho, acondicionando un espacio en terracería para que ahí se desarrollen las piruetas y carreras de motocross; cobrando la entrada y vendiendo bebidas, alimentos y souvenirs o darla en concesión a particulares.

También se debería tratar de convencer a los inversionistas para edificar un autódromo y en este se luzcan los motociclistas. Con esto los encasillaríamos en un lugar especialmente para ellos y sería un atractivo más, para así dejar de sufrir los acapulqueños, liberaría la Costera Miguel Alemán y sobre todo se rescataría a la autoridad. Sí, al acamoto, pero reglamentado y en instalaciones ad hoc.