/ viernes 3 de mayo de 2024

Ágora | Vergüenza electoral

Como ciudadano pensante con tres dedos de frente… -bueno, un poco más- me da coraje ver cómo los políticos en aras de poder contender en las elecciones por cualquier cargo de elección popular, salvo el del poder Ejecutivo Federal, Estatal y Presidencia municipal, al no alcanzar ser colocados con la personalidad que se les conoce, tengan que recurrir a trampas, como decir que tienen raíces afro o indígenas, cuando en la realidad siempre se han manifestado con desprecio a estos grupos y no hay ninguna identidad con ellos.

Otros se dicen discapacitados por solo usar lentes y más aún se dicen pertenecer a la comunidad LGBT+, llegando al extremo hasta de ponerse una falda tacones y maquillaje para engañar al árbitro electoral.

No voy a señalar a nadie en particular, pero en todo el país se están generado estos ejemplos que tuvieron su génesis en el simpático Juanito (Rafael Acosta Ángeles), quien aceptó contender por la depuesta Clara Brugada y ganar la elección en Iztapalapa para luego dejarle el puesto a la señalada señora Brugada, que previamente había ganado la elección que más tarde repuso el Tribunal Electoral.

En ese entonces, los jerarcas del partido político amarillo idearon y recurrieron a un personaje conocido en esa alcaldía de Iztapalapa: “Juanito”. Este hombre que usaba una cinta tricolor en la frente, una vez que ganó la elección amenazó a su partido con no dejar el cargo, haciendo que temblara la cúpula amarilla en aquel entonces, hasta que Marcelo Ebrard pudo convencerlo para entregarle el cargo a Clara Brugada.

En la actualidad, vemos a personas y heterosexuales que con tal de ser nominados para contender en las elecciones se declaran homosexuales, cuando todo el mundo sabe que no lo son.

Otros más, se convierten en afros cuando no tienen cercanía ni con aquellos ni de chiste. Otros, se dicen discapacitados por solo usar lentes. Válgame Dios.

De igual manera, en esta época electoral vemos las clásicas fotos y videos con el candidato (a) abrazando a un niño o, a una anciana. Estrechando la mano a un campesino o, poner cara de preocupación por los pobres y hasta sentarse con ellos en la banqueta a comer unos tacos que le sirve el peón humilde, lleno de mezcla y oliendo a sudor, con las uñas sucias del cemento que trabaja.

Después de la foto se bañan y se ponen desinfectante y harto alcohol para pasar el trago amargo que de ganar les dejará millonarias ganancias.

Las promesas son otro tema, de lo más burdas cuando dicen que harán tal o cual cosa, olvidándose que cuando fueron gobernantes no hicieron más que robarse el dinero del pueblo. Cinismo puro.

Por lo anterior, urge una reforma electoral para dejar atrás estos desfiguros y simulaciones que ofenden la inteligencia ciudadana.

Esta fue la puerta abierta que los partidos políticos dejaron para así darle la vuelta a la letra de la ley y crear empatía con los gobernados.

Usted decide amigo lector. Si vota, hágalo de manera razonada, desmenuce el discurso letra por letra y si lo convencen, deles el voto.

Como ciudadano pensante con tres dedos de frente… -bueno, un poco más- me da coraje ver cómo los políticos en aras de poder contender en las elecciones por cualquier cargo de elección popular, salvo el del poder Ejecutivo Federal, Estatal y Presidencia municipal, al no alcanzar ser colocados con la personalidad que se les conoce, tengan que recurrir a trampas, como decir que tienen raíces afro o indígenas, cuando en la realidad siempre se han manifestado con desprecio a estos grupos y no hay ninguna identidad con ellos.

Otros se dicen discapacitados por solo usar lentes y más aún se dicen pertenecer a la comunidad LGBT+, llegando al extremo hasta de ponerse una falda tacones y maquillaje para engañar al árbitro electoral.

No voy a señalar a nadie en particular, pero en todo el país se están generado estos ejemplos que tuvieron su génesis en el simpático Juanito (Rafael Acosta Ángeles), quien aceptó contender por la depuesta Clara Brugada y ganar la elección en Iztapalapa para luego dejarle el puesto a la señalada señora Brugada, que previamente había ganado la elección que más tarde repuso el Tribunal Electoral.

En ese entonces, los jerarcas del partido político amarillo idearon y recurrieron a un personaje conocido en esa alcaldía de Iztapalapa: “Juanito”. Este hombre que usaba una cinta tricolor en la frente, una vez que ganó la elección amenazó a su partido con no dejar el cargo, haciendo que temblara la cúpula amarilla en aquel entonces, hasta que Marcelo Ebrard pudo convencerlo para entregarle el cargo a Clara Brugada.

En la actualidad, vemos a personas y heterosexuales que con tal de ser nominados para contender en las elecciones se declaran homosexuales, cuando todo el mundo sabe que no lo son.

Otros más, se convierten en afros cuando no tienen cercanía ni con aquellos ni de chiste. Otros, se dicen discapacitados por solo usar lentes. Válgame Dios.

De igual manera, en esta época electoral vemos las clásicas fotos y videos con el candidato (a) abrazando a un niño o, a una anciana. Estrechando la mano a un campesino o, poner cara de preocupación por los pobres y hasta sentarse con ellos en la banqueta a comer unos tacos que le sirve el peón humilde, lleno de mezcla y oliendo a sudor, con las uñas sucias del cemento que trabaja.

Después de la foto se bañan y se ponen desinfectante y harto alcohol para pasar el trago amargo que de ganar les dejará millonarias ganancias.

Las promesas son otro tema, de lo más burdas cuando dicen que harán tal o cual cosa, olvidándose que cuando fueron gobernantes no hicieron más que robarse el dinero del pueblo. Cinismo puro.

Por lo anterior, urge una reforma electoral para dejar atrás estos desfiguros y simulaciones que ofenden la inteligencia ciudadana.

Esta fue la puerta abierta que los partidos políticos dejaron para así darle la vuelta a la letra de la ley y crear empatía con los gobernados.

Usted decide amigo lector. Si vota, hágalo de manera razonada, desmenuce el discurso letra por letra y si lo convencen, deles el voto.