/ viernes 3 de enero de 2020

Del porvenir…

Del tiempo futuro, de una situación futura, básicamente en eso se traduce el porvenir. El tema lo llenan magos, pronósticos, futurismo, adivinaciones, videntes, brujos, y un sinnúmero de personas adeptas y/o creyentes en los designios del arcano.

Sin embargo, de alguna manera, somos nosotros los que merced a nuestra capacidad volitiva, decisoria, sentamos los pródromos, así como nos agenciamos los instrumentos de todo tipo, para nuestro porvenir, individual y colectivo, esa es nuestra principal misión, proyectarnos al futuro, con los elementos del presente y el conocimiento que nos aportó el pasado, de saberlo aprovechar. Todo ello para realizar nuestro propio destino y alcanzar las metas que nos hayamos propuesto.

Es así que estamos empezando un nuevo año. Los buenos propósitos nos invaden por doquier, a diestra y siniestra, a voz en cuello y en secreto, dichos con entusiasmo y otros con resignación, muchos apuntalados con la sana intención de cumplirlos a cabalidad, otros con la conciencia plena de que tal vez no se llegue al final del propósito, sin perjuicio de que abunda el caso, también, de los escépticos que no intentan, siquiera, realizar algo como tal, inmersos en su rutina, su conformismo, su inactividad, su ignorancia, su pesimismo, su temor a salir de su círculo de confort, por muy frustrante, aniquilante y obsoleto que sea, para ellos la frase es: Año nuevo, vida nueva. Costumbres: las mismas.

Ergo, nace la necesidad de hacer conciencia, de reaccionar con positividad ante los embates de la vida que no siempre son negativos, de utilizar las circunstancias para provecho personal y/o colectivo, sin mezquindades, ni egoísmos, sin abusar de nadie.

Obviamente que ello implica estudiar, prepararse, capacitarse en nuestras áreas, cumplir con las normas y los principios ya sancionados por la experiencia en todos los ámbitos de nuestra existencia, ya sea que estemos en el sector público, en el privado o en el social. Y si bien la responsabilidad nos atañe a todos, es en el sector público en donde debe ponerse el acento, por su responsabilidad colectiva, y aprovechar la inercia del nuevo régimen por superar los lastres lastimosos -por cierto- de la execrable corrupción e impunidad ( que no será de la noche a la mañana el desterrarla), de luchar en contra de la inercia negativa y el “ay se va”; hacer respetar la ley en todos los ámbitos del poder, capacitándose en las funciones que les corresponden, cumpliendo y responsabilizándose de sus acciones y realizar, a plenitud, con plena eficacia los propósitos por los cuales fueron elegidos o designados. Al margen de los censores -que no son críticos- seamos conscientes del gran compromiso social que tenemos y de una manera solidaria, aportemos, cada uno en el área de su competencia y capacidad, lo mejor que tenemos, sin simulación, sin ineficiencias, sin ineficacias, con un alto grado de responsabilidad social. Sin soslayar, básicamente las acciones para detener los estragos - ya mortales- del cambio climático, que nos es vital. Es lo menos que podemos esperar de lo porvenir y por supuesto, mis mejores deseos para su logro. O usted, futurista lector, ¿Qué opina?

Del tiempo futuro, de una situación futura, básicamente en eso se traduce el porvenir. El tema lo llenan magos, pronósticos, futurismo, adivinaciones, videntes, brujos, y un sinnúmero de personas adeptas y/o creyentes en los designios del arcano.

Sin embargo, de alguna manera, somos nosotros los que merced a nuestra capacidad volitiva, decisoria, sentamos los pródromos, así como nos agenciamos los instrumentos de todo tipo, para nuestro porvenir, individual y colectivo, esa es nuestra principal misión, proyectarnos al futuro, con los elementos del presente y el conocimiento que nos aportó el pasado, de saberlo aprovechar. Todo ello para realizar nuestro propio destino y alcanzar las metas que nos hayamos propuesto.

Es así que estamos empezando un nuevo año. Los buenos propósitos nos invaden por doquier, a diestra y siniestra, a voz en cuello y en secreto, dichos con entusiasmo y otros con resignación, muchos apuntalados con la sana intención de cumplirlos a cabalidad, otros con la conciencia plena de que tal vez no se llegue al final del propósito, sin perjuicio de que abunda el caso, también, de los escépticos que no intentan, siquiera, realizar algo como tal, inmersos en su rutina, su conformismo, su inactividad, su ignorancia, su pesimismo, su temor a salir de su círculo de confort, por muy frustrante, aniquilante y obsoleto que sea, para ellos la frase es: Año nuevo, vida nueva. Costumbres: las mismas.

Ergo, nace la necesidad de hacer conciencia, de reaccionar con positividad ante los embates de la vida que no siempre son negativos, de utilizar las circunstancias para provecho personal y/o colectivo, sin mezquindades, ni egoísmos, sin abusar de nadie.

Obviamente que ello implica estudiar, prepararse, capacitarse en nuestras áreas, cumplir con las normas y los principios ya sancionados por la experiencia en todos los ámbitos de nuestra existencia, ya sea que estemos en el sector público, en el privado o en el social. Y si bien la responsabilidad nos atañe a todos, es en el sector público en donde debe ponerse el acento, por su responsabilidad colectiva, y aprovechar la inercia del nuevo régimen por superar los lastres lastimosos -por cierto- de la execrable corrupción e impunidad ( que no será de la noche a la mañana el desterrarla), de luchar en contra de la inercia negativa y el “ay se va”; hacer respetar la ley en todos los ámbitos del poder, capacitándose en las funciones que les corresponden, cumpliendo y responsabilizándose de sus acciones y realizar, a plenitud, con plena eficacia los propósitos por los cuales fueron elegidos o designados. Al margen de los censores -que no son críticos- seamos conscientes del gran compromiso social que tenemos y de una manera solidaria, aportemos, cada uno en el área de su competencia y capacidad, lo mejor que tenemos, sin simulación, sin ineficiencias, sin ineficacias, con un alto grado de responsabilidad social. Sin soslayar, básicamente las acciones para detener los estragos - ya mortales- del cambio climático, que nos es vital. Es lo menos que podemos esperar de lo porvenir y por supuesto, mis mejores deseos para su logro. O usted, futurista lector, ¿Qué opina?