/ lunes 29 de junio de 2020

Un riesgo regresar a la nueva normalidad

El regreso a la nueva normalidad es un asunto que tiene que verse con pincitas, porque todavía no salimos de la fase más critica de contagio de Covid-19 y sigue a la alza la letalidad, lo que podría provocar que sea efímera la intención de construir el nuevo Acapulco.

Entiendo perfectamente el justo reclamo de todos los que piden la reactivación de la actividad turística, porque la crisis económica se ha agudizado por el confinamiento, por tanto, es tiempo de preparar un retorno seguro.

Sin embargo, hay varios factores que complican aspirar a alcanzar este objetivo, el más importante de todos, es el desorden social que sigue imperando y que, es causa de la movilidad, principal obstáculo que existe para aplanar la curva epidemiológica.

Diariamente elementos del Ejército Guardia Nacional, Policía del Estado y del municipio, dispersan a grupos de personas que sin la mínima protección organizan fiestas, reuniones en sitios reducidos o ingieren bebidas alcohólicas en la vía pública, como si no pasara nada.

Es aquí en donde surge mi preocupación de que este primero de julio se reactive el 30 por ciento del sector turístico, como lo anunció el gobernador Héctor Astudillo Flores y la presidenta municipal, Adela Román Ocampo.

¿La razón?, bueno, si no se toman drásticas medidas sanitarias hay un alto riesgo de un rebote, es decir, que se salga de control la pandemia, porque, si en estos momentos por todos los medios se pide a la gente que se quede en casa, que use el cubrebocas y mantengan la sana distancia y, no lo hacen, esto va provocar un relajamiento de los protocolos de prevención.

Y no hay que ser un adivino lo que va a pasar, se dará un repunte de contagios, que nadie desea y se prolongará el confinamiento, que ahora sí provocará un cisma en la de por si maltrecha economía de los acapulqueños.

El regreso a la nueva normalidad es un asunto que tiene que verse con pincitas, porque todavía no salimos de la fase más critica de contagio de Covid-19 y sigue a la alza la letalidad, lo que podría provocar que sea efímera la intención de construir el nuevo Acapulco.

Entiendo perfectamente el justo reclamo de todos los que piden la reactivación de la actividad turística, porque la crisis económica se ha agudizado por el confinamiento, por tanto, es tiempo de preparar un retorno seguro.

Sin embargo, hay varios factores que complican aspirar a alcanzar este objetivo, el más importante de todos, es el desorden social que sigue imperando y que, es causa de la movilidad, principal obstáculo que existe para aplanar la curva epidemiológica.

Diariamente elementos del Ejército Guardia Nacional, Policía del Estado y del municipio, dispersan a grupos de personas que sin la mínima protección organizan fiestas, reuniones en sitios reducidos o ingieren bebidas alcohólicas en la vía pública, como si no pasara nada.

Es aquí en donde surge mi preocupación de que este primero de julio se reactive el 30 por ciento del sector turístico, como lo anunció el gobernador Héctor Astudillo Flores y la presidenta municipal, Adela Román Ocampo.

¿La razón?, bueno, si no se toman drásticas medidas sanitarias hay un alto riesgo de un rebote, es decir, que se salga de control la pandemia, porque, si en estos momentos por todos los medios se pide a la gente que se quede en casa, que use el cubrebocas y mantengan la sana distancia y, no lo hacen, esto va provocar un relajamiento de los protocolos de prevención.

Y no hay que ser un adivino lo que va a pasar, se dará un repunte de contagios, que nadie desea y se prolongará el confinamiento, que ahora sí provocará un cisma en la de por si maltrecha economía de los acapulqueños.