/ viernes 3 de enero de 2020

Transporte sin ley

Todo un éxito fueron las celebraciones de Navidad y fin de año en nuestro puerto. Calles repletas de automóviles que hacían lento el tránsito vehicular en la ya vetusta costera Miguel Alemán. En pero, el negrito en el arroz sigue siendo el transporte al público, llámese taxis azules, amarillos, rojos o tutifruti; así como el servicio de urbanos, Acabus y los llamados colectivos en su versión carro o combi.

Los problemas que se conocen y que siguen siendo el talón de Aquiles tanto para la autoridad como para el pasaje son los siguientes: el desafío que hacen los transportistas a la autoridad para imponer sus tarifas sin pensar en la economía de las personas, provocando con esto que el porcentaje que las gentes destinan de su presupuesto por ese concepto sea de hasta un 30 %.

La falta de supervisión de la dirección de transportes a las unidades vehiculares que son verdaderas chatarras rodantes que ponen en riesgo a los pasajeros por llantas lisas y falta de mantenimiento mecánico y eléctrico. Aún más, ninguna autoridad se atreve a sacar de circulación a estos vehículos y a los que contaminan gravemente el medio ambiente, siendo verdaderas chimeneas que no deben seguir dando servicio por afectar la salud de las personas.

También tenemos a los choferes psicópatas de los camiones que no solo conducen antros rodantes con música ponchis ponchis y luces estrambóticas que solo atraen a los jóvenes, pero que la gente madura le sufrimos; sino que además utilizan en sus llantas birlos picudos que semejan carros de carrera romanos los cuales se acercan amenazadora e intimidatoriamente a los demás conductores para cambiar de carril sin tener el espacio para ello ni importar el daño que puedan ocasionar, no solo a vehículos sino a los peatones. Sin olvidar las clásicas carreras que hacen los operarios de estos camiones para ganar el pasaje que atentan contra los viajeros y los demás conductores sin que ninguna autoridad los detenga.

La carencia de cultura vial por parte de los conductores que de ser chalanes se gradúan como choferes ante la falta de un control o examen riguroso anual por parte de la autoridad de tránsito correspondiente, que sea garantía no solo de conocimiento en la operación del pesado vehículo sino también de respeto a los demás conductores y a sus pasajeros.

Por supuesto el examen de salud y control antidoping que garanticen un buen servicio y seguridad. La omisión de implementar obligatoriamente supervisiones sorpresivas de toma de presión y alcoholímetro a los conductores para evitar que conduzcan bajo los influjos del alcohol por lo menos, así como la obligación de portar un uniforme limpio de color distintivo y su identificación a la vista del público que evite chóferes sucios y mal vestidos, que son los menos afortunadamente.

En la noche, la exigencia de conducir todos con la luz interior encendida so pena de ser detenido por cualquier autoridad policiaca o de transporte. Del Acabus ni hablo porque el mismo comenzó como una buena propuesta pero al paso del tiempo vemos que la falta de mantenimiento y la omisión de crear más rutas que desahoguen el pasaje ha sido su constante negativa que perjudica a los que utilizamos este medio.

Acapulco requiere un transporte que nos de orgullo y no pena como actualmente lo tenemos… Pero bueno este es sólo un deseo de Año Nuevo porque no creo que la autoridad haga algo para solucionar este problema por lo que seguiremos teniendo el transporte que nos merecemos.

Todo un éxito fueron las celebraciones de Navidad y fin de año en nuestro puerto. Calles repletas de automóviles que hacían lento el tránsito vehicular en la ya vetusta costera Miguel Alemán. En pero, el negrito en el arroz sigue siendo el transporte al público, llámese taxis azules, amarillos, rojos o tutifruti; así como el servicio de urbanos, Acabus y los llamados colectivos en su versión carro o combi.

Los problemas que se conocen y que siguen siendo el talón de Aquiles tanto para la autoridad como para el pasaje son los siguientes: el desafío que hacen los transportistas a la autoridad para imponer sus tarifas sin pensar en la economía de las personas, provocando con esto que el porcentaje que las gentes destinan de su presupuesto por ese concepto sea de hasta un 30 %.

La falta de supervisión de la dirección de transportes a las unidades vehiculares que son verdaderas chatarras rodantes que ponen en riesgo a los pasajeros por llantas lisas y falta de mantenimiento mecánico y eléctrico. Aún más, ninguna autoridad se atreve a sacar de circulación a estos vehículos y a los que contaminan gravemente el medio ambiente, siendo verdaderas chimeneas que no deben seguir dando servicio por afectar la salud de las personas.

También tenemos a los choferes psicópatas de los camiones que no solo conducen antros rodantes con música ponchis ponchis y luces estrambóticas que solo atraen a los jóvenes, pero que la gente madura le sufrimos; sino que además utilizan en sus llantas birlos picudos que semejan carros de carrera romanos los cuales se acercan amenazadora e intimidatoriamente a los demás conductores para cambiar de carril sin tener el espacio para ello ni importar el daño que puedan ocasionar, no solo a vehículos sino a los peatones. Sin olvidar las clásicas carreras que hacen los operarios de estos camiones para ganar el pasaje que atentan contra los viajeros y los demás conductores sin que ninguna autoridad los detenga.

La carencia de cultura vial por parte de los conductores que de ser chalanes se gradúan como choferes ante la falta de un control o examen riguroso anual por parte de la autoridad de tránsito correspondiente, que sea garantía no solo de conocimiento en la operación del pesado vehículo sino también de respeto a los demás conductores y a sus pasajeros.

Por supuesto el examen de salud y control antidoping que garanticen un buen servicio y seguridad. La omisión de implementar obligatoriamente supervisiones sorpresivas de toma de presión y alcoholímetro a los conductores para evitar que conduzcan bajo los influjos del alcohol por lo menos, así como la obligación de portar un uniforme limpio de color distintivo y su identificación a la vista del público que evite chóferes sucios y mal vestidos, que son los menos afortunadamente.

En la noche, la exigencia de conducir todos con la luz interior encendida so pena de ser detenido por cualquier autoridad policiaca o de transporte. Del Acabus ni hablo porque el mismo comenzó como una buena propuesta pero al paso del tiempo vemos que la falta de mantenimiento y la omisión de crear más rutas que desahoguen el pasaje ha sido su constante negativa que perjudica a los que utilizamos este medio.

Acapulco requiere un transporte que nos de orgullo y no pena como actualmente lo tenemos… Pero bueno este es sólo un deseo de Año Nuevo porque no creo que la autoridad haga algo para solucionar este problema por lo que seguiremos teniendo el transporte que nos merecemos.