/ viernes 29 de marzo de 2024

Todo México arde (continúa) 

Hace unas semana escribí sobre los incendios que se estaban generando en los cerros del anfiteatro del puerto, con el consabido riesgo para los vecinos. Sin embargo estos incendios no son propios de nuestro puerto ni siquiera del estado, sino de todo el país desafortunadamente.

Por varias entidades se están dando estos incendios de grandes magnitudes que ya han cobrado varias vidas humanas además del consabido daño al medio ambiente, afectando gravemente a los bosques y selvas con la masiva destrucción de árboles que oxigenan al planeta permitiendo mantener un medio ambiente en equilibrio para bien de la salud de las personas.

Miles o tal vez millones de arboles están desapareciendo rápidamente por culpa de estas conflagraciones que atentan contra las personas y sus bienes, como lo estamos viviendo en Acapulco en los cerros cercanos a las áreas urbanas.

Hasta ahora son 116 incendios en el país y la deforestación es gigantesca. Muchas aves y diversa fauna han perecido y otros han migrado para ponerse a salvo. Esto traerá como consecuencia que en este periodo de lluvias, estas sean escasas y no se pueda reforestar las áreas quemadas de los cerros.

El calor se dejará sentir terriblemente caliente que resulta dañino para las personas de la tercera edad y niños por la deshidratación y el golpe de calor, así como daños por la aspiración del humo que traerá enfermedades respiratorias y pulmonares.

El problema que se distingue es que en todas partes se deja crecer el fuego por días, cuando se debería atacar de inmediato tanto por aire y tierra con las brigadas pie tierra corta fuegos, como por el aire con helicópteros equipados con el Bambi bucket (recipiente de agua).

Todos los Estados deben tener de planta o rentados estas naves para acudir de inmediato a los lugares de conflagración y apagar el fuego en el menor tiempo y con el menor daño posible. Por otro lado, urge plantar árboles en todo el país con los planes de gobierno denominado “Sembrando Vida”, pero no solo a pie, sino también, utilizando la las aeronaves para aventar las semillas desde estos aparatos cerca de la temporada de lluvia en las zonas donde los técnicos en agricultura y ecología determinen para que sea un éxito.

Muchas de estas semillas pegarán y crecerán dando vida y oxígeno al medio ambiente y a los seres humanos, amén de restaurar el ciclo ecológico fauna -flora.

Por último, urge la conformación de guardabosques federales y estatales con amplias facultades para detener a quienes no acaten las reglas del cuidado y conservación de las selvas y bosques y en su caso llevarlos ante la justicia para que sean procesados.

Estos guardabosques deberán estar debidamente capacitados con instructores de otras latitudes con amplia experiencia, dotándolos también con las mejores herramientas para desempeñar su tarea, no solo para apagar el fuego sino para prevenir que se produzcan, tanto por la mano del hombre (la mayor de las ocasiones por la quema del campo para sembrar) o por accidentes y negligencia al arrojar colillas, dejar carbón o leños encendidos o botellas de vidrio en el campo, que con la complicidad del inclemente sol y los fuertes vientos generan el incendio por el efecto lupa que se produce con el vidrio, que como una lupa en la hojarasca seca producen los incendios. Peor aún, por la mala fe de criminales.

Sé que no hay agua en casi todo el país, pero con agua reciclada podemos sembrar una planta o un árbol y así contribuir en algo con el medio ambiente. Y recobrar nuestros cerros verdes tan bellos del anfiteatro y si somos más ambiciosos sembremos árboles en todo el puerto. Que sea ni auto distintivo el color verde.

Hace unas semana escribí sobre los incendios que se estaban generando en los cerros del anfiteatro del puerto, con el consabido riesgo para los vecinos. Sin embargo estos incendios no son propios de nuestro puerto ni siquiera del estado, sino de todo el país desafortunadamente.

Por varias entidades se están dando estos incendios de grandes magnitudes que ya han cobrado varias vidas humanas además del consabido daño al medio ambiente, afectando gravemente a los bosques y selvas con la masiva destrucción de árboles que oxigenan al planeta permitiendo mantener un medio ambiente en equilibrio para bien de la salud de las personas.

Miles o tal vez millones de arboles están desapareciendo rápidamente por culpa de estas conflagraciones que atentan contra las personas y sus bienes, como lo estamos viviendo en Acapulco en los cerros cercanos a las áreas urbanas.

Hasta ahora son 116 incendios en el país y la deforestación es gigantesca. Muchas aves y diversa fauna han perecido y otros han migrado para ponerse a salvo. Esto traerá como consecuencia que en este periodo de lluvias, estas sean escasas y no se pueda reforestar las áreas quemadas de los cerros.

El calor se dejará sentir terriblemente caliente que resulta dañino para las personas de la tercera edad y niños por la deshidratación y el golpe de calor, así como daños por la aspiración del humo que traerá enfermedades respiratorias y pulmonares.

El problema que se distingue es que en todas partes se deja crecer el fuego por días, cuando se debería atacar de inmediato tanto por aire y tierra con las brigadas pie tierra corta fuegos, como por el aire con helicópteros equipados con el Bambi bucket (recipiente de agua).

Todos los Estados deben tener de planta o rentados estas naves para acudir de inmediato a los lugares de conflagración y apagar el fuego en el menor tiempo y con el menor daño posible. Por otro lado, urge plantar árboles en todo el país con los planes de gobierno denominado “Sembrando Vida”, pero no solo a pie, sino también, utilizando la las aeronaves para aventar las semillas desde estos aparatos cerca de la temporada de lluvia en las zonas donde los técnicos en agricultura y ecología determinen para que sea un éxito.

Muchas de estas semillas pegarán y crecerán dando vida y oxígeno al medio ambiente y a los seres humanos, amén de restaurar el ciclo ecológico fauna -flora.

Por último, urge la conformación de guardabosques federales y estatales con amplias facultades para detener a quienes no acaten las reglas del cuidado y conservación de las selvas y bosques y en su caso llevarlos ante la justicia para que sean procesados.

Estos guardabosques deberán estar debidamente capacitados con instructores de otras latitudes con amplia experiencia, dotándolos también con las mejores herramientas para desempeñar su tarea, no solo para apagar el fuego sino para prevenir que se produzcan, tanto por la mano del hombre (la mayor de las ocasiones por la quema del campo para sembrar) o por accidentes y negligencia al arrojar colillas, dejar carbón o leños encendidos o botellas de vidrio en el campo, que con la complicidad del inclemente sol y los fuertes vientos generan el incendio por el efecto lupa que se produce con el vidrio, que como una lupa en la hojarasca seca producen los incendios. Peor aún, por la mala fe de criminales.

Sé que no hay agua en casi todo el país, pero con agua reciclada podemos sembrar una planta o un árbol y así contribuir en algo con el medio ambiente. Y recobrar nuestros cerros verdes tan bellos del anfiteatro y si somos más ambiciosos sembremos árboles en todo el puerto. Que sea ni auto distintivo el color verde.