/ lunes 16 de julio de 2018

Surrealismo Político

El candidato de MORENA a la Presidencia de la República, Andrés Manuel López Obrador, ya constituido en Presidente Electo al recibir su constancia de mayoría de votos de la elección, ha empezado a mover con esa garantía sus piezas con el fin de iniciar lo que ha llamado la cuarta transformación del país. Y sus primeros movimientos son observados con detenimiento por todos, por ajenos a su Movimiento y por los directamente involucrados en lo que consideran es una regeneración de lo ya hecho hasta el momento.

Una de las acciones, al designar un representante de su gobierno federal con las entidades federativas ha generado inquietud. Por un lado, porque constituirán un poder alterno al que ejercen los Gobernadores, pero con vinculación directa, si DIRECTA con el presidente de la República. Por la desaparición de Delegaciones federales en los estados. Por la reubicación en el país de las Secretarías de Estado.

Pero abordo el primer punto: La designación de un representante del Gobierno en cada entidad federativa. Investigadores, como el guerrerense David Sotelo, sostiene que ésta figura fue constituida como “Jefes de Estado” amparados por la Constitución de Cádiz en 1812 (por cierto, en honor a esta Constitución lleva la gran plancha del centro ese nombre), y que obedecía a una distribución del poder a lo largo y ancho del territorio mexicano, pero sujeto al presidente. En otro momento, en el ejercicio de su Poder el presidente Porfirio Díaz uso también esta figura. Su propósito era tener mediación política. Una representación que en la vida diaria constituía el poder real.

El poder, en su uso diario, requiere de vinculación permanente con las otras esferas del poder, pero para sujetarlas.

Ese ejercicio que fue llamado “presidencialismo”, erigió figuras, surgimiento de grupos, distribución del poder, cerró el paso a grupos contrarios, la llave a recursos donde no había afinidad y sí, hay que decirlo, en el caso del uso del poder Presidencial, hubo obra que hoy por sobre el rechazo y odio hacia esa presencia permanente de su poder Ejecutivo, su gobierno, que es definida como “dictadura”, sigue representando emblemas del país, y la obra se mantiene en pie.

Ese presidencialismo mantuvo el control en los estados y fueron ojos y oídos de lo que los gobiernos en turno hacían. Ello permitió evitar incendios políticos mayores, apagar fuegos, y ejercer una distribución de responsabilidades cubierta con títulos que permitió a sus representados crear sus propios grupos.

El presidencialismo fue asociado a la parte negativa del Partido Revolucionario institucional, considerado el dinosaurio a tirar, el altisonante del ritmo de la democracia, la parte caduca de una idea modernista de ejercer el poder.

¿Por qué rescatarla? ¿Qué de esa figura busca el Presidente Electo sostener y con qué fines?

La representación de delegaciones ha sido manchada por la sospecha de que las y los delegados federales actúan como un poder extraordinario vinculado a los estados que muchos de ellos ejercen bajo mandos subordinados a sus deseos e intereses. Muchos desconocen la realidad de las entidades y son apropiados por los grupos que operan en la realidad los programas. Pero también el que se hayan cerrado proyectos para más ciudadanos (a) y que los mismos dejen de ser de ayuda para superar los grandes y graves rezagos que no solo existen, sino que han crecido.

¿Cómo podrán cohabitar en un estado dos poderes en este siglo XXI? ¿Vinculados? Necesariamente por la propia construcción del gobierno estatal que arriba respaldado con elección popular. Pero con algo en contra. No tienen todo el lazo directo que en cambio sí tienen los representantes designados con quien a partir del 1 de diciembre ostentará el poder constitucionalmente, aunque desde ahora ya lo está haciendo sin oposición de nadie, ni de la misma oposición que quisiera pensar está sometida por estrategia... o por miedo. ¿Surrealismo?

El candidato de MORENA a la Presidencia de la República, Andrés Manuel López Obrador, ya constituido en Presidente Electo al recibir su constancia de mayoría de votos de la elección, ha empezado a mover con esa garantía sus piezas con el fin de iniciar lo que ha llamado la cuarta transformación del país. Y sus primeros movimientos son observados con detenimiento por todos, por ajenos a su Movimiento y por los directamente involucrados en lo que consideran es una regeneración de lo ya hecho hasta el momento.

Una de las acciones, al designar un representante de su gobierno federal con las entidades federativas ha generado inquietud. Por un lado, porque constituirán un poder alterno al que ejercen los Gobernadores, pero con vinculación directa, si DIRECTA con el presidente de la República. Por la desaparición de Delegaciones federales en los estados. Por la reubicación en el país de las Secretarías de Estado.

Pero abordo el primer punto: La designación de un representante del Gobierno en cada entidad federativa. Investigadores, como el guerrerense David Sotelo, sostiene que ésta figura fue constituida como “Jefes de Estado” amparados por la Constitución de Cádiz en 1812 (por cierto, en honor a esta Constitución lleva la gran plancha del centro ese nombre), y que obedecía a una distribución del poder a lo largo y ancho del territorio mexicano, pero sujeto al presidente. En otro momento, en el ejercicio de su Poder el presidente Porfirio Díaz uso también esta figura. Su propósito era tener mediación política. Una representación que en la vida diaria constituía el poder real.

El poder, en su uso diario, requiere de vinculación permanente con las otras esferas del poder, pero para sujetarlas.

Ese ejercicio que fue llamado “presidencialismo”, erigió figuras, surgimiento de grupos, distribución del poder, cerró el paso a grupos contrarios, la llave a recursos donde no había afinidad y sí, hay que decirlo, en el caso del uso del poder Presidencial, hubo obra que hoy por sobre el rechazo y odio hacia esa presencia permanente de su poder Ejecutivo, su gobierno, que es definida como “dictadura”, sigue representando emblemas del país, y la obra se mantiene en pie.

Ese presidencialismo mantuvo el control en los estados y fueron ojos y oídos de lo que los gobiernos en turno hacían. Ello permitió evitar incendios políticos mayores, apagar fuegos, y ejercer una distribución de responsabilidades cubierta con títulos que permitió a sus representados crear sus propios grupos.

El presidencialismo fue asociado a la parte negativa del Partido Revolucionario institucional, considerado el dinosaurio a tirar, el altisonante del ritmo de la democracia, la parte caduca de una idea modernista de ejercer el poder.

¿Por qué rescatarla? ¿Qué de esa figura busca el Presidente Electo sostener y con qué fines?

La representación de delegaciones ha sido manchada por la sospecha de que las y los delegados federales actúan como un poder extraordinario vinculado a los estados que muchos de ellos ejercen bajo mandos subordinados a sus deseos e intereses. Muchos desconocen la realidad de las entidades y son apropiados por los grupos que operan en la realidad los programas. Pero también el que se hayan cerrado proyectos para más ciudadanos (a) y que los mismos dejen de ser de ayuda para superar los grandes y graves rezagos que no solo existen, sino que han crecido.

¿Cómo podrán cohabitar en un estado dos poderes en este siglo XXI? ¿Vinculados? Necesariamente por la propia construcción del gobierno estatal que arriba respaldado con elección popular. Pero con algo en contra. No tienen todo el lazo directo que en cambio sí tienen los representantes designados con quien a partir del 1 de diciembre ostentará el poder constitucionalmente, aunque desde ahora ya lo está haciendo sin oposición de nadie, ni de la misma oposición que quisiera pensar está sometida por estrategia... o por miedo. ¿Surrealismo?