/ lunes 15 de abril de 2024

Surrealismo Político | ¿Se acabó la tregua?

Una tregua, no es el fin de un conflicto. Una tregua lleva al cese de hostilidades que dos grupos se tienen. No tiene un determinado tiempo de duración, va de días a años, hasta que el mismo concluya, se cierre dependiendo de las partes, del tipo de situación que la provoque. Y normalmente deja daños, destrucción, deja muerte.

En Guerrero, uno de los conflictos más recientes que ha vivido la ciudadanía está relacionada con el transporte público que a su vez, mostró la importancia que tiene en la vida social, económica y hasta política.

Recordamos al puerto de Acapulco no bien salió de la devastación provocada por el Huracán Otis cuando su población se vió semiparalizada para realizar sus actividades educativas, laborales, hasta los servicios de atención médica tan necesarios tuvieron repercusión con estos conflictos.

Conflicto que llegó hasta Chilpancingo, donde la ciudadanía vivió una verdadera crisis y una gran incertidumbre por la falta de transporte público, pero también por el incendio y homicidio de choferes.

Bueno, Taxco también se paralizó, lo que hizo al alcalde Mario Figueroa retornar de España, contra su voluntad, lugar donde esperaba estar seis días y no los pudo completar para volver y anunciar “los bachecitos” que crecieron de tal manera que hasta a él lo alcanzó en un atentado a su vida y después, el feminicidio infantil de Camila, y tres linchamientos, en situaciones que derivaron en alertas de viaje, como el que emitió Estados Unidos.

Hace menos de un mes, el líder de una organización de transporte público denunció a un medio de Acapulco que pagaban piso a la delincuencia, al menos el 90 por ciento del transporte. Señalaba la necesidad de incrementar tarifas para poder cumplir con ese pago.

Esta declaración evidencia la existencia de un problema real, cuando otros más, sin señalar de manera pública, dicen que existen concesiones que reciben grupos que operan fuera de la ley, lo que conduce a preguntarnos si en algún momento, quien nos traslada es uno de ellos.

¿Dónde quedan las garantías ciudadanas? Me pregunto mientras otra pregunta frente a los hechos consumados de nuevos ataques al servicio público que dejó en las recientes 48 horas en Acapulco, al menos cuatro unidades incendiadas y en Chilpancingo, el más reciente, en menos de 12 horas, el incendio de un taxi con el chofer dentro.

Y a través de mensajes de WhatsApp, las alertas que nos indican que el sistema de Transporte es usado también con fines políticos. Como las leyendas de felicitar a tal o cual personaje por su cumpleaños, felicitarlos por algún aniversario de estar en el ejercicio del poder, etc., y ahora, mensajes también diciendo a los transportistas que si llevan en sus medallones la imagen de tal o cual personaje de la vida política, como recientemente en Chilpancingo contra quien se vislumbra como el candidato de MORENA, serán incendiados.

El pasado 17 de febrero del año en curso, la revelación de un Obispo, el de Chilpancingo, el Fraile conocido como el Padre Chuy, revelaba la existencia de una tregua pactada entre dos grupos para ayudar a la ciudadanía a realizar su vida, y a los mismos transportistas realizar su trabajo y cuidar su vida. Incluso este paro condujo a la separación de su cargo del Delegado de Transporte en la zona cCentro al que, posteriormente, un líder de un grupo lo señalaría de intermediario del senador Félix Salgado Macedonio.

¿Terminó la tregua? ¿Qué viene luego entonces? ¿Decisiones de partidos políticos influyen en esta nueva andanada del conflicto? Parece que la entidad debe caminar hacia una nueva forma para el servicio de transporte público, avanzar hacia el sector digital, avanzar hacia una forma más resiliente de convivencia, pero hay quienes se oponen a ello, ¿por qué? ¿Qué o quién les falló a esos grupos que devienen su conflicto contra la sociedad? ¿Surrealismo?

Una tregua, no es el fin de un conflicto. Una tregua lleva al cese de hostilidades que dos grupos se tienen. No tiene un determinado tiempo de duración, va de días a años, hasta que el mismo concluya, se cierre dependiendo de las partes, del tipo de situación que la provoque. Y normalmente deja daños, destrucción, deja muerte.

En Guerrero, uno de los conflictos más recientes que ha vivido la ciudadanía está relacionada con el transporte público que a su vez, mostró la importancia que tiene en la vida social, económica y hasta política.

Recordamos al puerto de Acapulco no bien salió de la devastación provocada por el Huracán Otis cuando su población se vió semiparalizada para realizar sus actividades educativas, laborales, hasta los servicios de atención médica tan necesarios tuvieron repercusión con estos conflictos.

Conflicto que llegó hasta Chilpancingo, donde la ciudadanía vivió una verdadera crisis y una gran incertidumbre por la falta de transporte público, pero también por el incendio y homicidio de choferes.

Bueno, Taxco también se paralizó, lo que hizo al alcalde Mario Figueroa retornar de España, contra su voluntad, lugar donde esperaba estar seis días y no los pudo completar para volver y anunciar “los bachecitos” que crecieron de tal manera que hasta a él lo alcanzó en un atentado a su vida y después, el feminicidio infantil de Camila, y tres linchamientos, en situaciones que derivaron en alertas de viaje, como el que emitió Estados Unidos.

Hace menos de un mes, el líder de una organización de transporte público denunció a un medio de Acapulco que pagaban piso a la delincuencia, al menos el 90 por ciento del transporte. Señalaba la necesidad de incrementar tarifas para poder cumplir con ese pago.

Esta declaración evidencia la existencia de un problema real, cuando otros más, sin señalar de manera pública, dicen que existen concesiones que reciben grupos que operan fuera de la ley, lo que conduce a preguntarnos si en algún momento, quien nos traslada es uno de ellos.

¿Dónde quedan las garantías ciudadanas? Me pregunto mientras otra pregunta frente a los hechos consumados de nuevos ataques al servicio público que dejó en las recientes 48 horas en Acapulco, al menos cuatro unidades incendiadas y en Chilpancingo, el más reciente, en menos de 12 horas, el incendio de un taxi con el chofer dentro.

Y a través de mensajes de WhatsApp, las alertas que nos indican que el sistema de Transporte es usado también con fines políticos. Como las leyendas de felicitar a tal o cual personaje por su cumpleaños, felicitarlos por algún aniversario de estar en el ejercicio del poder, etc., y ahora, mensajes también diciendo a los transportistas que si llevan en sus medallones la imagen de tal o cual personaje de la vida política, como recientemente en Chilpancingo contra quien se vislumbra como el candidato de MORENA, serán incendiados.

El pasado 17 de febrero del año en curso, la revelación de un Obispo, el de Chilpancingo, el Fraile conocido como el Padre Chuy, revelaba la existencia de una tregua pactada entre dos grupos para ayudar a la ciudadanía a realizar su vida, y a los mismos transportistas realizar su trabajo y cuidar su vida. Incluso este paro condujo a la separación de su cargo del Delegado de Transporte en la zona cCentro al que, posteriormente, un líder de un grupo lo señalaría de intermediario del senador Félix Salgado Macedonio.

¿Terminó la tregua? ¿Qué viene luego entonces? ¿Decisiones de partidos políticos influyen en esta nueva andanada del conflicto? Parece que la entidad debe caminar hacia una nueva forma para el servicio de transporte público, avanzar hacia el sector digital, avanzar hacia una forma más resiliente de convivencia, pero hay quienes se oponen a ello, ¿por qué? ¿Qué o quién les falló a esos grupos que devienen su conflicto contra la sociedad? ¿Surrealismo?