/ lunes 23 de abril de 2018

Surrealismo Político

El ejercicio hace surrealista al poder. Lo transforma, le cambia el pensamiento libertador por un pensamiento de dominio. Aquello con lo que no comulgaban y les parecía despreciable condición humana, la retoman, la aplican y se dan el gusto de darle su toque personal para hacer más despreciable lo que ellos tocaron.

Una amiga periodista con quien mantuvimos contacto informativo para traer a nuestra capital acontecimientos de Nicaragua, nos narraba el dramático cambio de la personalidad de su presidente. “Dónde está el héroe que buscó por las armas liberar a este pueblo?”, se preguntaba cuando narraba el intento de reelección con una esposa que recorría las ciudades para mostrar su poder, intentar someter y hasta reprimir si sus deseos de ser electa vicepresidenta no se lograban.

Alcanzó el cargo, se convirtió así en el brazo derecho de su marido, el presidente Ortega y con ello, el filtro más poderoso para aislar el poder y ejercerlo sin cortapisas. Los datos más recientes de la forma en que ella domina el poder es el número de personas fallecidas en esta intentona por sacudirlos del poder. Para ella, van 10. Para los defensores de Derechos Humanos, más de 20. Para el presidente, lo que sucede ahí, en su contra, se queda ahí, y por ello, ha censurado los medios de comunicación y los medios digitales, como la televisión, para que no digan lo que sucede, no transmitan ninguna información sobre las marchas de protesta, silencien su decir sólo a lo que el poder les diga.

Por ello, el periodista Ángel Eduardo Gahona, director del noticiero nicaragüense El Meridiano, salió con su celular para usar lo que no ha logrado censurar esa pareja del poder, para transmitir cinco minutos. Para narrar lo que estaba sucediendo y para mostrarnos con su silencio, cuando llegó la bala que le cortó la vida, que así se vive en el gobierno del otrora líder sandinista.

La caída de Anastasio Somoza que ejerció el poder en Nicaragua a partir de 1967 y hasta 1979, con apenas dos años fuera de él, es decir, 10 años de gobierno, llevó al poder a Daniel Ortega, que en sus cuatro periodos de gobierno ha acumulado 23 años, más que aquellos contra quienes luchó.

Las reformas que han mantenido en el poder a Ortega no han sido bien aceptadas. Pero parece lejano, fuera de un continente que nos hermana, lejos de condiciones que en realidad debieran ser superadas por la propia esencia de quienes han levantado banderas de libertad.

El asesinato de Ángel Eduardo Gahona, no sólo afecta a su familia. No sólo por la orfandad de sus dos hijos, uno de 16 años y una nena de 4. Sino también un proyecto periodístico alternativo que fundara con su esposa Migueliuth Sandoval, que era la presentadora del noticiero. Sino también el enojo por cortar la vida a un joven que provenía de padres cuya formación como pastores de las Asambleas de Dios, nos daba una idea de los valores con que fue criado y que él asumió como una conducta de vida, que por las formas del poder de Nicaragua y otros lugares, pudo hacer una opción distinta, y no lo hizo.

Pero esta lucha reciente, éstas protestas contra Daniel Ortega, esta movilización social a la que ahora se suman grupos que se aglutinaron en la llamada “Unidad de Resistencia Nacional”, éste asesinato del periodista Gahona, parecen ser, lamentablemente, sólo la punta de lo que prevalece dentro de una gran inconformidad, que surge cuando miró transformar al héroe de antaño, en el villano de ahora, en el opresor y ahora, nuevo dictador de la sufrida Nicaragua. ¿Surrealismo?



El ejercicio hace surrealista al poder. Lo transforma, le cambia el pensamiento libertador por un pensamiento de dominio. Aquello con lo que no comulgaban y les parecía despreciable condición humana, la retoman, la aplican y se dan el gusto de darle su toque personal para hacer más despreciable lo que ellos tocaron.

Una amiga periodista con quien mantuvimos contacto informativo para traer a nuestra capital acontecimientos de Nicaragua, nos narraba el dramático cambio de la personalidad de su presidente. “Dónde está el héroe que buscó por las armas liberar a este pueblo?”, se preguntaba cuando narraba el intento de reelección con una esposa que recorría las ciudades para mostrar su poder, intentar someter y hasta reprimir si sus deseos de ser electa vicepresidenta no se lograban.

Alcanzó el cargo, se convirtió así en el brazo derecho de su marido, el presidente Ortega y con ello, el filtro más poderoso para aislar el poder y ejercerlo sin cortapisas. Los datos más recientes de la forma en que ella domina el poder es el número de personas fallecidas en esta intentona por sacudirlos del poder. Para ella, van 10. Para los defensores de Derechos Humanos, más de 20. Para el presidente, lo que sucede ahí, en su contra, se queda ahí, y por ello, ha censurado los medios de comunicación y los medios digitales, como la televisión, para que no digan lo que sucede, no transmitan ninguna información sobre las marchas de protesta, silencien su decir sólo a lo que el poder les diga.

Por ello, el periodista Ángel Eduardo Gahona, director del noticiero nicaragüense El Meridiano, salió con su celular para usar lo que no ha logrado censurar esa pareja del poder, para transmitir cinco minutos. Para narrar lo que estaba sucediendo y para mostrarnos con su silencio, cuando llegó la bala que le cortó la vida, que así se vive en el gobierno del otrora líder sandinista.

La caída de Anastasio Somoza que ejerció el poder en Nicaragua a partir de 1967 y hasta 1979, con apenas dos años fuera de él, es decir, 10 años de gobierno, llevó al poder a Daniel Ortega, que en sus cuatro periodos de gobierno ha acumulado 23 años, más que aquellos contra quienes luchó.

Las reformas que han mantenido en el poder a Ortega no han sido bien aceptadas. Pero parece lejano, fuera de un continente que nos hermana, lejos de condiciones que en realidad debieran ser superadas por la propia esencia de quienes han levantado banderas de libertad.

El asesinato de Ángel Eduardo Gahona, no sólo afecta a su familia. No sólo por la orfandad de sus dos hijos, uno de 16 años y una nena de 4. Sino también un proyecto periodístico alternativo que fundara con su esposa Migueliuth Sandoval, que era la presentadora del noticiero. Sino también el enojo por cortar la vida a un joven que provenía de padres cuya formación como pastores de las Asambleas de Dios, nos daba una idea de los valores con que fue criado y que él asumió como una conducta de vida, que por las formas del poder de Nicaragua y otros lugares, pudo hacer una opción distinta, y no lo hizo.

Pero esta lucha reciente, éstas protestas contra Daniel Ortega, esta movilización social a la que ahora se suman grupos que se aglutinaron en la llamada “Unidad de Resistencia Nacional”, éste asesinato del periodista Gahona, parecen ser, lamentablemente, sólo la punta de lo que prevalece dentro de una gran inconformidad, que surge cuando miró transformar al héroe de antaño, en el villano de ahora, en el opresor y ahora, nuevo dictador de la sufrida Nicaragua. ¿Surrealismo?