/ viernes 17 de mayo de 2024

Realpolitik | Campañas, agendas y un mundo de caramelo

Dentro de poco serán las elecciones concurrentes, federales y locales; en las primeras se elegirá a quien ocupe la presidencia de la República, y las Cámaras de senadores y de diputados; en las estatales legislaturas locales y presidencias municipales; en algunos estados se seleccionarán a los gobernadores. Y en este proceso de búsqueda del voto ciudadano, las y los aspirantes van mostrando su discurso sobre lo qué tienen pendiente de hacer en caso de ganar. Son muchas las promesas que hacen, al fin y al cabo después van a dar el mismo número de explicaciones del por qué no las pueden cumplir.

Todas las campañas, van en dos vertientes: La primera tratan de lograr las simpatías de los indecisos y fortalecer al número de simpatizantes; en otra ruta con la guerra sucia está la de disminuir las simpatías de los contendientes. Sin embargo, algo ha cambiado a partir del crecimiento exponencial del número de usuarios las redes sociodigitales, como Facebook, X (antes Twitter), TikTok o Youtube y mensajes y videos que se transmiten a través de WhatsApp, en la que se comparten todo tipo de información o desinformación que tiene que ver con las creencias de los receptores y de quienes las reenvían.

El término de agenda setting como concepto de la sociología de la comunicación tiene que ver con el protagonismo de los medios masivos de la comunicación, precisamente a raíz de una investigación de Maxwell McCombs (Estableciendo la agenda. El impacto de los medios en la opinión pública y en el conocimiento) en el que analiza la relación entre las preocupaciones sobre la realidad que tenían los ciudadanos, a partir de la información que transmitían los noticieros, prensa, radio y televisión, cuya percepción también era atendida por los aspirantes a un cargo popular para presentar entre sus propuestas los problemas de los cuales hablaban los medios y se expresaban entre los electores en las encuestas electorales.

Esto reflejaba una vinculación entre candidatos y ciudadanos teniendo como intermediarios a los noticieros. Entonces los medios de comunicación de masas tenían protagonismo en la difusión de las noticias. Hay quienes argumentan que los noticieros perdieron credibilidad, pero están dispuestos a creer a otras personas sólo porque se ajusta a sus creencias, aunque no tengan evidencias ni asidero de la realidad, de ahí el nacimiento del concepto de posverdad, es decir lo que se toma como cierto nada más porque se quiere creer en eso.

Es por ello, que las redes sociales están llenas de “influencers” que le dicen a la gente lo que quiere escuchar, estos y los “bots” (robots) programados que se aprovechan de estas creencias para viralizar información falsa.

Es en este contexto en el que se están realizando las campañas electorales, en las que las candidatas y candidatos se enfocan en los temas (la agenda) que a ellos les conviene, les interesa y estratégicamente ignorando lo que no les abona simpatías. Ese mundo de caramelo que muestran los candidatos es el anverso de la moneda de lo que viven los ciudadanos de a pie.

De tal manera que la agenda pública de los candidatos es la de ellos, y aparentemente la de población, pero influenciada por los temas que colocan los propios aspirantes con sus productores de contenido que ellos mismos financian. A diferencia de los noticieros de los medios de comunicación que tienen que presentar un espectro más amplio de información noticiosa que puede gustarnos o no, pero son parte de la realidad y no la realidad ficticia que suelen presentar los personajes (influencers) financiados por los partidos políticos.

Así que al momento de informarse se debe tener claro que hay una realidad que representa a un mundo de caramelo y otra que nada tiene que ver con esto. Y ahí si, cada uno es libre de creer en una o en otra.

Dentro de poco serán las elecciones concurrentes, federales y locales; en las primeras se elegirá a quien ocupe la presidencia de la República, y las Cámaras de senadores y de diputados; en las estatales legislaturas locales y presidencias municipales; en algunos estados se seleccionarán a los gobernadores. Y en este proceso de búsqueda del voto ciudadano, las y los aspirantes van mostrando su discurso sobre lo qué tienen pendiente de hacer en caso de ganar. Son muchas las promesas que hacen, al fin y al cabo después van a dar el mismo número de explicaciones del por qué no las pueden cumplir.

Todas las campañas, van en dos vertientes: La primera tratan de lograr las simpatías de los indecisos y fortalecer al número de simpatizantes; en otra ruta con la guerra sucia está la de disminuir las simpatías de los contendientes. Sin embargo, algo ha cambiado a partir del crecimiento exponencial del número de usuarios las redes sociodigitales, como Facebook, X (antes Twitter), TikTok o Youtube y mensajes y videos que se transmiten a través de WhatsApp, en la que se comparten todo tipo de información o desinformación que tiene que ver con las creencias de los receptores y de quienes las reenvían.

El término de agenda setting como concepto de la sociología de la comunicación tiene que ver con el protagonismo de los medios masivos de la comunicación, precisamente a raíz de una investigación de Maxwell McCombs (Estableciendo la agenda. El impacto de los medios en la opinión pública y en el conocimiento) en el que analiza la relación entre las preocupaciones sobre la realidad que tenían los ciudadanos, a partir de la información que transmitían los noticieros, prensa, radio y televisión, cuya percepción también era atendida por los aspirantes a un cargo popular para presentar entre sus propuestas los problemas de los cuales hablaban los medios y se expresaban entre los electores en las encuestas electorales.

Esto reflejaba una vinculación entre candidatos y ciudadanos teniendo como intermediarios a los noticieros. Entonces los medios de comunicación de masas tenían protagonismo en la difusión de las noticias. Hay quienes argumentan que los noticieros perdieron credibilidad, pero están dispuestos a creer a otras personas sólo porque se ajusta a sus creencias, aunque no tengan evidencias ni asidero de la realidad, de ahí el nacimiento del concepto de posverdad, es decir lo que se toma como cierto nada más porque se quiere creer en eso.

Es por ello, que las redes sociales están llenas de “influencers” que le dicen a la gente lo que quiere escuchar, estos y los “bots” (robots) programados que se aprovechan de estas creencias para viralizar información falsa.

Es en este contexto en el que se están realizando las campañas electorales, en las que las candidatas y candidatos se enfocan en los temas (la agenda) que a ellos les conviene, les interesa y estratégicamente ignorando lo que no les abona simpatías. Ese mundo de caramelo que muestran los candidatos es el anverso de la moneda de lo que viven los ciudadanos de a pie.

De tal manera que la agenda pública de los candidatos es la de ellos, y aparentemente la de población, pero influenciada por los temas que colocan los propios aspirantes con sus productores de contenido que ellos mismos financian. A diferencia de los noticieros de los medios de comunicación que tienen que presentar un espectro más amplio de información noticiosa que puede gustarnos o no, pero son parte de la realidad y no la realidad ficticia que suelen presentar los personajes (influencers) financiados por los partidos políticos.

Así que al momento de informarse se debe tener claro que hay una realidad que representa a un mundo de caramelo y otra que nada tiene que ver con esto. Y ahí si, cada uno es libre de creer en una o en otra.