/ jueves 14 de marzo de 2024

Realpolitik | En Guerrero el hilo se rompió por lo más delgado

En un intento por enmendar la plana por los yerros y pifias cometidas en torno al asesinato en manos de la policía del estudiante de la Normal Rural de Ayotzinapa, Yankee Kothan Gómez, la gobernadora Evelyn Salgado Pineda, despidió a dos secretarios de despacho de su gabinete, el de Gobierno, Ludwig Marcial Reynoso y al de Seguridad Pública, Rolando Solano Rivera, además de que anunció la remoción de la fiscal general del estado, Sandra Luz Valdovinos.

El día anterior en el Senado se dio el debate luego de que la fracción del Partido Acción Nacional pidió la desaparición de poderes en la entidad y la salida de la mandataria. El mal manejo de la información del gobierno del estado, en torno al asunto así como la fuga de uno de los policías involucrados que se dio a conocer por el presidente Andrés Manuel López Obrador fueron metiendo en crisis a la entidad.

De hecho la actuación de las policías, la estatal y la municipal de Acapulco, fueron noticias en esta semana pasada. La estatal con dos personas asesinadas, y la municipal con la detención arbitraria de un reportero. Pero el caso de mayor impacto mediático fue el del normalista, que trascendió en la intervención presidencial por el contexto en que se registra el hecho, luego del derrumbe de una puerta del palacio nacional por parte de los estudiantes de Ayotzinapa.

Del crimen perpetrado se evidenció una serie de irregularidades para encubrir el crimen, lo cual se apoyó en las conferencias de prensa y comunicaciones oficiales. Pero a la par de esto se mostró una falta de coordinación en Guerrero de las instancias oficiales, tanto federales como estatales, esta ineficiencia se reflejó en la custodia de los presuntos responsables y lo que ocasionó que uno de ellos huyera.

La muerte del estudiante de la Normal Rural de Ayotzinapa estriba de una gravedad todavía no dimensionada en sus repercusiones, porque ocurre en el momento de confrontación entre el Presidente y las madres y los padres de los 43 estudiantes desaparecidos en Ayotzinapa, en la que estos exigen a López Obrador justicia y este culpa a los defensores de manipularlos. Fue como parte de este enfrentamiento que los estudiantes derribaron la puerta del palacio, en la que exigían con esas protestas que el Ejecutivo los recibiera. Así a la desaparición de los 43, se agrega un muerto más.

Es público y notorio el aprecio que el presidente tiene a la familia Salgado, a la gobernadora y al senador Félix Salgado Macedonio, tan es así que sustituyó en la candidatura a la gubernatura a uno por la otra. La gran pregunta es qué tanto de ese afecto le ayudará a mantener la gobernabilidad en la entidad.

Recuérdese que entre el presidente Ernesto Zedillo y el gobernador Rubén Figueroa Alcocer se presumía compadrazgo, pero aún así lo hizo pedir licencia al cargo. Por otro lado, Ángel Aguirre, al dejar la gubernatura precisamente por la desaparición de los estudiantes de Ayotzinapa; dejó a la entidad con un movimiento radicalizado con intentos de boicot electoral.

Estos son elementos que deben preocupar al presidente y a la gobernadora, aunque el hilo fue cortado con dos secretarios de despacho, falta saber si los estudiantes de Ayotzinapa amainen su exigencia de justicia, tanto de los 43 como el de Yankee Kothan. Y deberían tener presentes que los normalistas no se conforman con poco.

En un intento por enmendar la plana por los yerros y pifias cometidas en torno al asesinato en manos de la policía del estudiante de la Normal Rural de Ayotzinapa, Yankee Kothan Gómez, la gobernadora Evelyn Salgado Pineda, despidió a dos secretarios de despacho de su gabinete, el de Gobierno, Ludwig Marcial Reynoso y al de Seguridad Pública, Rolando Solano Rivera, además de que anunció la remoción de la fiscal general del estado, Sandra Luz Valdovinos.

El día anterior en el Senado se dio el debate luego de que la fracción del Partido Acción Nacional pidió la desaparición de poderes en la entidad y la salida de la mandataria. El mal manejo de la información del gobierno del estado, en torno al asunto así como la fuga de uno de los policías involucrados que se dio a conocer por el presidente Andrés Manuel López Obrador fueron metiendo en crisis a la entidad.

De hecho la actuación de las policías, la estatal y la municipal de Acapulco, fueron noticias en esta semana pasada. La estatal con dos personas asesinadas, y la municipal con la detención arbitraria de un reportero. Pero el caso de mayor impacto mediático fue el del normalista, que trascendió en la intervención presidencial por el contexto en que se registra el hecho, luego del derrumbe de una puerta del palacio nacional por parte de los estudiantes de Ayotzinapa.

Del crimen perpetrado se evidenció una serie de irregularidades para encubrir el crimen, lo cual se apoyó en las conferencias de prensa y comunicaciones oficiales. Pero a la par de esto se mostró una falta de coordinación en Guerrero de las instancias oficiales, tanto federales como estatales, esta ineficiencia se reflejó en la custodia de los presuntos responsables y lo que ocasionó que uno de ellos huyera.

La muerte del estudiante de la Normal Rural de Ayotzinapa estriba de una gravedad todavía no dimensionada en sus repercusiones, porque ocurre en el momento de confrontación entre el Presidente y las madres y los padres de los 43 estudiantes desaparecidos en Ayotzinapa, en la que estos exigen a López Obrador justicia y este culpa a los defensores de manipularlos. Fue como parte de este enfrentamiento que los estudiantes derribaron la puerta del palacio, en la que exigían con esas protestas que el Ejecutivo los recibiera. Así a la desaparición de los 43, se agrega un muerto más.

Es público y notorio el aprecio que el presidente tiene a la familia Salgado, a la gobernadora y al senador Félix Salgado Macedonio, tan es así que sustituyó en la candidatura a la gubernatura a uno por la otra. La gran pregunta es qué tanto de ese afecto le ayudará a mantener la gobernabilidad en la entidad.

Recuérdese que entre el presidente Ernesto Zedillo y el gobernador Rubén Figueroa Alcocer se presumía compadrazgo, pero aún así lo hizo pedir licencia al cargo. Por otro lado, Ángel Aguirre, al dejar la gubernatura precisamente por la desaparición de los estudiantes de Ayotzinapa; dejó a la entidad con un movimiento radicalizado con intentos de boicot electoral.

Estos son elementos que deben preocupar al presidente y a la gobernadora, aunque el hilo fue cortado con dos secretarios de despacho, falta saber si los estudiantes de Ayotzinapa amainen su exigencia de justicia, tanto de los 43 como el de Yankee Kothan. Y deberían tener presentes que los normalistas no se conforman con poco.