/ lunes 14 de febrero de 2022

Presidente ¿dictadura evidenciada?

Creo que para Palacio Nacional no fue un fin de semana tranquilo, al menos no uno en el que campeara la felicidad, que hace mucho tiempo huyó del rostro del Presidente. Por ello trasciende que, aún cuando no esté por escrito, se ha dado órdenes de que los temas del hijo de AMLO, José Ramón y la casita de Houston, no se hable, así como del periodista Carlos Loret, aún cuando nada asegura que sea el propio mandatario quien rompe su silencio sobre estos temas.

Si hay responsabilidad en la Presidencia se habrá revisado con serenidad el tema de la impresionante participación ciudadana que dejó la solidaridad y apoyo al periodista Carlos Loret de Mola, luego de que fuera expuesto por el Jefe del Ejecutivo en una muestra de ingresos por trabajo que fueron desvirtuados por el propio periodista, pero OJO, en ningún lugar de asentó que proviniera de un grupo delincuencial y que en cambio expuso al periodista ante un escenario de violencia que vive el país y que no se ha logrado cambiar cuando de frente dice “abrazos, no balazos” y en el territorio son atacados fuerzas del orden por grupos que no acatan la orden presidencial.

Bajo el #TodosSomosLoret la Sociedad Civil México @SocCivilMx convocó a un foro abierto a la sociedad en general. La respuesta fue mayúscula al concitar a más de 60 mil ciudadanas y ciudadanos con distintas actividades entre escritores, periodistas, artistas, críticos, mujeres y hombres de distintas edades y profesiones que cerraron filas a favor del periodista e hicieron un frente contra el Presidente al evidenciar que su actuación responde más al perfil de un dictador que a un demócrata , y aún más, que sus palabras en su conferencia matutina están revestidas de odio, de rencor, de división, de abuso de poder, de difamación en el que, dijeron, nadie está salvo.

Esta acción mostró que la “aceptación” del Presidente de México está prendida de los apoyos que brinda con el erario público y moldeada con operadores de tierra en un binomio por demás evidente. Como también mostró que no toda la sociedad permanece recibiendo como una doctrina sus palabras y aceptadas como si de profeta se tratara.

Sin argumentos, el mandatario ocupó la fuerza del estado para mostrar para qué es el poder: para mostrarse y ejercerse. Incluso como poder absoluto que pretende, presentó la vena de intolerancia intentando un linchamiento público que, no consiguió.

Pero hay algo que si consiguió con esta acción: Evidenciarse como dictador.

Su hijo es tema internacional. Su hijo es tema nacional. Su hijo es su hechura. ¿Cómo fingir que su hijo trabajó si aprendió de él que puede conseguir sin hacer? ¿Cómo puede pretender que actúe con escrúpulos si sus hermanos evidencian la ausencia de los mismos?

Este es un asunto de familia, pero como familia del poder que pide a la sociedad vivir en la austeridad, que señala de aspiracionistas a quienes pretenden salir del entorno en el que se encuentran, cuando pide un par de zapatos como patrimonio y desarticula empresas para generar una dependencia del gobierno y de esta manera hacer un manejo totalitarismo desde la dictatura, ha quedado claro que no hay distancia de los que señala, que son iguales. La diferencia ahora, es el repudio. ¿Podrá con él? Algún día sabremos a qué costo. Surrealismo.

Creo que para Palacio Nacional no fue un fin de semana tranquilo, al menos no uno en el que campeara la felicidad, que hace mucho tiempo huyó del rostro del Presidente. Por ello trasciende que, aún cuando no esté por escrito, se ha dado órdenes de que los temas del hijo de AMLO, José Ramón y la casita de Houston, no se hable, así como del periodista Carlos Loret, aún cuando nada asegura que sea el propio mandatario quien rompe su silencio sobre estos temas.

Si hay responsabilidad en la Presidencia se habrá revisado con serenidad el tema de la impresionante participación ciudadana que dejó la solidaridad y apoyo al periodista Carlos Loret de Mola, luego de que fuera expuesto por el Jefe del Ejecutivo en una muestra de ingresos por trabajo que fueron desvirtuados por el propio periodista, pero OJO, en ningún lugar de asentó que proviniera de un grupo delincuencial y que en cambio expuso al periodista ante un escenario de violencia que vive el país y que no se ha logrado cambiar cuando de frente dice “abrazos, no balazos” y en el territorio son atacados fuerzas del orden por grupos que no acatan la orden presidencial.

Bajo el #TodosSomosLoret la Sociedad Civil México @SocCivilMx convocó a un foro abierto a la sociedad en general. La respuesta fue mayúscula al concitar a más de 60 mil ciudadanas y ciudadanos con distintas actividades entre escritores, periodistas, artistas, críticos, mujeres y hombres de distintas edades y profesiones que cerraron filas a favor del periodista e hicieron un frente contra el Presidente al evidenciar que su actuación responde más al perfil de un dictador que a un demócrata , y aún más, que sus palabras en su conferencia matutina están revestidas de odio, de rencor, de división, de abuso de poder, de difamación en el que, dijeron, nadie está salvo.

Esta acción mostró que la “aceptación” del Presidente de México está prendida de los apoyos que brinda con el erario público y moldeada con operadores de tierra en un binomio por demás evidente. Como también mostró que no toda la sociedad permanece recibiendo como una doctrina sus palabras y aceptadas como si de profeta se tratara.

Sin argumentos, el mandatario ocupó la fuerza del estado para mostrar para qué es el poder: para mostrarse y ejercerse. Incluso como poder absoluto que pretende, presentó la vena de intolerancia intentando un linchamiento público que, no consiguió.

Pero hay algo que si consiguió con esta acción: Evidenciarse como dictador.

Su hijo es tema internacional. Su hijo es tema nacional. Su hijo es su hechura. ¿Cómo fingir que su hijo trabajó si aprendió de él que puede conseguir sin hacer? ¿Cómo puede pretender que actúe con escrúpulos si sus hermanos evidencian la ausencia de los mismos?

Este es un asunto de familia, pero como familia del poder que pide a la sociedad vivir en la austeridad, que señala de aspiracionistas a quienes pretenden salir del entorno en el que se encuentran, cuando pide un par de zapatos como patrimonio y desarticula empresas para generar una dependencia del gobierno y de esta manera hacer un manejo totalitarismo desde la dictatura, ha quedado claro que no hay distancia de los que señala, que son iguales. La diferencia ahora, es el repudio. ¿Podrá con él? Algún día sabremos a qué costo. Surrealismo.