/ lunes 27 de julio de 2020

Covid. Historias en la oscuridad

Las cifras del COVID-19 se mueven entre la ciencia y la política. Éste no es un bueno binomio. La ciencia no puede dar resultados certeros si pierde la objetividad a la que está destinada, sin embargo, en nuestro país, el surrealismo vuelve a poner su rasgo característico y los resultados están como nos los muestran, enredados y oscuros.

Las cifras y el semáforo epidemiológico tienen problemas en su alimentación de datos. Las fuentes, que deben ser oficiales, se alimentan de las que vierten las entidades federativas y éstas de sus propios municipios. Al menos así nos hicieron creer. Éstos datos, como la temporalidad de los mismos se fueron cayendo y con ellos, la credibilidad sobre la seriedad de Los mismos. Tan así qué algunos Gobernadores de plano han señalado qué hay diferencias y el Gobierno Federal ha dejados en las y los Mandatarios la responsabilidad de la movilidad ciudadana, la política antes de la ciencia y ésta no parece estar al servicio social.

Y entonces de la oscuridad del dolor empezaron a surgir las voces de dolor que dan cuenta de fallecimientos por causa del Coronavirus. Voces que empezaron en silencios por señalamientos de oprobio en los contagios y que poco a poco abren el tema para reconocer que ha sino por éste virus y algo más difícil, que sus registros no están en las cifras oficiales. Incluso ni con el anunció del Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador de otorgar apoyo económico a las familias que han perdido un familiar por éstas circunstancias.

Los datos de fallecimientos se van sumando lamentablemente y aquí la ciencia y la política vuelven a ponerse frente a frente. El primero que debería buscar mecanismos para tener un registro objetivo que le permita estudiar y desde ahí encontrar mecanismos de prevención, se somete a la decisión política de la negativa a reconocer los riesgos y por tanto de no empujar medidas adecuadas para la salud de la sociedad y el cuidado del ejército a cargo, el médico.

La oscuridad ha cobijado el doloroso proceso de la pandemia en las familias mexicanas que han tenido que morder el dolor a solas, frente al grupo familiar que, a distancia física también, se queda impávida frente al hecho.

No hay acompañamiento, no hay funeral digno, no hay confianza en las cifras, no hay confianza en el rumbo social que se somete a la decisión política ante la falta de voces que conduzcan la crisis hacia mejor destino.

Coincido con Antonio Navalón, columnista de El Financiero, en que el “primer cambio geopolítico es mental e individual, es saber y aceptar que los milagros no nos devolverán un mundo que ya no existe y que el que hay que construir es uno sobre valores como son sociedades libres y fuertes". La oscuridad de éste presente sólo puede encontrar luz en El Creador y en la fortaleza que pueda sacar de las propias e individuales circunstancias que viva cada mexicano, en su construcción individual y familiar, para encontrar un presente más seguro y un presente con dignidad económica.

Porque si tiene razón Carlos Petersen, analista para México de Eurasia Group, que señala que “Medidas más duras ante el COVID-19 dan mayor capital político”, lo que tendremos será una pandemia con una crisis política, sin ruta y sin destino claro. Historias en la oscuridad. Surrealismo?

Las cifras del COVID-19 se mueven entre la ciencia y la política. Éste no es un bueno binomio. La ciencia no puede dar resultados certeros si pierde la objetividad a la que está destinada, sin embargo, en nuestro país, el surrealismo vuelve a poner su rasgo característico y los resultados están como nos los muestran, enredados y oscuros.

Las cifras y el semáforo epidemiológico tienen problemas en su alimentación de datos. Las fuentes, que deben ser oficiales, se alimentan de las que vierten las entidades federativas y éstas de sus propios municipios. Al menos así nos hicieron creer. Éstos datos, como la temporalidad de los mismos se fueron cayendo y con ellos, la credibilidad sobre la seriedad de Los mismos. Tan así qué algunos Gobernadores de plano han señalado qué hay diferencias y el Gobierno Federal ha dejados en las y los Mandatarios la responsabilidad de la movilidad ciudadana, la política antes de la ciencia y ésta no parece estar al servicio social.

Y entonces de la oscuridad del dolor empezaron a surgir las voces de dolor que dan cuenta de fallecimientos por causa del Coronavirus. Voces que empezaron en silencios por señalamientos de oprobio en los contagios y que poco a poco abren el tema para reconocer que ha sino por éste virus y algo más difícil, que sus registros no están en las cifras oficiales. Incluso ni con el anunció del Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador de otorgar apoyo económico a las familias que han perdido un familiar por éstas circunstancias.

Los datos de fallecimientos se van sumando lamentablemente y aquí la ciencia y la política vuelven a ponerse frente a frente. El primero que debería buscar mecanismos para tener un registro objetivo que le permita estudiar y desde ahí encontrar mecanismos de prevención, se somete a la decisión política de la negativa a reconocer los riesgos y por tanto de no empujar medidas adecuadas para la salud de la sociedad y el cuidado del ejército a cargo, el médico.

La oscuridad ha cobijado el doloroso proceso de la pandemia en las familias mexicanas que han tenido que morder el dolor a solas, frente al grupo familiar que, a distancia física también, se queda impávida frente al hecho.

No hay acompañamiento, no hay funeral digno, no hay confianza en las cifras, no hay confianza en el rumbo social que se somete a la decisión política ante la falta de voces que conduzcan la crisis hacia mejor destino.

Coincido con Antonio Navalón, columnista de El Financiero, en que el “primer cambio geopolítico es mental e individual, es saber y aceptar que los milagros no nos devolverán un mundo que ya no existe y que el que hay que construir es uno sobre valores como son sociedades libres y fuertes". La oscuridad de éste presente sólo puede encontrar luz en El Creador y en la fortaleza que pueda sacar de las propias e individuales circunstancias que viva cada mexicano, en su construcción individual y familiar, para encontrar un presente más seguro y un presente con dignidad económica.

Porque si tiene razón Carlos Petersen, analista para México de Eurasia Group, que señala que “Medidas más duras ante el COVID-19 dan mayor capital político”, lo que tendremos será una pandemia con una crisis política, sin ruta y sin destino claro. Historias en la oscuridad. Surrealismo?