/ lunes 21 de junio de 2021

“Aspiracionista: Día del Padre”

A propósito del Día del Padre que se conmemoró este domingo, y la verdad no queriendo hablar más de política luego de una elección que debemos abordar de todas maneras en algún momento, no pude evitar caer en la palabra que vertida por el Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, nos condena a la mediocridad y reduce aún más la posible inspiración que los padres de familia podamos ser para nuestros hijos e hijas.

Qué pasa si los padres y las madres de familia dejamos de motivar a nuestros descendientes a salir adelante?, incurriríamos en alguna responsabilidad legal?, o aún peor, nos ubicaríamos en la antesala del retroceso social y con ello, en la caótica condición de la anarquía?.

Me causa escalofrío pensar que las famosas frases con las que se ha procurado impulsar programas sociales referentes a “restaurar el tejido social”, sea no para ayudar a la sociedad a impulsar el desarrollo social, económico, cultural, sino relacionar la misma con una condición de conformismo donde impere la falta de valores, se generalice el libertinaje de actuar fuera de la ley y se condicione la vida a la dádiva.

Me aterroriza que el ataque sistemático al pensamiento libre sea una forma de inhibirlo y considerarlo innecesario para un esquema social que pretende instaurarse y someta al silencio a partir de una concepción de “estar en contra” si se difiere al dogma de una transformación que no ha tenido más que yerros y que pretende ser una línea política asumida sin cuestionamiento.

Llevado al chiste, repetir “aspiracionista” es muy malo. Y no me atrevo ni a replicarlo ni a sonreír como acto de complicidad y aceptación.

Crecí con la ausencia de la presencia masculina en mi hogar. Era mi madre quien asumió las dos figuras y en ambas el impulso a salir adelante fue una constante aplicado con el comparativo del contexto social del momento donde el camino al trabajo y a la escuela constituían la única oportunidad para no caer en el vicio, en la conducta fuera de la ley que era relacionado con aquellos que habían perdido o no habían recibido el impulso a “aspirar” a ser mejores que el común.

En este Día del Padre, cuando asumo la figura con aquello que me hubiera gustado recibir de la voz paterna, pero combinó con la imagen materna y con aquello que me permite la reflexión considerar como apropiado, no puedo dejar de lado considerar peligroso, es más, altamente peligrosa la expresión vertida por quien debe ser un inspirador para todo el país que gobierna.

Si dejamos de aspirar en la doble moral que los medios reflejan de esa figura de poder, una declaración vertida a las y los mexicanos radicados en este país, hasta parece desaliñado como un acto de imitación a ser masa, en tanto sus vástagos mayores de edad dan cuenta en sus redes sociales de que son unos aspiracionistas que viven bien, entonces no habrá duda de que se pretende reducir el pensamiento para gobernar masas de la que será difícil y costoso socialmente salir. Surrealismo?

A propósito del Día del Padre que se conmemoró este domingo, y la verdad no queriendo hablar más de política luego de una elección que debemos abordar de todas maneras en algún momento, no pude evitar caer en la palabra que vertida por el Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, nos condena a la mediocridad y reduce aún más la posible inspiración que los padres de familia podamos ser para nuestros hijos e hijas.

Qué pasa si los padres y las madres de familia dejamos de motivar a nuestros descendientes a salir adelante?, incurriríamos en alguna responsabilidad legal?, o aún peor, nos ubicaríamos en la antesala del retroceso social y con ello, en la caótica condición de la anarquía?.

Me causa escalofrío pensar que las famosas frases con las que se ha procurado impulsar programas sociales referentes a “restaurar el tejido social”, sea no para ayudar a la sociedad a impulsar el desarrollo social, económico, cultural, sino relacionar la misma con una condición de conformismo donde impere la falta de valores, se generalice el libertinaje de actuar fuera de la ley y se condicione la vida a la dádiva.

Me aterroriza que el ataque sistemático al pensamiento libre sea una forma de inhibirlo y considerarlo innecesario para un esquema social que pretende instaurarse y someta al silencio a partir de una concepción de “estar en contra” si se difiere al dogma de una transformación que no ha tenido más que yerros y que pretende ser una línea política asumida sin cuestionamiento.

Llevado al chiste, repetir “aspiracionista” es muy malo. Y no me atrevo ni a replicarlo ni a sonreír como acto de complicidad y aceptación.

Crecí con la ausencia de la presencia masculina en mi hogar. Era mi madre quien asumió las dos figuras y en ambas el impulso a salir adelante fue una constante aplicado con el comparativo del contexto social del momento donde el camino al trabajo y a la escuela constituían la única oportunidad para no caer en el vicio, en la conducta fuera de la ley que era relacionado con aquellos que habían perdido o no habían recibido el impulso a “aspirar” a ser mejores que el común.

En este Día del Padre, cuando asumo la figura con aquello que me hubiera gustado recibir de la voz paterna, pero combinó con la imagen materna y con aquello que me permite la reflexión considerar como apropiado, no puedo dejar de lado considerar peligroso, es más, altamente peligrosa la expresión vertida por quien debe ser un inspirador para todo el país que gobierna.

Si dejamos de aspirar en la doble moral que los medios reflejan de esa figura de poder, una declaración vertida a las y los mexicanos radicados en este país, hasta parece desaliñado como un acto de imitación a ser masa, en tanto sus vástagos mayores de edad dan cuenta en sus redes sociales de que son unos aspiracionistas que viven bien, entonces no habrá duda de que se pretende reducir el pensamiento para gobernar masas de la que será difícil y costoso socialmente salir. Surrealismo?