/ lunes 16 de mayo de 2022

Reflexiones en el Día del Maestro

El domingo pasado 15 de mayo, como una fecha de gran relevancia en el calendario cívico nacional, fue conmemorado el Día de las y los maestros en nuestro país.

Se trata de un hecho de gran relevancia pues implica el reconocimiento de este importante sector de la población, no sólo por la capacidad de compartir su conocimiento a las y los alumnos, sino también por su valor como agentes que impulsan el cambio social.

Es menester precisar que el artículo tercero de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos es muy claro, el derecho a la educación es para todas las personas, correspondiendo al Estado en sus tres órdenes de gobierno, impartir y garantizar la educación desde el nivel preescolar hasta el superior, debiendo ejercer la rectoría de la misma, bajo las bases de ser obligatoria, universal, inclusiva, pública, gratuita y laica.

En esta función indispensable las y los docentes desempeñan un papel de trascendencia fundamental, siendo la columna vertebral del sistema educativo nacional. Es por ello que, el respaldo, apoyo y atención del sector magisterial sea un asunto que requiera el más alto compromiso de todas las autoridades, sin actos de demagogia ni promesas ilusorias.

Cabe mencionar que durante la etapa más crítica de la pandemia, vimos como las y los maestros de México asumieron con un alto grado de responsabilidad y congruencia poner en marcha la evolución del modelo educativo, adaptándose a las nuevas tecnologías de la comunicación e información que ofrecieron beneficios relevantes, mismos que sin duda alguna podrían seguirse empleando a favor del sistema.

Ahora, con el regreso gradual a las actividades ordinarias, la educación no ha sido la excepción, siendo el caso que el sector docente a la par de manifestar su fiel compromiso con continuar por el sendero de garantizar la educación de millones de personas, demandan también una serie de compromisos por parte de las autoridades. Bajo esta tesitura, el Día del Maestro no sólo nos invita a reconocer esta importantísima profesión, sino también a reflexionar en torno a las adversidades que viven los maestros.

Justo es que el ámbito educativo no se ha mantenido ajeno a una serie considerable de desafíos para la nueva forma en la que habrá de desahogarse en tiempos de pospandemia, requiriendo más que nunca la suma de esfuerzos de todos los actores involucrados para que con un gran sentido de compromiso y visión no se generen afectaciones en esta transición y modernización que vive el binomio enseñanza-aprendizaje.

A ello hay que sumar, la necesidad de no dejar en el abandono a las y los maestros de comunidades marginales, que por situaciones económicas o sociales enfrentan mayores rezagos en el sistema educativo. Para ellos deben enfocarse estrategias especializadas que conozcan los desafíos y ofrezcan las mejores respuestas.

En suma, las autoridades educativas, los maestros, los padres de familia y los alumnos, deben sumar esfuerzos para trabajar en favor de que la educación se materialice como el motor de movilidad social, reconociendo y alentando a las y los maestros para que tengan las mejores condiciones y oportunidades.