/ miércoles 13 de marzo de 2024

Mexicanas al grito de paz

Si la sociedad no admite el libre desarrollo de la mujer, habrá que reformar la sociedad

Elizabeth Blackwell


Cientos de miles de mujeres salieron el pasado viernes 8 de marzo a las calles de nuestro país para alzar la voz, visibilizar múltiples circunstancias de la que son objeto en su día a día y la lucha constante de supervivencia.

Esta realidad trasciende cualquier frontera o barrera, pues a pesar de los avances en materia de derechos y la participación de las mujeres en diversos ámbitos de la sociedad, el panorama que enfrentan sigue siendo sumamente desafiante y preocupante.

Las estadísticas son alarmantes: en México, las mujeres continúan siendo víctimas de violencia de género de manera alarmante. Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en promedio, 10 mujeres son asesinadas cada día en el país debido a su género. Esta cifra escalofriante refleja la grave crisis de violencia que enfrentan las mujeres mexicanas en su vida cotidiana, en todas sus expresiones.

Además de la violencia, las mujeres enfrentan una serie de obstáculos estructurales que limitan su acceso a oportunidades de desarrollo personal y profesional. La brecha salarial persiste, con las mujeres ganando en promedio mucho menos que los hombres por el mismo trabajo. La participación política de las mujeres sigue siendo insuficiente, con un bajo número de mujeres ocupando cargos de elección popular y de toma de decisiones.

Lo anterior deja en claro que, las realidades no han cambiado en el fondo, toda vez que en pleno siglo XXI impera un panorama en que la brecha de desigualdad y violencia en contra de la mujer no ha sido erradicada.

Evidentemente, lo anterior implica un escenario nada alentador, lo cual se ha manifestado en la necesidad de las mexicanas a salir a las calles para exigir el respeto a sus derechos en condiciones de igualdad y equidad; y si bien es cierto que con el paso de los años ha habido considerables avances en el reconocimiento de derechos para este sector, también lo es que los retos que se presentan son enormes, profundos y polifacéticos.

Ante este panorama difícil, es fundamental que el gobierno tome medidas concretas para garantizar los derechos de las mujeres y proteger su seguridad. Sin embargo, lamentablemente, la respuesta del gobierno ha sido insuficiente e ineficaz. La falta de políticas públicas integrales y de recursos destinados específicamente a atender la violencia de género ha dejado desprotegidas a miles de mujeres en situación de vulnerabilidad, por lo tanto es imperiosamente necesaria la redistribución de recursos y poner el centro la justicia fiscal para visibilizar las desigualdades económicas que afectan a las mujeres y el acceso a la justicia.

En esta tesitura, la Organización de las Naciones Unidas desde 1975 instituyó el Día Internacional de la Mujer, anclando sus orígenes de esta fecha a las manifestaciones de las mujeres que reclamaban a principios del siglo XX el derecho a votar y ser votadas, mejores condiciones de trabajo y la igualdad entre los géneros.

De igual forma, un punto en el que la sociedad mexicana debe presentar particular atención es en no permitir un discurso de polarización, de rencor y de menoscabo que sepulte la voz de las mexicanas, pues no es un tema de derecha o de izquierda. Más bien el punto de partida para cerrar la brecha de desigualdad entre hombres y mujeres radica en una justa sensibilización y reconocimiento de las problemáticas que se presentan para poder actuar de inmediato.

Por ello, es importante que reflexionemos sobre la urgente necesidad de avanzar hacia una sociedad más justa e igualitaria para todas las personas. Es momento de alzar la voz. Exigir un cambio real que garantice los derechos y la seguridad de las mujeres en México, una nación pacífica, implica romper con el silencio y la indiferencia. No podemos permitir que la violencia y la discriminación sigan cobrando vidas y limitando el potencial de las mujeres. Es hora de actuar con determinación y solidaridad en favor de un futuro más justo y equitativo para todas y todos.

Si la sociedad no admite el libre desarrollo de la mujer, habrá que reformar la sociedad

Elizabeth Blackwell


Cientos de miles de mujeres salieron el pasado viernes 8 de marzo a las calles de nuestro país para alzar la voz, visibilizar múltiples circunstancias de la que son objeto en su día a día y la lucha constante de supervivencia.

Esta realidad trasciende cualquier frontera o barrera, pues a pesar de los avances en materia de derechos y la participación de las mujeres en diversos ámbitos de la sociedad, el panorama que enfrentan sigue siendo sumamente desafiante y preocupante.

Las estadísticas son alarmantes: en México, las mujeres continúan siendo víctimas de violencia de género de manera alarmante. Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en promedio, 10 mujeres son asesinadas cada día en el país debido a su género. Esta cifra escalofriante refleja la grave crisis de violencia que enfrentan las mujeres mexicanas en su vida cotidiana, en todas sus expresiones.

Además de la violencia, las mujeres enfrentan una serie de obstáculos estructurales que limitan su acceso a oportunidades de desarrollo personal y profesional. La brecha salarial persiste, con las mujeres ganando en promedio mucho menos que los hombres por el mismo trabajo. La participación política de las mujeres sigue siendo insuficiente, con un bajo número de mujeres ocupando cargos de elección popular y de toma de decisiones.

Lo anterior deja en claro que, las realidades no han cambiado en el fondo, toda vez que en pleno siglo XXI impera un panorama en que la brecha de desigualdad y violencia en contra de la mujer no ha sido erradicada.

Evidentemente, lo anterior implica un escenario nada alentador, lo cual se ha manifestado en la necesidad de las mexicanas a salir a las calles para exigir el respeto a sus derechos en condiciones de igualdad y equidad; y si bien es cierto que con el paso de los años ha habido considerables avances en el reconocimiento de derechos para este sector, también lo es que los retos que se presentan son enormes, profundos y polifacéticos.

Ante este panorama difícil, es fundamental que el gobierno tome medidas concretas para garantizar los derechos de las mujeres y proteger su seguridad. Sin embargo, lamentablemente, la respuesta del gobierno ha sido insuficiente e ineficaz. La falta de políticas públicas integrales y de recursos destinados específicamente a atender la violencia de género ha dejado desprotegidas a miles de mujeres en situación de vulnerabilidad, por lo tanto es imperiosamente necesaria la redistribución de recursos y poner el centro la justicia fiscal para visibilizar las desigualdades económicas que afectan a las mujeres y el acceso a la justicia.

En esta tesitura, la Organización de las Naciones Unidas desde 1975 instituyó el Día Internacional de la Mujer, anclando sus orígenes de esta fecha a las manifestaciones de las mujeres que reclamaban a principios del siglo XX el derecho a votar y ser votadas, mejores condiciones de trabajo y la igualdad entre los géneros.

De igual forma, un punto en el que la sociedad mexicana debe presentar particular atención es en no permitir un discurso de polarización, de rencor y de menoscabo que sepulte la voz de las mexicanas, pues no es un tema de derecha o de izquierda. Más bien el punto de partida para cerrar la brecha de desigualdad entre hombres y mujeres radica en una justa sensibilización y reconocimiento de las problemáticas que se presentan para poder actuar de inmediato.

Por ello, es importante que reflexionemos sobre la urgente necesidad de avanzar hacia una sociedad más justa e igualitaria para todas las personas. Es momento de alzar la voz. Exigir un cambio real que garantice los derechos y la seguridad de las mujeres en México, una nación pacífica, implica romper con el silencio y la indiferencia. No podemos permitir que la violencia y la discriminación sigan cobrando vidas y limitando el potencial de las mujeres. Es hora de actuar con determinación y solidaridad en favor de un futuro más justo y equitativo para todas y todos.