/ viernes 8 de diciembre de 2023

Ágora | Y no aprendemos...

El cambio climático no es broma. Los políticos del mundo y los hombres del dinero han querido restarle importancia ya que sus negocios como la extracción de petróleo y la minería, así como las siderúrgicas y la producción de vehículos, aviones, barcos deja millones de dólares en ganancias.

Los árabes son reacios a dejar de producir petróleo porque es la base de su economía. Los países desarrollados productores de vehículos, naves marítimas y aéreas, así como los extractores de minerales y productores de acero y otros metales se oponen a que se cambie la tecnología actual en base a combustibles fósiles y se supla con tecnología eólica, solar, eléctrica, etcétera, ya que significaría una inversión multimillonaria que no están dispuestos a pagar y el petróleo dejaría de ser la moneda de cambio para los árabes.

Los efectos de este cambio climático ya lo resiente el mundo entero con lluvias torrenciales que inundan las ciudades y deslaves de cerros que arrasan las viviendas. Los terremotos cada vez más intensos que no soportan las viejas estructuras de las poblaciones y mucho menos las nuevas que no adoptan las medidas antisísmicas que se recomiendan. Las terribles nevadas que rebasan los máximos históricos a niveles de glaciación continental. Las sequías cada día son más recurrentes al punto de secar literalmente las presas, ríos, lagunas y el campo.

De todo ello, en nuestro país tenemos claros ejemplos de desgracias de pérdidas humanas, de ganado, aves y especies marinas , las cuales se colocan en punto de extinción. El calentamiento del mar producto del debilitamiento de la capa de ozono, provoca los terribles huracanes como el que recientemente padecimos en Acapulco (Otis). El uso reiterado de los vehículos y los aparatos domésticos que utilizan gases venenosos trae consigo la destrucción de la capa de ozono.

La aceleración de la desgracia está a la vista y para como vamos, no creo que se alcance a cerrar el siglo. Las imágenes de ciudades llenas de smog por el uso indiscriminado de los vehículos sin los aditamentos anti smog son cada vez impresionantes. La aparición de nuevos virus que nos están aniquilando a los humanos también se sumas a esta desgracia. Un ejemplo claro que sí se puede dar la pelea por el planeta, fue la pandemia de COVID 19, que nos mantuvo encerrados en casa y se vio que los animales salvajes de bosques y selvas entraban y paseaban plácidamente por las calles de las ciudades. Los ríos y mares se limpiaron. El smog se fue y se vieron los cielos azules.

En Mexico estamos a punto de una elección para elegir a un nuevo gobierno que necesita urgentemente de expertos en cada materia para combatir y revertir los efectos del cambio climático. Científicos y técnicos especializados. Así como políticos con visón joven que le entren a estos temas y propongan políticas públicas sobre estas líneas. Se requiere un gran acuerdo entre los tres poderes para lograr hacer lo que nos toca e ir a las cumbres internacionales y llamar la atención de los países desarrollados para que adopten medidas drásticas y urgentes para revertir el daño al medio ambiente . El tiempo se nos acabó: o lo hacemos ya, o desaparecemos.

El cambio climático no es broma. Los políticos del mundo y los hombres del dinero han querido restarle importancia ya que sus negocios como la extracción de petróleo y la minería, así como las siderúrgicas y la producción de vehículos, aviones, barcos deja millones de dólares en ganancias.

Los árabes son reacios a dejar de producir petróleo porque es la base de su economía. Los países desarrollados productores de vehículos, naves marítimas y aéreas, así como los extractores de minerales y productores de acero y otros metales se oponen a que se cambie la tecnología actual en base a combustibles fósiles y se supla con tecnología eólica, solar, eléctrica, etcétera, ya que significaría una inversión multimillonaria que no están dispuestos a pagar y el petróleo dejaría de ser la moneda de cambio para los árabes.

Los efectos de este cambio climático ya lo resiente el mundo entero con lluvias torrenciales que inundan las ciudades y deslaves de cerros que arrasan las viviendas. Los terremotos cada vez más intensos que no soportan las viejas estructuras de las poblaciones y mucho menos las nuevas que no adoptan las medidas antisísmicas que se recomiendan. Las terribles nevadas que rebasan los máximos históricos a niveles de glaciación continental. Las sequías cada día son más recurrentes al punto de secar literalmente las presas, ríos, lagunas y el campo.

De todo ello, en nuestro país tenemos claros ejemplos de desgracias de pérdidas humanas, de ganado, aves y especies marinas , las cuales se colocan en punto de extinción. El calentamiento del mar producto del debilitamiento de la capa de ozono, provoca los terribles huracanes como el que recientemente padecimos en Acapulco (Otis). El uso reiterado de los vehículos y los aparatos domésticos que utilizan gases venenosos trae consigo la destrucción de la capa de ozono.

La aceleración de la desgracia está a la vista y para como vamos, no creo que se alcance a cerrar el siglo. Las imágenes de ciudades llenas de smog por el uso indiscriminado de los vehículos sin los aditamentos anti smog son cada vez impresionantes. La aparición de nuevos virus que nos están aniquilando a los humanos también se sumas a esta desgracia. Un ejemplo claro que sí se puede dar la pelea por el planeta, fue la pandemia de COVID 19, que nos mantuvo encerrados en casa y se vio que los animales salvajes de bosques y selvas entraban y paseaban plácidamente por las calles de las ciudades. Los ríos y mares se limpiaron. El smog se fue y se vieron los cielos azules.

En Mexico estamos a punto de una elección para elegir a un nuevo gobierno que necesita urgentemente de expertos en cada materia para combatir y revertir los efectos del cambio climático. Científicos y técnicos especializados. Así como políticos con visón joven que le entren a estos temas y propongan políticas públicas sobre estas líneas. Se requiere un gran acuerdo entre los tres poderes para lograr hacer lo que nos toca e ir a las cumbres internacionales y llamar la atención de los países desarrollados para que adopten medidas drásticas y urgentes para revertir el daño al medio ambiente . El tiempo se nos acabó: o lo hacemos ya, o desaparecemos.