Acapulco había alcanzado la cúspide, turísticamente hablando y dio pie al surgimiento de imponentes construcciones a la orilla del mar, entre estas el hotel El Presidente, ubicado a la vera de la costera Miguel Alemán, el cual albergó el centro nocturno “Jacaranda”.
Fue en los años 50´s cuando empresarios tomaron la decisión de construir un complejo turístico y convertirlo en un hotel de cinco estrellas, para atender al turismo extranjero y nacional, que en aquella época inundaban a este naciente destino de playa.
Lea también: De Ciudad de México, el primer vuelo que llegó a Acapulco en 1929
Este lujoso hotel fue erigido con un estilo prisma típico de la arquitectura moderna que predominaba a nivel internacional y fue diseñado por el arquitecto Sordo Magdaleno, el cual hasta la fecha cuenta con una amplia panorámica de la bahía y de la costera Miguel Alermán.
Dentro de este complejo también se ordenó la construcción de un centro nocturno que sería el complemento del hotel, el cual constaría de una sola cubierta y se ubicaría en una área rocosa, cerca del mar, de tal suerte que la brisa ingresará de manera natural.
El propio arquitecto Sordo Magdaleno invitó a participar a Félix Magdaleno, un gran admirador de otro grande la arquitectura Eduardo Torroja, quien era un innovador y tenía un especial interés de experimentar por las estructuras laminares de hormigón armado.
De tal suerte, que esto lo motivó a perfeccionar la técnica y a optimizar el proceso constructivo de sus estructuras y a la postre, convirtió su obra en un relevante conjunto de innovadoras y audaces superficies ondulantes de aspecto escultórico, cuya esbeltez-resistencia era óptima.
Al profesionista se le encargó construir un centro nocturno que acercara a los ocupantes del hotel con el mar. Este paraboloide al quedar terminado en 1957, cubrió alrededor de 300 metros cuadrados, también se abría directamente al mar teniendo un corte frontal de 45 grados.
La cubierta se formaba con tres fragmentos de ‘hypar'(paraboloides hiperbólicos), en los que la proyección vertical de las generatrices formaban triángulos equiláteros de unos 18 metros de lado, el conjunto adquiría rigidez gracias a tres “costillas” radiales que fluían suavemente hacia los puntos de apoyo.
Lea también: Chucho-Chucho, el olvidado compañero de Tin Tán
El centro nocturno La Jacaranda fue considerada una de las estructuras más adelantadas de la época, debido a que está formada por una bóveda de aristas por las intersecciones de tres “hypar” apoyados en tres puntos y cubriendo una planta ligeramente triangular.
Félix Candela ubicó el vértice de cada paraboloide por debajo del punto de encuentro de sus aristas de intersección, lo que origina que éstas sean parte cóncavas y parte convexas.
Una vez más los cascarones de hormigón armado, defendían la ciencia en cuanto al cálculo, éste permite hacer estructuras auto portantes con espesores realmente mínimos, así como económicas y de fácil mantenimiento como en el caso de esta cubierta, en opinión de expertos arquitectos.
Los pisos fueron hechos de hormigón armado, así como las circulaciones que van desde el hotel hasta bajar a las plataformas. El basamento o el elemento en el que se cimento, fue hecho de piedra, probablemente volcánica.
Los demás servicios como la zona del bar, aseos y bodega, se delimitaron por muros de otro material, fueron hechos de ladrillo cubierto de mortero. Por otro lado no se tenía la necesidad de cerrar el espacio debido al clima caluroso del sitio, por lo que no existan propiamente carpinterías.
Todavía se recuerda que llegando a la playa el edificio parecía una manta gigante que por un golpe de viento hubiera formado una cúpula tensada y fijada en tres puntos de apoyo. Fue muy acertado por su parte resolver un centro nocturno bajo una membrana de hormigón totalmente abierta en sus costados.
En un escrito en defensa del formalismo redactado en la misma época al desarrollo de la obra de Candela, se insistió en la importancia de la intuición como camino para llegar a la solución de las formas que se proponen.
Otra imagen que daba la estructura era que desde la azotea del hotel se apreciaba como una tortuga arrojada por la marea; desde el mar, de cerca, el de una vela tensada por el viento.
Sin embargo, después de permanecer erguida un poco más de una década, donde fue punto de encuentro del turismo extranjero y de grandes exponentes de la música romántica, se ordenó su demolición en los años 70´s.
Fue así como se puso fin a una extraordinaria obra de la arquitectura moderna, hoy no queda ningún vestigio, solo hay algunas fotografías que circulan en páginas de internet, donde se puede ver el lugar en el que se construyó y que forma parte del jardín del hotel El Presidente.