Tejer la palma para hacer figuras y adornos es una habilidad que don Andrés Herón aprendió desde joven, asegura que nadie le enseñó encontró tirada un pedazo de palma que destrenzó y con eso aprendió las formas básicas que después ha ido perfeccionando.
Desde hace más de tres décadas don Andrés en el marco del Domingo de Ramos viaja hasta la comunidad de el Palmar perteneciente al municipio de Chichihualco, allá tiene familiares que le permiten cortar la palma en sus terrenos, luego regresa a Chilpancingo para instalarse cerca de la iglesia de la Asunción a venderlas.
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“Las damos baratas a 10 pesos y a 15 las más grandes, les hacemos formas de flores, de cruces y muchas otras formas que se vean bonitas”.
Señaló que el domingo no se dan abasto para vender a la gente que busca las palmas naturales y tejidas a mano, pues hay muchos vendedores que traen cosas que ya son de fábrica y la gente no las quiere, “buscan las palmas naturales”.
Son Milagrosas
Don Andrés señaló que las palmas son un referente de la fé que tiene la gente en Dios y son milagrosas, recordó que cuando se registran luvias muy fuertes en su pueblo de origen Tixtla se acostumbra descolgar las palmas del sitio donde se tengan y se hace oración con ellas, “eso detiene la lluvia para que no haya desastres, son bien milagrosas porque Dios nos bendice a través de ellas”.
Con la tradición del Domingo de Ramos se rememora la entrada de Jesucristo a la ciudad de Jerusalén donde una multitud de habitantes, con palmas de olivos en las manos, lo recibió como el Mesías e hijo de Dios.
De acuerdo con historiadores, la Semana Santa tiene sus orígenes en el año 325 y se inicia en el concilio de Nicea que es cuando se estableció fecha para la celebración de la Pascua y en el caso de México esta celebración llega junto con la conquista española.