/ jueves 8 de diciembre de 2022

El Machete Costeño | Desde el cielo una hermosa mañana...

Aunque pecadores e incrédulos, hemos estado recurriendo a ella desde hace más de un lustro en que los acontecimientos tanto naturales o provocados por nosotros mismos, han venido de mal en peor

Las tradiciones decembrinas de 2019 estuvieron amenazadas por el “virus chino”, como lo llamó Donald Trump; luego llegó diciembre del 2020 y nos encontró en cuarentena; vino diciembre 2021 y puso en duda a los sobrevivientes de la pandemia; ahora, esperamos que este diciembre permita revivir, como antaño, las tradiciones decembrinas al estilo Tecpan (de Galeana, Guerrero, México); es decir, fortalecer las peregrinaciones acompañando a la Guadalupana desde los primeros días del mes, como ya iniciaron, y continuar con su velada, el día once, con renovados cantos. Y a partir del día 15; recorrer las calles acompañando a María y José pidiendo posada en nueve casas del pueblo, antes de irse a la iglesia a festejar la llegada del “Cordero”, la noche del 24. Deseamos que venga en hora buena a quitar tantos males; que nos permita festejar la Navidad con los familiares, parientes, amigos y apretarlos con un cálido abrazo, aunque no vaya acompañado del beso en la mejilla que no se ha dado desde hace casi cuatro años y, finalmente, disfrutar el dulce de las doce uvas para recibir al nuevo año, la noche del 31; para que, con renovadas esperanzas y el rezo, la plegaria o el deseo de que vivamos tiempos mejores.

Mientras tanto, aprovechando las bondades del Facebook, iniciaremos con notas congruentes con la Morena del Tepeyac que, aunque pecadores e incrédulos, hemos estado recurriendo a ella desde hace más de un lustro en que los acontecimientos tanto naturales o provocados por nosotros mismos, han venido de mal en peor. Y con la nota de hoy, trataremos de escudriñar el origen de esta feo atracción a su imagen, desde los tiempos de la Conquista; y empezamos diciendo que detenido aún en las papilas gustativas de los nativos de Anáhuac el ingrato sabor de la sangre derramada y la pólvora de los arcabuces de los conquistadores, tocó a un grupo de frailes franciscanos tomar en sus manos el destino de México e iniciar, con muy poco tierno amor, la evangelización de los sobrevivientes. El primer evangelio, según los reyes de España y Portugal, era aprenderse de memoria el “Tratado de Tordesillas”, por el que el Papa Alejandro VI, en 1493, entre otros latinismos de ubicación de fronteras (una “raya” del polo norte al polo sur a 370 leguas al oeste de las islas de cabo Verde, cercad e las costas africanas) más o menos rezaba así: “...España y Portugal se reparten el Nuevo Mundo y reconocen mutuamente el derecho de hacer a un lado a los nativos e incluso expulsarlos...”

Veintiocho años después, la Gran Tenochtitlan había de ser tomada a sangre y fuego por los soldados de cortés y las huestes tlaxcaltecas y, más tarde, en este marco de vivencias, se manifestó un milagro, que consistió en la multiplicación del número de creyentes: ocho millones de cristianos mesoamericanos, en un lapso de diez años. Un milagro distribuido en seis apariciones. Según el “NicanMopohua”, una obra de origen indígena, escrita en náhuatl en 1556. Nican Mopohua puede traducirse como “aquí se narra” y son, en realidad, las dos primeras palabras de este documento que se atribuye, según el editor Luis Lasso de laVega, a Antonio Valeriano, un escritor y profesor nahua, que gobernó México-Tenochtitlan de 1573 a 1599 y que estudió en el Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco, donde más tarde fue profesor y rector; y que también participó en la creación del Códice Florentino. (Enciclopedia de la Literatura en México -Fundación para las Letras Mexicanas FLM07). Es considerado como el primer documento que detalla las apariciones de la Virgen de Guadalupe. Está compuesto por 4 bifolios – 16 páginas. El original, escrito hace aproximadamente 465 años, se encuentra atesorado en la Librería Pública de Nueva York, EEUU. Bueno,continuando con el relato de esta obra tenemos que “a los diez años de haber cesado la guerra, estando ya en paz todos los pueblos (...) el año 1531 (hace 491 años), a los pocos días del mes de diciembre, sucedió que había un indio pobrecito que se llamaba Juan Diego y, según se dice, era vecino de Cuautitlán...”

Primera aparición: “…al llegar cerca del cerrito que llaman Tepeyacac, ya para amanecer, Juan Diego oyó que sobre el cerro cantaba todo género de pájaros... (pero el canto cesa y escucha su nombre): “Juanito, Juan Dieguito (...) Pequeñito mío, Juan, óyeme, ¿a dónde vas?... Estate atento, hijito mío y óyeme. Yo soy la siempre Virgen María,madre del verdadero Dios, por quien todo vive. Es mi voluntad y deseo mucho que aquí se me levante un templo. Oiré sus lágrimas, a los afligidos haré bien, en sus dolores los asistiré. Ve a México,al palacio del obispo. Le dirás que yote envío y lo mucho que deseo que me levante en este sitio mi templo. Ten la seguridad de que yo te agradeceré y premiaré. Yo te haré grande y te recompensaré por tus fatigas. Ya me has oído,hijito mío... ve, haz lo que te he dicho lo mejor que puedas”.

De acuerdoc on el escrito de Valeriano, la tarde del sábado 9 de diciembre, encumplimiento a la petición de la hermosa del Tepeyac, Juan Diego regresaba de la catedral una vez que había llevado el mensaje al obispo Juan de Zumárraga,—que no creyó en el “encargo”— y volvió a encontrarse con la Virgen: “No quiero afligirte Señora, hijita mía... Decide en tu corazón que otra persona de respeto, honorable y estimada, haga tu mandado...” Pero ella, al instante, le contesta: “Es muy necesario y conveniente que seas tú quien concluya este asunto y hagas que se cumpla mi voluntad. Esfuerza tu corazón. Mañana irás otra vez a ver al obispo y a decirle que ejecute mi voluntad”. Esta fue la Segunda Aparición, en la que JuanDiego, sin querer contrariar a la hermosa imagen, le prometió: “Señora,muchachita mía, he oído con mucho gusto tu mandado. Mañana volveré a cumplirlo”.

Y sí, presto fue nuevamente Juan Diego, a poner su cara de debilidad, hablando al obispo“con llanto y sollozos”. Y aquí aparece el indicio de la duda: pues se da un cambio en el prelado: “Y… ¿si fuera cierto? Con sabiduría salomónica no rechaza el mensaje, tampoco se compromete. Lo que hace es pedir una prueba: hijo, si es verdad que es la Santísima Madre quien te envía, dile que me mande una señal para que yo crea y esté seguro de lo que dices”. Con la incredulidad que todolo indígena provoca, el obispo ordenó que lo siguieran para ver a dónde se dirigía, qué iba a hacer. Pero la misión de Juan Diego, ya tocada por un designio divino, se perdió a la vigilancia. En la Tercera Aparición, el macehual, apenas brizna, transmitió a la bella del Tepeyac lo que pedía monseñor. Y ella responde: “muy bien, hijito mío, volverás mañana para llevar al obispo la señal que ha pedido”.

Al bajar del cerro, ya con menos peso encima, de tan grande responsabilidad, Juan Diego se tranquiliza. En ese “inter” encuentra a su tío Bernardino sumamente enfermo,pasa todo el día con él, y al siguiente, decide ir a ver al curandero y dejar para después el encargo de la Virgen. El martes 12 de diciembre va en busca de un sacerdote: su tío está en peligro de muerte. Toma otro camino, con el fin de esquivar a la Virgen, pero de nada sirvió: “a un lado del cerro, ella le salió al encuentro”. El macehual, apenas hierva, sin levantar los ojos del suelo,avergonzado y sonrojado, la saludó: “Dios te guarde Señora, niña mía, ¿cómo amaneciste?” Era la Cuarta aparición. El Nican Mopohua dice que ella le devuelve el saludo y le pregunta qué intenciones tiene. Juan Diego le dice de la gravedad de su tío,promete volver al día siguiente para llevar la señal al obispo, promesa que lleva implícita su prisa en el andar... Entonces ella habla: “Hijito mío, que no se turbe tu corazón, no temas, ¿no estoy aquí yo, que soy tu madre? ¿no estás acaso bajo mi amparo y mi protección? En ese momento sanaba el tío, gracias a una manifestación visible de la misma Virgen, quien le informa al mismo tiempo que quiere que se llame ‘la siempre Virgen Santa María de Guadalupe’ su amada imagen”. Esa fue la Quinta Aparición.

Acto seguido, la Virgen morena envía a Juan Diego a cortar flores que, según el relato, no debía haber en ese terreno “pedregoso y estéril”. Juan Diego cortó muchas y la traducción del náhuatl afirma que “la Virgen las tomó en sus manos y volvió a depositarlas en el hueco del ayate: hijito mío, esta es la señal que llevarás al obispo... que vea en ella mi deseo y ejecute mi voluntad”. Ya ante la presencia del obispo,la obra escrita en náhuatl, relata: “luego extendió la tilma y al caer lasflores, se convirtió en la señal: de pronto se apareció la imagen de la siempre Virgen Madre de Dios, en la forma que ahora se la ve”. Esta sería la SextaAparición.

En “450 añosa la sombra del Tepeyac” se cuenta que Cuauhtlatoatzin era el nombre original de Juan Diego, un macehual, es decir, un indígena de la más ínfima categoría. Nació alrededor de 1474 y fue bautizado, junto con su esposa, en 1524: él con el nombre de Juan Diego y ella con el de María Lucía.

Por su parte, Fray Juan de Zumárraga,asumiendo una actitud quizás no incrédula, pero sí reservada, “tuvo en su oratorio privado la tilma con la imagen, hasta que le construyó, no un gran templo, sino una ermita. No consta que haya promovido la devoción y menos aún que haya hablado de apariciones o milagros”. No obstante, el milagro se dio: cuando los pobres macehuales, cordeles, hojas,gente menuda, buscaban en Tonantzin el alivio a sus penas; Tonantzin, que traducido del náhuatl quiere decir nuestra madre, su virgen, su diosa madre, su consoladora de los afligidos, adorada por cerca de 8 millones de indígenas. “Hay tres o cuatro lugares donde solían hacer sus solemnes sacrificios —al decir de Fray Bernardino de Sahagún quien, por cierto, firma el Códice Escalada— y que venían hasta ellos desde muy lejanas tierras; uno está aquí en México, que se llama Tepeacac (hoy Tepeyac)... Tonantzin, que habría de ceder su sitio a laMorena del Tepeyac y retirarse contenta al vislumbrar, como un séptimo milagro,que esos ocho millones de fieles habrían de multiplicarse, a través de 4.9siglos, en 130 millones de creyentes y descubrir que los mexicanos… las prefieren morena

Las tradiciones decembrinas de 2019 estuvieron amenazadas por el “virus chino”, como lo llamó Donald Trump; luego llegó diciembre del 2020 y nos encontró en cuarentena; vino diciembre 2021 y puso en duda a los sobrevivientes de la pandemia; ahora, esperamos que este diciembre permita revivir, como antaño, las tradiciones decembrinas al estilo Tecpan (de Galeana, Guerrero, México); es decir, fortalecer las peregrinaciones acompañando a la Guadalupana desde los primeros días del mes, como ya iniciaron, y continuar con su velada, el día once, con renovados cantos. Y a partir del día 15; recorrer las calles acompañando a María y José pidiendo posada en nueve casas del pueblo, antes de irse a la iglesia a festejar la llegada del “Cordero”, la noche del 24. Deseamos que venga en hora buena a quitar tantos males; que nos permita festejar la Navidad con los familiares, parientes, amigos y apretarlos con un cálido abrazo, aunque no vaya acompañado del beso en la mejilla que no se ha dado desde hace casi cuatro años y, finalmente, disfrutar el dulce de las doce uvas para recibir al nuevo año, la noche del 31; para que, con renovadas esperanzas y el rezo, la plegaria o el deseo de que vivamos tiempos mejores.

Mientras tanto, aprovechando las bondades del Facebook, iniciaremos con notas congruentes con la Morena del Tepeyac que, aunque pecadores e incrédulos, hemos estado recurriendo a ella desde hace más de un lustro en que los acontecimientos tanto naturales o provocados por nosotros mismos, han venido de mal en peor. Y con la nota de hoy, trataremos de escudriñar el origen de esta feo atracción a su imagen, desde los tiempos de la Conquista; y empezamos diciendo que detenido aún en las papilas gustativas de los nativos de Anáhuac el ingrato sabor de la sangre derramada y la pólvora de los arcabuces de los conquistadores, tocó a un grupo de frailes franciscanos tomar en sus manos el destino de México e iniciar, con muy poco tierno amor, la evangelización de los sobrevivientes. El primer evangelio, según los reyes de España y Portugal, era aprenderse de memoria el “Tratado de Tordesillas”, por el que el Papa Alejandro VI, en 1493, entre otros latinismos de ubicación de fronteras (una “raya” del polo norte al polo sur a 370 leguas al oeste de las islas de cabo Verde, cercad e las costas africanas) más o menos rezaba así: “...España y Portugal se reparten el Nuevo Mundo y reconocen mutuamente el derecho de hacer a un lado a los nativos e incluso expulsarlos...”

Veintiocho años después, la Gran Tenochtitlan había de ser tomada a sangre y fuego por los soldados de cortés y las huestes tlaxcaltecas y, más tarde, en este marco de vivencias, se manifestó un milagro, que consistió en la multiplicación del número de creyentes: ocho millones de cristianos mesoamericanos, en un lapso de diez años. Un milagro distribuido en seis apariciones. Según el “NicanMopohua”, una obra de origen indígena, escrita en náhuatl en 1556. Nican Mopohua puede traducirse como “aquí se narra” y son, en realidad, las dos primeras palabras de este documento que se atribuye, según el editor Luis Lasso de laVega, a Antonio Valeriano, un escritor y profesor nahua, que gobernó México-Tenochtitlan de 1573 a 1599 y que estudió en el Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco, donde más tarde fue profesor y rector; y que también participó en la creación del Códice Florentino. (Enciclopedia de la Literatura en México -Fundación para las Letras Mexicanas FLM07). Es considerado como el primer documento que detalla las apariciones de la Virgen de Guadalupe. Está compuesto por 4 bifolios – 16 páginas. El original, escrito hace aproximadamente 465 años, se encuentra atesorado en la Librería Pública de Nueva York, EEUU. Bueno,continuando con el relato de esta obra tenemos que “a los diez años de haber cesado la guerra, estando ya en paz todos los pueblos (...) el año 1531 (hace 491 años), a los pocos días del mes de diciembre, sucedió que había un indio pobrecito que se llamaba Juan Diego y, según se dice, era vecino de Cuautitlán...”

Primera aparición: “…al llegar cerca del cerrito que llaman Tepeyacac, ya para amanecer, Juan Diego oyó que sobre el cerro cantaba todo género de pájaros... (pero el canto cesa y escucha su nombre): “Juanito, Juan Dieguito (...) Pequeñito mío, Juan, óyeme, ¿a dónde vas?... Estate atento, hijito mío y óyeme. Yo soy la siempre Virgen María,madre del verdadero Dios, por quien todo vive. Es mi voluntad y deseo mucho que aquí se me levante un templo. Oiré sus lágrimas, a los afligidos haré bien, en sus dolores los asistiré. Ve a México,al palacio del obispo. Le dirás que yote envío y lo mucho que deseo que me levante en este sitio mi templo. Ten la seguridad de que yo te agradeceré y premiaré. Yo te haré grande y te recompensaré por tus fatigas. Ya me has oído,hijito mío... ve, haz lo que te he dicho lo mejor que puedas”.

De acuerdoc on el escrito de Valeriano, la tarde del sábado 9 de diciembre, encumplimiento a la petición de la hermosa del Tepeyac, Juan Diego regresaba de la catedral una vez que había llevado el mensaje al obispo Juan de Zumárraga,—que no creyó en el “encargo”— y volvió a encontrarse con la Virgen: “No quiero afligirte Señora, hijita mía... Decide en tu corazón que otra persona de respeto, honorable y estimada, haga tu mandado...” Pero ella, al instante, le contesta: “Es muy necesario y conveniente que seas tú quien concluya este asunto y hagas que se cumpla mi voluntad. Esfuerza tu corazón. Mañana irás otra vez a ver al obispo y a decirle que ejecute mi voluntad”. Esta fue la Segunda Aparición, en la que JuanDiego, sin querer contrariar a la hermosa imagen, le prometió: “Señora,muchachita mía, he oído con mucho gusto tu mandado. Mañana volveré a cumplirlo”.

Y sí, presto fue nuevamente Juan Diego, a poner su cara de debilidad, hablando al obispo“con llanto y sollozos”. Y aquí aparece el indicio de la duda: pues se da un cambio en el prelado: “Y… ¿si fuera cierto? Con sabiduría salomónica no rechaza el mensaje, tampoco se compromete. Lo que hace es pedir una prueba: hijo, si es verdad que es la Santísima Madre quien te envía, dile que me mande una señal para que yo crea y esté seguro de lo que dices”. Con la incredulidad que todolo indígena provoca, el obispo ordenó que lo siguieran para ver a dónde se dirigía, qué iba a hacer. Pero la misión de Juan Diego, ya tocada por un designio divino, se perdió a la vigilancia. En la Tercera Aparición, el macehual, apenas brizna, transmitió a la bella del Tepeyac lo que pedía monseñor. Y ella responde: “muy bien, hijito mío, volverás mañana para llevar al obispo la señal que ha pedido”.

Al bajar del cerro, ya con menos peso encima, de tan grande responsabilidad, Juan Diego se tranquiliza. En ese “inter” encuentra a su tío Bernardino sumamente enfermo,pasa todo el día con él, y al siguiente, decide ir a ver al curandero y dejar para después el encargo de la Virgen. El martes 12 de diciembre va en busca de un sacerdote: su tío está en peligro de muerte. Toma otro camino, con el fin de esquivar a la Virgen, pero de nada sirvió: “a un lado del cerro, ella le salió al encuentro”. El macehual, apenas hierva, sin levantar los ojos del suelo,avergonzado y sonrojado, la saludó: “Dios te guarde Señora, niña mía, ¿cómo amaneciste?” Era la Cuarta aparición. El Nican Mopohua dice que ella le devuelve el saludo y le pregunta qué intenciones tiene. Juan Diego le dice de la gravedad de su tío,promete volver al día siguiente para llevar la señal al obispo, promesa que lleva implícita su prisa en el andar... Entonces ella habla: “Hijito mío, que no se turbe tu corazón, no temas, ¿no estoy aquí yo, que soy tu madre? ¿no estás acaso bajo mi amparo y mi protección? En ese momento sanaba el tío, gracias a una manifestación visible de la misma Virgen, quien le informa al mismo tiempo que quiere que se llame ‘la siempre Virgen Santa María de Guadalupe’ su amada imagen”. Esa fue la Quinta Aparición.

Acto seguido, la Virgen morena envía a Juan Diego a cortar flores que, según el relato, no debía haber en ese terreno “pedregoso y estéril”. Juan Diego cortó muchas y la traducción del náhuatl afirma que “la Virgen las tomó en sus manos y volvió a depositarlas en el hueco del ayate: hijito mío, esta es la señal que llevarás al obispo... que vea en ella mi deseo y ejecute mi voluntad”. Ya ante la presencia del obispo,la obra escrita en náhuatl, relata: “luego extendió la tilma y al caer lasflores, se convirtió en la señal: de pronto se apareció la imagen de la siempre Virgen Madre de Dios, en la forma que ahora se la ve”. Esta sería la SextaAparición.

En “450 añosa la sombra del Tepeyac” se cuenta que Cuauhtlatoatzin era el nombre original de Juan Diego, un macehual, es decir, un indígena de la más ínfima categoría. Nació alrededor de 1474 y fue bautizado, junto con su esposa, en 1524: él con el nombre de Juan Diego y ella con el de María Lucía.

Por su parte, Fray Juan de Zumárraga,asumiendo una actitud quizás no incrédula, pero sí reservada, “tuvo en su oratorio privado la tilma con la imagen, hasta que le construyó, no un gran templo, sino una ermita. No consta que haya promovido la devoción y menos aún que haya hablado de apariciones o milagros”. No obstante, el milagro se dio: cuando los pobres macehuales, cordeles, hojas,gente menuda, buscaban en Tonantzin el alivio a sus penas; Tonantzin, que traducido del náhuatl quiere decir nuestra madre, su virgen, su diosa madre, su consoladora de los afligidos, adorada por cerca de 8 millones de indígenas. “Hay tres o cuatro lugares donde solían hacer sus solemnes sacrificios —al decir de Fray Bernardino de Sahagún quien, por cierto, firma el Códice Escalada— y que venían hasta ellos desde muy lejanas tierras; uno está aquí en México, que se llama Tepeacac (hoy Tepeyac)... Tonantzin, que habría de ceder su sitio a laMorena del Tepeyac y retirarse contenta al vislumbrar, como un séptimo milagro,que esos ocho millones de fieles habrían de multiplicarse, a través de 4.9siglos, en 130 millones de creyentes y descubrir que los mexicanos… las prefieren morena

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