En un viajero se convirtió Fernando, dedicado a la venta de artesanías prehispánicas de la cultura Azteca, que le generan recursos para cubrir sus gastos y comida para su perro.
Este singular personaje, presume que es oriundo de la Ciudad de México, en donde por un tiempo trabajó en una empresa inmobiliaria en el área de recursos humanos.
Sin embargo, se cansó de recibir órdenes y optó por comprar accesorios y elaborar artesanías, desde, cuarzo, pulseras, collares y cadenas de la época prehispánica.
Lee también: Pese a no tener experiencia, se convirtió en secretaria
Su centro de venta lo tuvo en las ruinas de Teotihuacan, en donde vendía sus productos a los turistas y le iba muy bien, pero con el paso del tiempo buscó nuevos horizontes.
Fernando dijo que fue así que empezó a viajar, como Playa del Carmen, Yucatan, Querétaro, Michoacán, Puebla, entre otros estados, hasta llegar al puerto de Acapulco.
Sobre como se unió a su vida su fiel perro, recordó que fue en la terminal de camiones de Puebla, en donde lo encontró en estado de abandono.
"Lo adopte y le puse por nombre Oso, de esto tiene tres años, a partir de ese momento me acompaña a todos lados. Si no me permiten llevarlo no viajo", dice a la vez que ve con cariño al canino.
Sobre su estancia en el puerto de Acapulco, Fernando señaló que tiene seis meses y que ya no piensa irse, pues quedó encantado y está convencido que es el mejor destino turístico.
Ya no me voy. Pronto, espero traer a mi familia, mientras hay que seguir vendiendo para tener dinero y poder comer, dijo este personaje que, al igual que otros ambulantes, recorre la costera Miguel Alemán.