/ jueves 9 de mayo de 2024

Una propuesta para el comercio informal

Acapulco, al igual que otras ciudades medianas y pequeñas de Guerrero y de México, sufren la proliferación del comercio informal. Éste, se ha apropiado del espacio público (banquetas, jardines, plazas cívicas) sin que la autoridad haga absolutamente nada por regularlo y controlarlo. No pagan impuestos ni derechos, ni licencias, se roban la energía eléctrica, obstruyen el paso de los peatones y son una competencia desleal para con los comerciantes establecidos, quienes están en la economía formal. Los que, por el contrario, pagan alquiler de sus locales, impuestos, derechos, licencias, agua, drenaje, alumbrado, etcétera. Y encima de ello, deben soportar la desleal competencia.

Estoy convencido que la mayoría de los mal llamados “ambulantes” -toda vez que las 24 horas tienen fijos sus puestos en las banquetas- son personas esforzadas que han encontrado un medio, negocio o comercio para generar el sustento de sus familias. Pero no debe ser a costa de quienes pagamos impuestos. Es decir, el derecho de ellos no puede estar por encima de los correspondientes a la mayoría.

El gobierno debe encontrar una solución justa y equitativa, donde las garantías de todos queden a salvo y haya un equilibrio de entre derechos y deberes. Esbozo una alternativa: la instauración de “mercado sobre ruedas”. Se puede elaborar un padrón, donde queden registrados los actuales comerciantes informales.

De esa manera, la autoridad municipal podría tener una base de datos que le permitiría saber no solo la cantidad, sino la calidad de cada uno de ellos; es decir, qué es lo que venden. De ese modo podrían haber varios mercados ambulantes por la ciudad, distribuidos de tal manera que cada sector y colonia tuviera acceso a los productos y servicios de estos mercados.

El mercado se instalaría en calles paralelas a las principales, de las ocho de la mañana hasta las seis de la tarde, en una determinada colonia; para que, el próximo día, se instalase en otra, bajo un itinerario o ruta que se programe, de común acuerdo, entre la autoridad, los comerciantes informales y la cámara de comercio; de manera que cada ruta nunca se cruzaría con otra, porque se atendería a diferentes colonias, unidades habitacionales o sectores.

Por el número de comerciantes “ambulantes” que actualmente existen, creo que daría para más de diez mercados ambulantes que recorrerían la ciudad. Las banquetas y los espacios vitales para los transeúntes se recuperarían, la ciudadanía tendría a la mano y la comodidad de adquirir productos y servicios, los comerciantes tendrían un más amplio mercado o nicho de oportunidad de venta, habría un control, por parte de los comerciantes y la autoridad y sería la ocasión para que entraran al sector formal de la economía.

Acapulco, al igual que otras ciudades medianas y pequeñas de Guerrero y de México, sufren la proliferación del comercio informal. Éste, se ha apropiado del espacio público (banquetas, jardines, plazas cívicas) sin que la autoridad haga absolutamente nada por regularlo y controlarlo. No pagan impuestos ni derechos, ni licencias, se roban la energía eléctrica, obstruyen el paso de los peatones y son una competencia desleal para con los comerciantes establecidos, quienes están en la economía formal. Los que, por el contrario, pagan alquiler de sus locales, impuestos, derechos, licencias, agua, drenaje, alumbrado, etcétera. Y encima de ello, deben soportar la desleal competencia.

Estoy convencido que la mayoría de los mal llamados “ambulantes” -toda vez que las 24 horas tienen fijos sus puestos en las banquetas- son personas esforzadas que han encontrado un medio, negocio o comercio para generar el sustento de sus familias. Pero no debe ser a costa de quienes pagamos impuestos. Es decir, el derecho de ellos no puede estar por encima de los correspondientes a la mayoría.

El gobierno debe encontrar una solución justa y equitativa, donde las garantías de todos queden a salvo y haya un equilibrio de entre derechos y deberes. Esbozo una alternativa: la instauración de “mercado sobre ruedas”. Se puede elaborar un padrón, donde queden registrados los actuales comerciantes informales.

De esa manera, la autoridad municipal podría tener una base de datos que le permitiría saber no solo la cantidad, sino la calidad de cada uno de ellos; es decir, qué es lo que venden. De ese modo podrían haber varios mercados ambulantes por la ciudad, distribuidos de tal manera que cada sector y colonia tuviera acceso a los productos y servicios de estos mercados.

El mercado se instalaría en calles paralelas a las principales, de las ocho de la mañana hasta las seis de la tarde, en una determinada colonia; para que, el próximo día, se instalase en otra, bajo un itinerario o ruta que se programe, de común acuerdo, entre la autoridad, los comerciantes informales y la cámara de comercio; de manera que cada ruta nunca se cruzaría con otra, porque se atendería a diferentes colonias, unidades habitacionales o sectores.

Por el número de comerciantes “ambulantes” que actualmente existen, creo que daría para más de diez mercados ambulantes que recorrerían la ciudad. Las banquetas y los espacios vitales para los transeúntes se recuperarían, la ciudadanía tendría a la mano y la comodidad de adquirir productos y servicios, los comerciantes tendrían un más amplio mercado o nicho de oportunidad de venta, habría un control, por parte de los comerciantes y la autoridad y sería la ocasión para que entraran al sector formal de la economía.