/ domingo 12 de noviembre de 2023

Surrealismo Político | Otis, el otro rostro de la tragedia

Para una gran población de Guerrero -la otra está conformada por seguidores a ultranza de la mañanera-, la declaratoria del fin de la emergencia en Acapulco y Coyuca de Benítez tras el paso del huracán Otis, ha dejado un mal sabor de boca y con justa razón se preguntan ¿qué significará la palabra “emergencia” visto desde un Palacio, con ropa limpia, agua para tomar y asearse, comida a su gusto, servicios de drenaje funcionando al cien, así como de energía eléctrica y de internet? Y en la otra parte, las que aún buscan a sus familiares o los que lloran ya su partida?

La respuesta desde el silencio del enojo y la indignación, de estar rodeados del desastre en que quedaron los hogares de cientos, de miles de personas y más que evidente cuando consideran que se ha visibilizado la forma despectiva en que desde el centro del poder, entendiéndose como el asentamiento de los poderes federales, se ve a la provincia mexicana, y en esta crisis, al puerto de Acapulco, como referente del turismo del país.

La tragedia de Otis no termina, está mostrando otra faceta, ahora con el robo de propiedades. A expresa solicitud de la denunciante, guardaré su identidad.

Voy a la denuncia: “Luego del horror que vivimos en Acapulco la noche del 25 de octubre, se vino otro horror, ver que tu propiedad y tus cosas ¡todas! Habían rodado por el piso, como si una lavadora las hubiera arrojado al concluir su ciclo, después la oscuridad, estar incomunicados, no te imaginas ese horror, sobrevives de la fuerza del mismo miedo”. Me dice.

Escucho que su voz se corta por el sollozo y responde a mi pregunta ¿estás aún en Acapulco?, “Mi hijo llegó por mi desde Ciudad de México, fue un calvario llegar hasta la casa, en la colonia Progreso. Al ver el desastre del puerto donde nació y creció venía muy conmocionado pero al ver nuestra casa, su casa donde vivió y verme a mí, dice que pálida, demacrada, sin servicios de agua, de luz, de internet sin alimentos y la inseguridad que ya estaba haciendo rapiña; me pidió irme unos días con él y su familia a la Ciudad de México, y accedí”.

-¿Por qué decidiste volver? “Quería llevar alimentos y agua a mis vecinas y ver como estaba mi casa”. Sin embargo, tras describir el otro calvario que significó entra a la colonia, dice que recibió al entrar a su casa, la más grande sorpresa de horror “estaba ocupada”. “Primero -dice nuevamente entre sollozos- creí que me había equivocado de casa, salí y al revisar la fachada me dije es mi casa y volví a entrar. Ahí se plantó frente a mi un tipo con un arma, me apuntó y me dijo, que me fuera sin chistar o si quería ser de las víctimas de Otis para que ahí me matara, que esa era ya su casa y no mía y si quería reclamar encontraría en mi camino la muerte”.

El Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, no conoce la realidad, usa la realidad, la pobreza, la falta de criterio, la confusión para generar con su verborrea más confusión.

El éxodo por la falta de suministros para sobrevivir a la emergencia, tiene también otro rostro: el del despojo.

¿Quién va a reclamar y dónde lo hará?, quienes invaden ya han tenido tiempo de remover los escombros para hacerse de documentos, ahora vendrá el problema legal para acreditar, cada cual, la propiedad. Pero, agrega la denunciante “¿para cuándo?”

La realidad del puerto no es la de la alegría que estaba relacionada con su nombre. Las y los residentes acapulqueños aún están en shock y vendrá la otra etapa, la de volver a vivir. Lo más difícil de este otro rostro, agrega nuestra fuente es “la clase política sin empatía”. ¿Surrealismo?

Para una gran población de Guerrero -la otra está conformada por seguidores a ultranza de la mañanera-, la declaratoria del fin de la emergencia en Acapulco y Coyuca de Benítez tras el paso del huracán Otis, ha dejado un mal sabor de boca y con justa razón se preguntan ¿qué significará la palabra “emergencia” visto desde un Palacio, con ropa limpia, agua para tomar y asearse, comida a su gusto, servicios de drenaje funcionando al cien, así como de energía eléctrica y de internet? Y en la otra parte, las que aún buscan a sus familiares o los que lloran ya su partida?

La respuesta desde el silencio del enojo y la indignación, de estar rodeados del desastre en que quedaron los hogares de cientos, de miles de personas y más que evidente cuando consideran que se ha visibilizado la forma despectiva en que desde el centro del poder, entendiéndose como el asentamiento de los poderes federales, se ve a la provincia mexicana, y en esta crisis, al puerto de Acapulco, como referente del turismo del país.

La tragedia de Otis no termina, está mostrando otra faceta, ahora con el robo de propiedades. A expresa solicitud de la denunciante, guardaré su identidad.

Voy a la denuncia: “Luego del horror que vivimos en Acapulco la noche del 25 de octubre, se vino otro horror, ver que tu propiedad y tus cosas ¡todas! Habían rodado por el piso, como si una lavadora las hubiera arrojado al concluir su ciclo, después la oscuridad, estar incomunicados, no te imaginas ese horror, sobrevives de la fuerza del mismo miedo”. Me dice.

Escucho que su voz se corta por el sollozo y responde a mi pregunta ¿estás aún en Acapulco?, “Mi hijo llegó por mi desde Ciudad de México, fue un calvario llegar hasta la casa, en la colonia Progreso. Al ver el desastre del puerto donde nació y creció venía muy conmocionado pero al ver nuestra casa, su casa donde vivió y verme a mí, dice que pálida, demacrada, sin servicios de agua, de luz, de internet sin alimentos y la inseguridad que ya estaba haciendo rapiña; me pidió irme unos días con él y su familia a la Ciudad de México, y accedí”.

-¿Por qué decidiste volver? “Quería llevar alimentos y agua a mis vecinas y ver como estaba mi casa”. Sin embargo, tras describir el otro calvario que significó entra a la colonia, dice que recibió al entrar a su casa, la más grande sorpresa de horror “estaba ocupada”. “Primero -dice nuevamente entre sollozos- creí que me había equivocado de casa, salí y al revisar la fachada me dije es mi casa y volví a entrar. Ahí se plantó frente a mi un tipo con un arma, me apuntó y me dijo, que me fuera sin chistar o si quería ser de las víctimas de Otis para que ahí me matara, que esa era ya su casa y no mía y si quería reclamar encontraría en mi camino la muerte”.

El Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, no conoce la realidad, usa la realidad, la pobreza, la falta de criterio, la confusión para generar con su verborrea más confusión.

El éxodo por la falta de suministros para sobrevivir a la emergencia, tiene también otro rostro: el del despojo.

¿Quién va a reclamar y dónde lo hará?, quienes invaden ya han tenido tiempo de remover los escombros para hacerse de documentos, ahora vendrá el problema legal para acreditar, cada cual, la propiedad. Pero, agrega la denunciante “¿para cuándo?”

La realidad del puerto no es la de la alegría que estaba relacionada con su nombre. Las y los residentes acapulqueños aún están en shock y vendrá la otra etapa, la de volver a vivir. Lo más difícil de este otro rostro, agrega nuestra fuente es “la clase política sin empatía”. ¿Surrealismo?