El pequeño taller de electrónica, es el mundo de don Javier Leyva Carrillo, ahí repara desde una bocina, un televisor o un estéreo, en el que invierte no más de dos horas y si no tienen reparación con franqueza les informa a sus clientes, para no hacerles perder el tiempo o que gasten innecesariamente.
Abordado en los instantes en que estaba reparando una bocina en su negocio, que se encuentra ubicado en la Unidad Habitacional El Coloso, “no doy más detalles porque luego me andan buscando los del fisco. No es cierto, pero mejor así, de todos modos ya soy conocido por todo este rumbo”.
De franca sonrisa y abierto al hablar, reveló que nació en Pinotepa Nacional, Oaxaca, pero de meses se lo trajo al puerto de Acapulco su abuela y lo registró en La Venta, vivió un tiempo en la colonia Benito Juárez y después se fueron a radicar a la colonia Morelos, en donde estudió la primaria.
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Después cursó la secundaria y se decidió por la preparatoria número 17, al terminar ingresó en el Politécnico, en la Ciudad de México, quiso ser ingeniero en construcción, pero no terminó y se metió a estudiar electricidad, que tampoco pudo titularse.
Sin embargo, esto nunca impidió que trabajara en varios oficios para ganarse unos pesos, pues fue desde voceador, ayudante de mecánico, bolero, cargador de canastas, macuarro o ayudante de albañil, mocito, barrendero, taxista, “le hice de todo y aprendí bien”, dice don Javier, sin dejar de sonreír.
Le viene a la memoria que trabajó en los periódicos grandes de Acapulco, como repartidor, fue cuando conoció a políticos y empresarios, pero después cuando bajó la venta, se decidió por dedicarse a reparar aparatos electrodomésticos y todo tipo de estéreos de autos.
Reveló que tuvo la oportunidad de comprar un terreno en el Coloso y construyó su negocio, en el que atiende a sus clientes, “todos me conocen como El Güero, pero también porque les reparó en pocas horas sus aparatos y no los engaño si no tienen reparación, además no les cobró caro”.
Aceptó que los años le pesan, pero mientras tenga salud, seguirá ganándose la vida honradamente y si esto sirve de ejemplo a los jóvenes, es un extra, porque finalmente lo aprendió de sus mayores y no piensa defraudarlos, “voy a honrarlos con mi buena conducta, hasta que me toque el día de rendirle cuentas al creador”.
Este hombre ejemplar forma parte de la población de adultos mayores que siguen aportando al desarrollo del estado, porque pagan sus impuestos y se ganan el sustento trabajando.