A don Rafael Pineda se le complicó siempre la vida al nacer con un mal congénito que lo imposibilitó poder caminar y una silla de ruedas se convirtió en su único instrumento que le permite salir a la calle para ganarse unos pesos de vendedor ambulante.
Con 69 años de edad, este hombre sale todos los días de su hogar que se encuentra en Cumbres de Llano Largo, situación que lo obliga a tomar taxis colectivos para poder desplazarse a sus áreas de trabajo.
Otro problema que padece es que tiene dificultades para poder hablar, que es otro factor que le impide comunicarse y tiene que hacerse entender a través de señas, pero pese a esta circunstancia, ofrece sus productos a turistas y residentes.
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Y es que vende desde jabones, manitas de plástico pata rascarse, dulces, chicles y flores, que es lo que le permite hacerse de unos pesos y poder llevar el sustento a su familia.
Con dificultad se queja de que siempre es objeto de discriminación y hasta llegan a insultarlo, pero lo que más se le complica es poder viajar, porque hay trabajadores del volante que le niegan el servicio.
Como puede explicó que como ven que tiene que cargar la silla de ruedas, optan por negarse a llevarlo y tarda hasta una hora poder lograr que lo lleven o lo traigan, según sea el caso.
En ocasiones tiene un amigo que le hace favor de ayudarlo a conseguir taxi colectivo, pero cuando anda solo es toda una odisea poder conseguir transporte.
Es así como don Rafael Pineda, vive el dia a día, en una ciudad en donde se han ido perdiendo los valores y algunos solo ven por sus propios intereses, invisibilizando a quienes padecen alguna discapacidad motora, que les impide caminar.