/ martes 10 de enero de 2023

El Machete Costeño | María de La O Barriga

En el 141 aniversario de su natalicio

Nuestro municipio (Tecpan de Galeana, Guerrero, México) ha procreado hombres ilustres,heroicos, destacados, creadores… pero también mujeres importantes, en los mismos ámbitos, cuya trayectoria de vida le han proporcionado realce tal que ha trascendido las fronteras de nuestra Costa Grande, del mismo Estado y, por algunas de ellas, las fronteras de nuestra patria. Mujeres que, con su trabajo,dedicación y conocimiento en un momento de su vida, pusieron su granito de arena para llenar de orgullo el amplio litoral de nuestra patria chica.Virtudes que, desgraciadamente ya no se dan, porque nuestra escala de valores en el municipio ha cambiado. Por mencionar algunas, tenemos a Tirsa Rendón Hernández, Rosita Abarca Acosta, Ana Acosta Gómez, Reina Ojeda Sosa, María Gordiano, Felisa Vda. de Otero, Beatriz Mateos, Delia Abarca y María de La O Barriga, entre otras.

De esta última, estimados cibernautas, hablaremos en esta nota porque en un día como hoy vio la luz primera en el pueblo de Nuxco, perteneciente a nuestro municipio. Ella es una de las que se adelantó a su tiempo por su lucha en bien de las mujeres, antes de que casi todas se dedicaran hoy al feminismo. Pero no sólo se dedicó a la defensa de las mujeres, se convirtió en una luchadora social por las familias desprotegidas; combatió a los españoles que, después del movimiento revolucionario, seguían sojuzgando a los campesinos en las dos costas y controlando la vida social y comercial de los acapulqueños; así, se unió a la causa de los hermanos Escudero para combatir a los españoles del puerto. A la muerte de los hermanos Escudero, se unió al movimiento de los tecpanecos radicadas en Acapulco, Amadeo y Baldomero Vidales y, como su segunda, comparte el mando de las organizaciones escuderistas: partido, liga y cooperativa.

Pero lo más importante de su luchadora vida, es que se unió al Partido Comunista y organizó la Unión Fraternal de Mujeres Trabajadoras de Acapulco, en junio de 1937, con la propuesta de 13 puntos de acción, en los que destacan: Capacitación teórica de la mujer para elevar la producción; aplicar medios efectivos contra la carestía; fundar centros que combatan la desnutrición infantil; levantar censos de mujeres analfabetas y elevar el nivel cultural de la mujer; igualdad política y económica, pero sobre todo legal, de la mujer respecto al hombre; organizar grupos de enfermeras voluntarias; luchar contra los centros de vicio, sobretodo los que estaban fuera de la ley; fundar costureros públicos y cursos de costura; establecer lavaderos públicos; conseguir terrenos para construir viviendas.

Se cuenta que a ella se debe la reapertura de la Fábrica de El Ticuí, cerrada por Alzuyeta y Cía.(sus dueños) y convertirla en la Sociedad Cooperativa “David Flores Reinada”;representó a las dos costas en el Congreso General de Iguala, donde planteó la falta de tierras y garantías para los campesinos; creó la Unión de Mujeres Revolucionarias de Acapulco, que defendió los terrenos “Hacienda de Las Playas”donados al pueblo de Acapulco por el Rey Carlos IV en 1793; por medio de la Unión Fraternal de Mujeres Trabajadoras de Acapulco (1937), propuso una Junta Reguladora de Precios “contra la política económica de las clases capitalistas...” Así como la “participación y capacitación teórica y práctica de la mujer en el aumento de la producción agrícola e industrial”, entre otros puntos del amplio Programa de trabajo. Por su esfuerzo de vencer los problemas económicos de los necesitados, el gobernador Rafael Catalán Calvo, en 1944, le otorgó el nombramiento de “Abogada de los Pobres”, con un sueldo de ciento veinte pesos mensuales...

Alumnos y maestros de la telesecundaria./ Foto: Ramón Sierra | El Sol de Acapulco

En el pintoresco pueblito de Nuxco, un 11 de enero, pero de 1882, nació Doña María de La O, una mujer ejemplar que protegió a los pobres y que con su calidad moral y aliento influyó en los jóvenes de su tiempo para que lucharan y exigieran lo que dignamente les correspondía.

Sus padres: Don Mercedes Barriga y Doña Natalia de La O, por esas ingratitudes que tiene el destino, se separaron cuando ella apenas tenía ocho meses de nacida;eso obligó a Doña Natalia a abandonar Nuxco y trasladarse a Tecpan a casa desus padres. Cuando éstos y la madre murieron, la niña quedó bajo la protección de su tía Felícitas. Más tarde, ya joven, decidió adoptar el apellido Materno:De La O. Fue inscrita en la escuela primaria “Hermenegildo Galeana” y pronto se distinguió como alumna sobresaliente. No obstante haber terminado la primaria con buenas calificaciones, la pobreza de sus familiares no le permitió a María realizar otros estudios.

La seriedad de su carácter y su fino tacto, permitieron a la joven alcanzar estimación y respeto en la sociedad tecpaneca de entonces; a los diecisiete años, con esta reputación, la tomó por esposa el pasante de Derecho Antonio Rodríguez y Castañón, quien era tenido en alta estima por la defensa que a la sazón hacía de la clase pobre, pues era un socialista de convicción que ayudaba a campesinos y obreros, no permitía que los jueces abusaran de ellos, ni que cobijaran a ladrones, asesinos y delincuentes. Por esta causa, el gobierno porfirista lo vigilaba, y de no ser por su inteligencia y su buena disposición para servir a sus defendidos, hubiera inventado un pretexto para encarcelarlo, pues el mismo gobierno prefería tenerlo como colaborador que como enemigo. No tenían propiedades, vivían de los honorarios que él ganaba, y con el tiempo,llegó a ser juez de Tecpan, de La Unión, de Chilpancingo, de Acapulco; y en este último lugar, ocupó la agencia del Ministerio Público del Fuero Común,figuró como Juez de Distrito y Juez de Primera Instancia.

María tenía veinticinco años cuando se instalaron en el Puerto de Acapulco, en la casa número doce de la calle Bravo, esquina noroeste; después tuvo la entrada por la calle Mendoza; hoy, la mano del progreso transformó todo. Pero cuando albergaba a los recién llegados,aquella casa se convirtió en bufete popular gratuito para mujeres y hombres en busca de justicia y protección. El trabajo era agobiador, cuando no alcanzaba el día para arreglar la documentación, se utilizaba la noche. María ayudaba a organizar el archivo público y personal, seleccionaba los casos más urgentes o de atención especial; leía el contenido de los documentos para evitar fatiga en la vista dañada de su esposo; se preocupaba por conocer los procedimientos que deberían seguirse para encaminar la defensa de las causas nobles, justas y honradas; gracias a ello, quedó capacitada para enfrentar defensas posteriores a la muerte de su esposo.

Con el tiempo, la casa ostentó a la entrada el famoso letrero: “se prohíbe la entrada a los enemigos del pueblo” y en ella encontraron techo, alimentación y vestido todos los que llegaban en busca de ayuda. Durante el día se servían comidas, se ejecutaban bailes y las felicitaciones y los brindis se hacían repetidamente.Los amigos se cooperaban con anticipación para adquirir todo lo que se ofrecía en esas fiestas. El pueblo, agradecido, así demostraba su aprecio.

Al cumplir los cuarenta años se le murió su esposo, entonces tomó en sus planes futuros defender a los pobres por su cuenta. No estaba sola en sus propósitos, los hermanos Escudero eran sus aliados. Instaló en su casa un bufete jurídico y su primer caso, un encarcelamiento masivo de una familia del poblado “El Kilómetro 30” ordenado por el presidente municipal de Acapulco para despojarlos de sus tierras, fue resuelto con eficacia. En un congreso celebrado en Iguala (1933), presionó al gobernador para obtener la libertad de la familia Dorante. En un congreso de obreros y campesinos denunció el encarcelamiento arbitrario de algunos dirigentes campesinos acusados de agitadores y recluidos sin comunicación alguna en la cárcel del puerto. Este caso, al igual que el de la familia del 30, fue ganado por doña María.

En la historia de la Costa Grande y del estado de Guerrero, María de La O es un ejemplo de tenacidad en la lucha por el bienestar de las clases humildes y necesitadas; un baluarte femenino de principios del siglo XX en la defensa de los derechos humanos, tan de moda en el tercer milenio; y un ejemplo de lucha por la emancipación y superación de la mujer mucho antes de los conceptos que nos ofrece ahora la perspectiva de género. Murió de un tumor avanzado a la edad de 74 años (18 de junio de 1956) tres años después que se promulgó la ley que permitió que las mujeres alcanzaran la plena ciudadanía y que en las elecciones federales de 1955 acudieran por primera vez a emitir su voto.

Al irse Doña María dea O, se apagó la chispa que encendía los corazones de las costeñas para la búsqueda de su superación, su emancipación, su derecho al voto, su posición en el escenario del progreso... Y con ella se fue quizás el último baluarte de los humildes, los marginados, los desamparados... ahora engañados por falsos líderes.

Nuestro municipio (Tecpan de Galeana, Guerrero, México) ha procreado hombres ilustres,heroicos, destacados, creadores… pero también mujeres importantes, en los mismos ámbitos, cuya trayectoria de vida le han proporcionado realce tal que ha trascendido las fronteras de nuestra Costa Grande, del mismo Estado y, por algunas de ellas, las fronteras de nuestra patria. Mujeres que, con su trabajo,dedicación y conocimiento en un momento de su vida, pusieron su granito de arena para llenar de orgullo el amplio litoral de nuestra patria chica.Virtudes que, desgraciadamente ya no se dan, porque nuestra escala de valores en el municipio ha cambiado. Por mencionar algunas, tenemos a Tirsa Rendón Hernández, Rosita Abarca Acosta, Ana Acosta Gómez, Reina Ojeda Sosa, María Gordiano, Felisa Vda. de Otero, Beatriz Mateos, Delia Abarca y María de La O Barriga, entre otras.

De esta última, estimados cibernautas, hablaremos en esta nota porque en un día como hoy vio la luz primera en el pueblo de Nuxco, perteneciente a nuestro municipio. Ella es una de las que se adelantó a su tiempo por su lucha en bien de las mujeres, antes de que casi todas se dedicaran hoy al feminismo. Pero no sólo se dedicó a la defensa de las mujeres, se convirtió en una luchadora social por las familias desprotegidas; combatió a los españoles que, después del movimiento revolucionario, seguían sojuzgando a los campesinos en las dos costas y controlando la vida social y comercial de los acapulqueños; así, se unió a la causa de los hermanos Escudero para combatir a los españoles del puerto. A la muerte de los hermanos Escudero, se unió al movimiento de los tecpanecos radicadas en Acapulco, Amadeo y Baldomero Vidales y, como su segunda, comparte el mando de las organizaciones escuderistas: partido, liga y cooperativa.

Pero lo más importante de su luchadora vida, es que se unió al Partido Comunista y organizó la Unión Fraternal de Mujeres Trabajadoras de Acapulco, en junio de 1937, con la propuesta de 13 puntos de acción, en los que destacan: Capacitación teórica de la mujer para elevar la producción; aplicar medios efectivos contra la carestía; fundar centros que combatan la desnutrición infantil; levantar censos de mujeres analfabetas y elevar el nivel cultural de la mujer; igualdad política y económica, pero sobre todo legal, de la mujer respecto al hombre; organizar grupos de enfermeras voluntarias; luchar contra los centros de vicio, sobretodo los que estaban fuera de la ley; fundar costureros públicos y cursos de costura; establecer lavaderos públicos; conseguir terrenos para construir viviendas.

Se cuenta que a ella se debe la reapertura de la Fábrica de El Ticuí, cerrada por Alzuyeta y Cía.(sus dueños) y convertirla en la Sociedad Cooperativa “David Flores Reinada”;representó a las dos costas en el Congreso General de Iguala, donde planteó la falta de tierras y garantías para los campesinos; creó la Unión de Mujeres Revolucionarias de Acapulco, que defendió los terrenos “Hacienda de Las Playas”donados al pueblo de Acapulco por el Rey Carlos IV en 1793; por medio de la Unión Fraternal de Mujeres Trabajadoras de Acapulco (1937), propuso una Junta Reguladora de Precios “contra la política económica de las clases capitalistas...” Así como la “participación y capacitación teórica y práctica de la mujer en el aumento de la producción agrícola e industrial”, entre otros puntos del amplio Programa de trabajo. Por su esfuerzo de vencer los problemas económicos de los necesitados, el gobernador Rafael Catalán Calvo, en 1944, le otorgó el nombramiento de “Abogada de los Pobres”, con un sueldo de ciento veinte pesos mensuales...

Alumnos y maestros de la telesecundaria./ Foto: Ramón Sierra | El Sol de Acapulco

En el pintoresco pueblito de Nuxco, un 11 de enero, pero de 1882, nació Doña María de La O, una mujer ejemplar que protegió a los pobres y que con su calidad moral y aliento influyó en los jóvenes de su tiempo para que lucharan y exigieran lo que dignamente les correspondía.

Sus padres: Don Mercedes Barriga y Doña Natalia de La O, por esas ingratitudes que tiene el destino, se separaron cuando ella apenas tenía ocho meses de nacida;eso obligó a Doña Natalia a abandonar Nuxco y trasladarse a Tecpan a casa desus padres. Cuando éstos y la madre murieron, la niña quedó bajo la protección de su tía Felícitas. Más tarde, ya joven, decidió adoptar el apellido Materno:De La O. Fue inscrita en la escuela primaria “Hermenegildo Galeana” y pronto se distinguió como alumna sobresaliente. No obstante haber terminado la primaria con buenas calificaciones, la pobreza de sus familiares no le permitió a María realizar otros estudios.

La seriedad de su carácter y su fino tacto, permitieron a la joven alcanzar estimación y respeto en la sociedad tecpaneca de entonces; a los diecisiete años, con esta reputación, la tomó por esposa el pasante de Derecho Antonio Rodríguez y Castañón, quien era tenido en alta estima por la defensa que a la sazón hacía de la clase pobre, pues era un socialista de convicción que ayudaba a campesinos y obreros, no permitía que los jueces abusaran de ellos, ni que cobijaran a ladrones, asesinos y delincuentes. Por esta causa, el gobierno porfirista lo vigilaba, y de no ser por su inteligencia y su buena disposición para servir a sus defendidos, hubiera inventado un pretexto para encarcelarlo, pues el mismo gobierno prefería tenerlo como colaborador que como enemigo. No tenían propiedades, vivían de los honorarios que él ganaba, y con el tiempo,llegó a ser juez de Tecpan, de La Unión, de Chilpancingo, de Acapulco; y en este último lugar, ocupó la agencia del Ministerio Público del Fuero Común,figuró como Juez de Distrito y Juez de Primera Instancia.

María tenía veinticinco años cuando se instalaron en el Puerto de Acapulco, en la casa número doce de la calle Bravo, esquina noroeste; después tuvo la entrada por la calle Mendoza; hoy, la mano del progreso transformó todo. Pero cuando albergaba a los recién llegados,aquella casa se convirtió en bufete popular gratuito para mujeres y hombres en busca de justicia y protección. El trabajo era agobiador, cuando no alcanzaba el día para arreglar la documentación, se utilizaba la noche. María ayudaba a organizar el archivo público y personal, seleccionaba los casos más urgentes o de atención especial; leía el contenido de los documentos para evitar fatiga en la vista dañada de su esposo; se preocupaba por conocer los procedimientos que deberían seguirse para encaminar la defensa de las causas nobles, justas y honradas; gracias a ello, quedó capacitada para enfrentar defensas posteriores a la muerte de su esposo.

Con el tiempo, la casa ostentó a la entrada el famoso letrero: “se prohíbe la entrada a los enemigos del pueblo” y en ella encontraron techo, alimentación y vestido todos los que llegaban en busca de ayuda. Durante el día se servían comidas, se ejecutaban bailes y las felicitaciones y los brindis se hacían repetidamente.Los amigos se cooperaban con anticipación para adquirir todo lo que se ofrecía en esas fiestas. El pueblo, agradecido, así demostraba su aprecio.

Al cumplir los cuarenta años se le murió su esposo, entonces tomó en sus planes futuros defender a los pobres por su cuenta. No estaba sola en sus propósitos, los hermanos Escudero eran sus aliados. Instaló en su casa un bufete jurídico y su primer caso, un encarcelamiento masivo de una familia del poblado “El Kilómetro 30” ordenado por el presidente municipal de Acapulco para despojarlos de sus tierras, fue resuelto con eficacia. En un congreso celebrado en Iguala (1933), presionó al gobernador para obtener la libertad de la familia Dorante. En un congreso de obreros y campesinos denunció el encarcelamiento arbitrario de algunos dirigentes campesinos acusados de agitadores y recluidos sin comunicación alguna en la cárcel del puerto. Este caso, al igual que el de la familia del 30, fue ganado por doña María.

En la historia de la Costa Grande y del estado de Guerrero, María de La O es un ejemplo de tenacidad en la lucha por el bienestar de las clases humildes y necesitadas; un baluarte femenino de principios del siglo XX en la defensa de los derechos humanos, tan de moda en el tercer milenio; y un ejemplo de lucha por la emancipación y superación de la mujer mucho antes de los conceptos que nos ofrece ahora la perspectiva de género. Murió de un tumor avanzado a la edad de 74 años (18 de junio de 1956) tres años después que se promulgó la ley que permitió que las mujeres alcanzaran la plena ciudadanía y que en las elecciones federales de 1955 acudieran por primera vez a emitir su voto.

Al irse Doña María dea O, se apagó la chispa que encendía los corazones de las costeñas para la búsqueda de su superación, su emancipación, su derecho al voto, su posición en el escenario del progreso... Y con ella se fue quizás el último baluarte de los humildes, los marginados, los desamparados... ahora engañados por falsos líderes.

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