/ lunes 11 de diciembre de 2023

Surrealismo Político | Texcapilla, pérdida de confianza hacia el Gobierno

En Ciudad Altamirano, Guerrero, el Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador al ser cuestionado sobre los hechos de violencia sucedidos el pasado 8 de diciembre en Texcapilla del Estado de México, en el que pierden la vida 4 ciudadanos y 10 sicarios, atinó a decir que la seguridad es un asunto de todos, es decir, adelantó la celebración de jueves de aprehensión y sentencia y cual Pilatos -que aquel tenía más sensibilidad- se lavó las manos.

No escapa a nadie la percepción de que la sensación de inseguridad es una realidad, pero si pasamos de la percepción a los datos que ha arrojado la inseguridad, se cambia la percepción del hecho y deja de estar solo en nuestras mentes para pasar a ocupar un espacio en muertos, desapariciones, luto y miedo.

Lo sucedido en Texcapilla solo es una muestra de que la sociedad ha perdido la confianza en las instituciones, que también representa López Obrador, la misma que ha mandado “al diablo”, pero que como búmeran, le ha golpeado y nos ha pateado como sociedad.

La decisión de dejar de pagar piso a integrantes del grupo delictivo Familia Michoacana, encabezados en ese lugar por Rigoberto de la Sancha Santillán, alias “El Payaso”, por trabajar sus propias tierras, es una muestra de que la sociedad está cansada de la bota opresora de la delincuencia, cansada de la extorsión, cansada del sometimiento por miedo, de que le inhiban su libertad y de que le condicionen su existencia.

¿Tendría que haber sido así?, quizá no era lo deseable, pero no quiero imaginar el momento en que un liderazgo natural de la población tomó la iniciativa de defender sus familias, sus tierras, su patrimonio, lo socializó y se tomó la decisión de la defensa colectiva y aún sabiendo que iban camino a la muerte, salieron a enfrentar con valentía su honor.

¿Es responsable López Obrador, como Presidente de México, de esta acción?

Cuando el gobierno federal decidió desaparecer programas de prevención del delito y la delincuencia, le quitó recursos, programas y acciones, sin duda consideró que habría un resultado. Cuando decidió quitar recursos a los Ayuntamientos para que desaparecieran prácticamente las policías municipales, sin duda sabía que habría un resultado. Cuando decidió centralizar la atención de seguridad de la Guardia Nacional bajo el dominio del Ejército, y le quitó lo ciudadano para pasarlo a las filas del combate frontal a los grupos organizados, midió el resultado?

Ahora que dice que todos somos responsables de la seguridad nos deja el paquete como sociedad y se lava las manos, se va, nos da la espalda nuevamente y nos deja más peor que el principio que tenía combate y atención a la juventud para prevenir las adicciones, por ejemplo y estimular la competencia deportiva y cultural como alternativas viables de crecimiento social, ahora nos deja con la responsabilidad de lo que sucede.

¿Somos responsables como sociedad?

Quizá sí, porque por nuestras decisiones en las urnas decidimos quien gobernará y quien conformará las Cámaras donde se secunda “su idea de gobierno”. Ahora que nos dice: “Rásquense con sus propias uñas”, nos queda clara la lección de valientes y cansados habitantes de Tescapilla, que no hay otra opción, frente a una real pérdida de confianza hacia el gobierno, ¿o sí? Surrealismo.

En Ciudad Altamirano, Guerrero, el Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador al ser cuestionado sobre los hechos de violencia sucedidos el pasado 8 de diciembre en Texcapilla del Estado de México, en el que pierden la vida 4 ciudadanos y 10 sicarios, atinó a decir que la seguridad es un asunto de todos, es decir, adelantó la celebración de jueves de aprehensión y sentencia y cual Pilatos -que aquel tenía más sensibilidad- se lavó las manos.

No escapa a nadie la percepción de que la sensación de inseguridad es una realidad, pero si pasamos de la percepción a los datos que ha arrojado la inseguridad, se cambia la percepción del hecho y deja de estar solo en nuestras mentes para pasar a ocupar un espacio en muertos, desapariciones, luto y miedo.

Lo sucedido en Texcapilla solo es una muestra de que la sociedad ha perdido la confianza en las instituciones, que también representa López Obrador, la misma que ha mandado “al diablo”, pero que como búmeran, le ha golpeado y nos ha pateado como sociedad.

La decisión de dejar de pagar piso a integrantes del grupo delictivo Familia Michoacana, encabezados en ese lugar por Rigoberto de la Sancha Santillán, alias “El Payaso”, por trabajar sus propias tierras, es una muestra de que la sociedad está cansada de la bota opresora de la delincuencia, cansada de la extorsión, cansada del sometimiento por miedo, de que le inhiban su libertad y de que le condicionen su existencia.

¿Tendría que haber sido así?, quizá no era lo deseable, pero no quiero imaginar el momento en que un liderazgo natural de la población tomó la iniciativa de defender sus familias, sus tierras, su patrimonio, lo socializó y se tomó la decisión de la defensa colectiva y aún sabiendo que iban camino a la muerte, salieron a enfrentar con valentía su honor.

¿Es responsable López Obrador, como Presidente de México, de esta acción?

Cuando el gobierno federal decidió desaparecer programas de prevención del delito y la delincuencia, le quitó recursos, programas y acciones, sin duda consideró que habría un resultado. Cuando decidió quitar recursos a los Ayuntamientos para que desaparecieran prácticamente las policías municipales, sin duda sabía que habría un resultado. Cuando decidió centralizar la atención de seguridad de la Guardia Nacional bajo el dominio del Ejército, y le quitó lo ciudadano para pasarlo a las filas del combate frontal a los grupos organizados, midió el resultado?

Ahora que dice que todos somos responsables de la seguridad nos deja el paquete como sociedad y se lava las manos, se va, nos da la espalda nuevamente y nos deja más peor que el principio que tenía combate y atención a la juventud para prevenir las adicciones, por ejemplo y estimular la competencia deportiva y cultural como alternativas viables de crecimiento social, ahora nos deja con la responsabilidad de lo que sucede.

¿Somos responsables como sociedad?

Quizá sí, porque por nuestras decisiones en las urnas decidimos quien gobernará y quien conformará las Cámaras donde se secunda “su idea de gobierno”. Ahora que nos dice: “Rásquense con sus propias uñas”, nos queda clara la lección de valientes y cansados habitantes de Tescapilla, que no hay otra opción, frente a una real pérdida de confianza hacia el gobierno, ¿o sí? Surrealismo.