/ lunes 5 de febrero de 2024

Surrealismo Político | Crisis de los partidos

En Guerrero, como en todo el país, los partidos políticos tienen en su interior grupos; en el PRD le llaman tribus, en las dulcerías le llaman muéganos. Como este dulce, que es una masa de cuadros inflada, que forma figuras irregulares, son crujientes y están bañadas de miel que hace que se mantengan unidos, en la política, cuando parece que la miel se acaba, o muere las abejas, los muéganos dejan de formar esa masa y se dispersan.

El PRD fue más directo: la tribu comparte lazos sanguíneos, espacio y territorio, también cultura o un idioma afín para formar una estructura social. Se une para defenderse y si es necesario, dar la batalla para defender su organización.

En ambos casos, cuadros o tribus, lo que es afín en ambos es que se mantienen unidos por un propósito.

La ideología a veces proviene de sus estructuras culturales a las que van dando forma para pertrechar sus trincheras de actuación. Pero esas historias se van adecuando a las circunstancias sociales para sobrevivir.

El PRD está sostenido con hilos muy delgados que corren el riesgo siempre de ceder ante el empuje no del exterior, si no de su interior; el PRI había manejado una estructura que la convirtió en un todopoderoso partido que logró sobrevivir y convertirse en padre de otros partidos, el mismo PRD, el MC, por citar los que tienen más presencia, ya que el PAN ha logrado sostener una posición a pesar de sus divisiones internas, y en el caso del PVEM el parentesco familiar se ha anquilosado en los estados.

Guerrero se convirtió en caldo de cultivo y tubo de ensayo. Decían que la belicosidad de sus habitantes y su reacción ante algunas formas, era la medición para saber qué podría ocurrir en el resto del país y saber como manejarlo.

Así, esta entidad impulsó la defensa de los Derechos Humanos, los espacios de mujeres, las elecciones internas de los partidos, por citar algunos. Pero en este último también mostró donde podía estar la fragilidad y el riesgo. Tanto que ahora, olvidó una recomendación de uno de sus cuadros políticos e ideológicos más relevantes: José Francisco Ruíz Massieu, que estará en las tres décadas de su fallecimiento “o cambiamos, o nos cambian”.

No, el PRI no cambió y ante la falta de una cabeza más o menos serena en el ejercicio del poder que pudiera ser el freno de los excesos, forjó sus propios intereses y empezó a luchar no por el grupo, sino por el dirigente.

En esta entidad suriana han quedado prácticamente borradas las corrientes ruizmaseistas y renejuaristas, y por si el surrealismo no se manifestara en este escenario, ahora podría incorporarse a tomar decisiones el aguirrismo que mantiene control en el PRD, aliado del PRI, pero con la renuncia en el 2014 de Ángel Aguirre a ese instituto por los hechos del caso Iguala- Ayotzinapa.

La salida de Héctor Astudillo y de Mario Moreno del PRI da a la política un cambio, en el que podría crecer Movimiento Ciudadano, como el PRD cuando salió Aguirre, pero ambos personajes ahora mirarán los verdaderos rostros de quienes apoyaron con todo, verán si eran tratados como jefes o como líderes, hay diferencia.

Así Guerrero no muestra un descalabro político, muestra una crisis de partidos con sustento social, que los partidos están integrados por intereses y que esos perviven más allá de la ideología. ¿Surrealismo?

En Guerrero, como en todo el país, los partidos políticos tienen en su interior grupos; en el PRD le llaman tribus, en las dulcerías le llaman muéganos. Como este dulce, que es una masa de cuadros inflada, que forma figuras irregulares, son crujientes y están bañadas de miel que hace que se mantengan unidos, en la política, cuando parece que la miel se acaba, o muere las abejas, los muéganos dejan de formar esa masa y se dispersan.

El PRD fue más directo: la tribu comparte lazos sanguíneos, espacio y territorio, también cultura o un idioma afín para formar una estructura social. Se une para defenderse y si es necesario, dar la batalla para defender su organización.

En ambos casos, cuadros o tribus, lo que es afín en ambos es que se mantienen unidos por un propósito.

La ideología a veces proviene de sus estructuras culturales a las que van dando forma para pertrechar sus trincheras de actuación. Pero esas historias se van adecuando a las circunstancias sociales para sobrevivir.

El PRD está sostenido con hilos muy delgados que corren el riesgo siempre de ceder ante el empuje no del exterior, si no de su interior; el PRI había manejado una estructura que la convirtió en un todopoderoso partido que logró sobrevivir y convertirse en padre de otros partidos, el mismo PRD, el MC, por citar los que tienen más presencia, ya que el PAN ha logrado sostener una posición a pesar de sus divisiones internas, y en el caso del PVEM el parentesco familiar se ha anquilosado en los estados.

Guerrero se convirtió en caldo de cultivo y tubo de ensayo. Decían que la belicosidad de sus habitantes y su reacción ante algunas formas, era la medición para saber qué podría ocurrir en el resto del país y saber como manejarlo.

Así, esta entidad impulsó la defensa de los Derechos Humanos, los espacios de mujeres, las elecciones internas de los partidos, por citar algunos. Pero en este último también mostró donde podía estar la fragilidad y el riesgo. Tanto que ahora, olvidó una recomendación de uno de sus cuadros políticos e ideológicos más relevantes: José Francisco Ruíz Massieu, que estará en las tres décadas de su fallecimiento “o cambiamos, o nos cambian”.

No, el PRI no cambió y ante la falta de una cabeza más o menos serena en el ejercicio del poder que pudiera ser el freno de los excesos, forjó sus propios intereses y empezó a luchar no por el grupo, sino por el dirigente.

En esta entidad suriana han quedado prácticamente borradas las corrientes ruizmaseistas y renejuaristas, y por si el surrealismo no se manifestara en este escenario, ahora podría incorporarse a tomar decisiones el aguirrismo que mantiene control en el PRD, aliado del PRI, pero con la renuncia en el 2014 de Ángel Aguirre a ese instituto por los hechos del caso Iguala- Ayotzinapa.

La salida de Héctor Astudillo y de Mario Moreno del PRI da a la política un cambio, en el que podría crecer Movimiento Ciudadano, como el PRD cuando salió Aguirre, pero ambos personajes ahora mirarán los verdaderos rostros de quienes apoyaron con todo, verán si eran tratados como jefes o como líderes, hay diferencia.

Así Guerrero no muestra un descalabro político, muestra una crisis de partidos con sustento social, que los partidos están integrados por intereses y que esos perviven más allá de la ideología. ¿Surrealismo?