La madrugada del nueve de octubre de año 1997, no se olvida para miles de familias acapulqueñas que perdieron todo casa, carros, muebles y hasta algunas otras algún integrante de su familia, debido a la intensidad con la que azotó este destino de playa el “Huracán Paulina”, ese fenómeno natural que alcanzó la categoría cuatro en la llamada escala de Saffir-Simpson.
Son ya 26 años de la tragedia vivida aquella madrugada del día nueve de octubre, son 26 años de dolor para muchas familias que perdieron todo, y son 26 años en que muchas otras, no han entendido del gran riesgo que representa seguir viviendo en los llamados sitios de riesgo y de alto riesgo que en Acapulco existen alrededor de unos 286, además de 119 zonas inestables que también son consideradas como inhabitables.
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Según los propios datos oficiales que dieron a conocer las autoridades de gobierno y que fueron muy cuestionadas por los propios acapulqueños luego de haber realizado una evaluación de los daños ocasionados en distintas zonas de la ciudad, el potente huracán registró ráfagas que alcanzaron los 215 kilómetros por hora, además de un récord de 411.2 milímetros de agua acumulada en menos de 24 horas.
La intensidad de la ráfaga del viento y la intensa agua, que provocó el fenómeno natural, fue suficiente para dejar en Acapulco poco más de 400 personas muertas, entre ellas varios menores de edad, personas adultas que también fueron arrastradas por la intensidad de la corriente de una gran cantidad de agua que inundaba las principales avenidas, así como los grandes canales pluviales que desembocan hasta la zona de la bahía.
Además de las personas fallecidas que dejó el intenso huracán la madrugada del día nueve de octubre de 1997, “Paulina”, se llevó grandes propiedades que en su mayoría se encontraban construidas en sitios no aptos para vivir, así como a la orilla de los canales, asimismo la corriente de agua arrastro vehículos, grandes rocas, enceres domésticos, mascotas y todo tipo de objeto que encontraba a su paso.
La desolación, la impotencia y el dolor de los acapulqueños, se vivió en todos aquellos rostros que salían de lo que les había quedado de una propiedad a las calles en busca de su familiar que había sido arrastrado por la corriente del agua, mientras tanto otros más buscaban la forma de mitigar el hambre y la sed que también fueron otros de los múltiples daños que dejó este fenómeno natural que sorprendió a muchos durante la noche y madrugada.
Las afectaciones que dejó el huracán Paulina, se cuantificaron por las autoridades en más de 80 millones de pesos, esto sólo en el puerto de Acapulco, en donde los daños fueron en carreteras destrozadas, casas arrastradas, carros destrozados, cultivos inundados, hoteles, restaurantes y centros comerciales afectados de manera considerable y una parálisis total en el servicio de comunicación y vuelos aéreos.
Actualmente la situación, no ha cambiado en mucho, en Acapulco aún hay más de cinco mil familias que siguen viviendo en los sitios de riesgo y de alto riesgo, a la orilla de canales, barrancas y de presas gavión que han sido destruidas y convertidas en lugares de peligro.
La desolación y el dolor, que dejó el llamado huracán Paulina, se vivió más en colonias como la popular Progreso, donde hubo hasta familias enteras que perdieron la vida, la parte alta de la Palma Sola, María de la O, así como la Generación 2000 ubicada en la zona poniente de Acapulco, la misma Unidad Habitacional El Coloso que es considerada como la más grande de América Latina.
Además de Ciudad Renacimiento, la Emiliano Zapata, el fraccionamiento Simón Bolívar, Puerto Marqués, Llano Largo, La Zanja, Unidad Luis Donaldo Colosio, Paseo de la Sabana, Paso Limonero, la parte alta del Infonavit Progreso, Chinameca, Ángel Aguirre, Tamarindos, la misma costera Miguel Alemán a donde todo llegó.
Estos lugares que hasta la actualidad siguen siendo considerados como de riesgo por las autoridades, quedaron sin servicios de energía eléctrica, sin servicio de agua potable debido a que las redes de distribución quedaron colapsadas al igual que los drenajes que posteriormente, se convirtieron en una fuente de contaminación.
Posteriormente a la devastación en Acapulco, el fenómeno natural “Paulina” avanzó hacia el noroeste del país, debilitándose cada día más, hasta que este disminuyó a categoría de depresión tropical, dejando de ser considerado como un peligro para la población.
Acapulco, terminó la historia de “Paulina” el huracán más mortífero, con una plaza denominada “De los caídos”, construida en la parte alta del canal del Rio del Camarón sobre la avenida Cuauhtémoc, donde cada año autoridades de gobierno y eclesiásticas recuerden con una misa, velas y ramos de flores a quienes perdieron la vida la madrugada del pasado nueve de octubre de 1997.
