En el periodo presidencial de Miguel Alemán Valdés, el puerto de Acapulco, combina lo paradisiaco con la modernidad, que contempló la construcción de un nuevo malecón que se concluyó en 1948, que albergara también la terminal marítima y un espacio reservado a un jardín para disfrute de turistas y residentes.
En esos años el proyecto fue asfaltar las calles y abrir la gran avenida costera Miguel Alemán, se dotó a la zona costera de luz, de un mercado y hasta de un nuevo aeropuerto capaz de recibir vuelos nacionales y extranjeros; se le proveyó, en fin, de infraestructura, todo ello con una erogación de más de 10 millones de pesos de aquel entonces.
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Fue en esa época, que el gobierno federal para obtener los fondos necesarios para la remodelación de Acapulco, expropió ejidos en buena parte de la zona costera, El Jardín, Progreso, El Marqués, Santa Cruz, La Garita y Las Cruces y transfirió su propiedad a la Junta de Mejoras Materiales.
A través de la Comisión Administradora de Terrenos de Acapulco, se fraccionó y vendió los predios. Los ejidatarios fueron reubicados, la mayoría en los montes aledaños a la costa; se les construyeron modestas casas y recibieron diez mil pesos para que comenzaran un negocio, ya que su anterior modo de subsistencia agrícola había desaparecido.
Empezaba a cometerse actos de injusticia en contra de los nativos de este balneario del Pacífico, que abarcaría también al llamado Jardín del Puerto, que no es otra cosa que un espacio que se destinó para que fuese un área de disfrute para los acapulqueños, aunque poco duro el gusto.
En efecto, de acuerdo al luchador social, Ramiro Solorio Almazán, en 1994, la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT), entregó este espacio a concesión a la Administración Portuaria Integral (API), por lo que el área, fue restringida para los acapulqueños.
Sin embargo, la lucha que se emprendió de defensa del llamado Jardín del Puerto, rindió sus frutos 9 años más tarde y finalmente se dictó una resolución para revocar la concesión que otorgó en 1994 la Secretaria de Comunicaciones y Transportes, a una empresa privada.
Nuevamente, se permitió a la población acapulqueña a hacer uso de este pequeño predio verde, también conocido como Parque del Malecón, pero el área liberada, que era operada por la Administradora Portuaria Integral de Acapulco, se reduce a sólo una fracción común y un corredor que da al mar.
Los locales construidos para albergar un centro cultural y un mercado de artesanías, quedaron cercados. En el reclamo de los defensores del Jardín del Puerto fue que desde 1937 las familias acapulqueñas se reunían los fines de semana para pasear desde el Malecón hasta el Parque de la Reina, disfrutando de la sombra de los árboles y las palmeras.
Solorio Almazán dijo que, en junio de 1994 fue concesionado el terreno, donde además del muelle se incluía este emblemático espacio público, sin embargo, el 20 de junio de 1996 se modificó el documento, excluyendo del permiso el Jardín del Puerto y el Parque de la Reina, por lo que se cerró este corredor y se privatizo.
Como si esto no fuera suficiente, dijo que, en un acto criminal, en el 2011, la empresa ordeno destruir más de 4 mil 500 metros de áreas verdes para colocar una plancha de concreto y un estacionamiento, de acuerdo al número de Proyecto 12GE2011U0029, generando la inconformidad de la sociedad porteña.
Esto fue motivo de malestar social, por lo que un grupo de ciudadanos se organizaron y solicitaron la intervención de las autoridades de los tres niveles de gobierno para recuperar este espacio y detener la apropiación y destrucción del lugar.
En noviembre de ese mismo año, ciudadanos acapulqueños y organizaciones de la sociedad civil por escrito pidieron al gobierno federal su intervención para recuperar esta emblemática zona y que se le devolviera a la ciudadanía, de tal fuerte de poder disfrutar de este pequeño pulmón natural.
El también ex diputado local, Solorio Almazán, señaló que la lucha se mantuvo y fue el 25 de mayo del 2021, cuando la dirección general de Puertos dictó una resolución en contra de la empresa concesionaria, en virtud de que jamás concluyó el proyecto original presentado a la SCT y no contaba con el Plan maestro de desarrollo portuario vigente autorizado ni el programa operativo anual, además cobraba una tarifa superior a la autorizada.
No obstante, la empresa logró conseguir un amparo, prolongándose el uso del área verde por nueve años más, hasta que hubo una luz al final del túnel y con beneplácito de los porteños, tuvieron la equivocada idea de que ahora sí podrían disfrutar a medias de este espacio.
Pero cuando el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, instruyó a la Marina Armada de México, se hiciera cargo de administrar y resguardar las terminales marítimas portuarias del país, se colocó una lona en las instalaciones del paseo del puerto o jardín del puerto, para prolongar su privatización.
Esto derivo a tomar nuevamente la lucha y retirar la reja, así como la lona, permitiendo el acceso brevemente, por un grupo de ciudadanos que fueron encabezados por el mismo Solorio Almazán, en protesta porque consideró injusto que no fueran suficiente los nueve años de mantener cerrado el Jardín del Puerto y a disposición de la Administración Portuaria Integral (API).
Días más tarde, infantes de la Marina hicieron las reparaciones y nuevamente cerraron el acceso, además colocaron la lona con el mismo logotipo de la Secretaria de la Marina y la leyenda "propiedad federal", para recordar a los acapulqueños que fueron objeto de otro despojo ahora por el gobierno de la Cuarta Transformación.