/ martes 26 de septiembre de 2023

En la Normal de Ayotzinapa el tiempo se detuvo hace nueve años

Las butacas de los 43 estudiantes desaparecidos siguen colocadas en la cancha techad, con sus fotografías y veladoras, en esperanza de su regreso

En la Escuela Normal Rural "Raúl Isidro Burgos" de Ayotzinapa pareciera que el tiempo se detuvo el 26 de septiembre del 2014, aquel día que decenas de “pelones” (Estudiantes de primer grado) abordaron los autobuses para ir a Chilpancingo, su objetivo era traer camiones que se utilizarían para viajar a la Ciudad de México el dos de octubre, al no poder conseguirlos en la capital se fueron a Iguala y allá desaparecieron 43, otros tres fueron asesinados.

Hoy a nueve años de los hechos, sus butacas siguen colocadas en la cancha techada al centro del plantel, a sus fotografías se le colocan veladoras, y en este espacio no se puede hacer otra cosa más que mantener la esperanza de su regreso, “aquí no podemos reírnos, ni aplaudir, es un espacio de seriedad, de solemnidad y de mucho respeto”, comentó uno de los alumnos.

Lee también: Padres de los 43 normalistas piden al Ejército entregue información

El estudiante Fabián Gálvez indicó que la escuela sí tiene apoyo y subsidio federal, sin embargo es insuficiente; las raciones alimenticias podrían mejorarse, los edificios necesitan mantenimiento, falta material didáctico y principalmente se requiere que haya mayor apertura a la matrícula para que más jóvenes de escasos recursos tengan la posibilidad de estudiar.

Una de las fortalezas de Ayotzinapa es que aquí se prepara a jóvenes originarios de las comunidades, que hablan lengua materna, en la escuela se tiene 180 estudiantes en la carrera de Educación Pluricultural Bilingüe, 45 en cada grado escolar, y este rubro consideran que podría fortalecerse dando mayor cantidad de matrícula a este rubro para la formación de profesionistas que regresarán a sus comunidades a educar a las nuevas generaciones.

Criadero de cerdos. / Foto: Abel Miranda | El Sol de Acapulco

La educación en Ayotzinapa sigue cinco ejes transversales, primeramente el rubro educativo en el que los normalistas obtiene todo el conocimiento de la educación formal frente a grupo, se capacitan en las nuevas técnicas docentes, para tener las herramientas de desempeño frente al grupo.

El segundo eje el deportivo, porque los normalistas tienen que aprender deporte que después enseñarán a sus alumnos; “tenemos que prepararnos porque somos el ejemplo que van a seguir los niños y el deporte es esencial”, el siguiente eje el político, que nada tiene que ver con elecciones o gobiernos, sino con la lucha social que la escuela ha dado en sus 96 años, así como la integración en las comunidades porque el maestro debe ser una parte de su entorno social, apoyar a las comunidades y fortalecerlas.

Cuarto eje se relaciona con el tema cultural en el que se mezcla todo lo que tiene que ver con arte, con tradiciones, en las que el maestro también participa y uno de los puntos mas importantes de la educación en Ayotzinapa son los módulos de producción en el que se tiene un criadero de cerdos, uno de vacas y terrenos para la siembra de maíz y flores.

El participar en la producción permite a los normalistas aprender técnicas de producción que después pueden replicarse a manera de proyectos productivos en las mismas comunidades, donde el maestro se integra y se convierte en apoyo no sólo para los alumnos sino para todo el pueblo.

La Normal de Ayotzinapa tiene un presupuesto de 120 pesos diarios por alumno, para la alimentación que aseguran es insuficiente porque si hubiera un poco más de recursos se podría tener una ración más saludable todos los días.

Asimismo algunos edificios se encuentran deteriorados, con filtraciones de humedad y otros son en verdad antiguos y con poco mantenimiento; “tenemos los edificios de la antigua hacienda cañera de Ayotzinapa, que tiene más de 100 años, estos deben tener cuidados especiales y todos los demás requieren de tener impermeabilizante, pintura y otros detalles que si se hacen per a veces tarda mucho o se usan materiales que no duran”.

Los estudiantes de la Normal desde hace 9 años mantienen la exigencia de presentación con vida de sus 43 compañeros que desaparecieron en Iguala, o al menos que se esclarezca plenamente cuál fue su paradero, su lucha permitió desechar la llamada Verdad Histórica que el gobierno de Enrique Peña Nieto construyó para tratar de frenar su lucha.

Criadero de vacas. / Foto: Abel Miranda | El Sol de Acapulco

En los últimos 9 años la palabra Ayotzinapa fue mencionada en todos los noticieros del mundo por las acciones violentas que se tuvieron como seguimiento del tema de los 43, una acción que se ha llegado a comparar con las atrocidades que se hicieron en los campos de concentración Nazi.

Investigaciones que realizó el Grupo de Expertos internacionales derivó en señalamientos en contra del Ejército al que señalan de ocultar información que podría esclarecer el caso, e incluso se han revelado datos provenientes de los Estados Unidos que revelan las complicidades del gobierno y los grupos delincuenciales y aún con todo ello a nueve años de distancia, aún no se sabe que pasó con uno de los camiones y con los estudiantes, y mientras eso se mantenga así, en la escuela se mantendrán sus butacas esperándolos y en las calles se seguirá escuchando el grito que ha caracterizado a este movimiento: “Nos faltan 43”.

En la Escuela Normal Rural "Raúl Isidro Burgos" de Ayotzinapa pareciera que el tiempo se detuvo el 26 de septiembre del 2014, aquel día que decenas de “pelones” (Estudiantes de primer grado) abordaron los autobuses para ir a Chilpancingo, su objetivo era traer camiones que se utilizarían para viajar a la Ciudad de México el dos de octubre, al no poder conseguirlos en la capital se fueron a Iguala y allá desaparecieron 43, otros tres fueron asesinados.

Hoy a nueve años de los hechos, sus butacas siguen colocadas en la cancha techada al centro del plantel, a sus fotografías se le colocan veladoras, y en este espacio no se puede hacer otra cosa más que mantener la esperanza de su regreso, “aquí no podemos reírnos, ni aplaudir, es un espacio de seriedad, de solemnidad y de mucho respeto”, comentó uno de los alumnos.

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El estudiante Fabián Gálvez indicó que la escuela sí tiene apoyo y subsidio federal, sin embargo es insuficiente; las raciones alimenticias podrían mejorarse, los edificios necesitan mantenimiento, falta material didáctico y principalmente se requiere que haya mayor apertura a la matrícula para que más jóvenes de escasos recursos tengan la posibilidad de estudiar.

Una de las fortalezas de Ayotzinapa es que aquí se prepara a jóvenes originarios de las comunidades, que hablan lengua materna, en la escuela se tiene 180 estudiantes en la carrera de Educación Pluricultural Bilingüe, 45 en cada grado escolar, y este rubro consideran que podría fortalecerse dando mayor cantidad de matrícula a este rubro para la formación de profesionistas que regresarán a sus comunidades a educar a las nuevas generaciones.

Criadero de cerdos. / Foto: Abel Miranda | El Sol de Acapulco

La educación en Ayotzinapa sigue cinco ejes transversales, primeramente el rubro educativo en el que los normalistas obtiene todo el conocimiento de la educación formal frente a grupo, se capacitan en las nuevas técnicas docentes, para tener las herramientas de desempeño frente al grupo.

El segundo eje el deportivo, porque los normalistas tienen que aprender deporte que después enseñarán a sus alumnos; “tenemos que prepararnos porque somos el ejemplo que van a seguir los niños y el deporte es esencial”, el siguiente eje el político, que nada tiene que ver con elecciones o gobiernos, sino con la lucha social que la escuela ha dado en sus 96 años, así como la integración en las comunidades porque el maestro debe ser una parte de su entorno social, apoyar a las comunidades y fortalecerlas.

Cuarto eje se relaciona con el tema cultural en el que se mezcla todo lo que tiene que ver con arte, con tradiciones, en las que el maestro también participa y uno de los puntos mas importantes de la educación en Ayotzinapa son los módulos de producción en el que se tiene un criadero de cerdos, uno de vacas y terrenos para la siembra de maíz y flores.

El participar en la producción permite a los normalistas aprender técnicas de producción que después pueden replicarse a manera de proyectos productivos en las mismas comunidades, donde el maestro se integra y se convierte en apoyo no sólo para los alumnos sino para todo el pueblo.

La Normal de Ayotzinapa tiene un presupuesto de 120 pesos diarios por alumno, para la alimentación que aseguran es insuficiente porque si hubiera un poco más de recursos se podría tener una ración más saludable todos los días.

Asimismo algunos edificios se encuentran deteriorados, con filtraciones de humedad y otros son en verdad antiguos y con poco mantenimiento; “tenemos los edificios de la antigua hacienda cañera de Ayotzinapa, que tiene más de 100 años, estos deben tener cuidados especiales y todos los demás requieren de tener impermeabilizante, pintura y otros detalles que si se hacen per a veces tarda mucho o se usan materiales que no duran”.

Los estudiantes de la Normal desde hace 9 años mantienen la exigencia de presentación con vida de sus 43 compañeros que desaparecieron en Iguala, o al menos que se esclarezca plenamente cuál fue su paradero, su lucha permitió desechar la llamada Verdad Histórica que el gobierno de Enrique Peña Nieto construyó para tratar de frenar su lucha.

Criadero de vacas. / Foto: Abel Miranda | El Sol de Acapulco

En los últimos 9 años la palabra Ayotzinapa fue mencionada en todos los noticieros del mundo por las acciones violentas que se tuvieron como seguimiento del tema de los 43, una acción que se ha llegado a comparar con las atrocidades que se hicieron en los campos de concentración Nazi.

Investigaciones que realizó el Grupo de Expertos internacionales derivó en señalamientos en contra del Ejército al que señalan de ocultar información que podría esclarecer el caso, e incluso se han revelado datos provenientes de los Estados Unidos que revelan las complicidades del gobierno y los grupos delincuenciales y aún con todo ello a nueve años de distancia, aún no se sabe que pasó con uno de los camiones y con los estudiantes, y mientras eso se mantenga así, en la escuela se mantendrán sus butacas esperándolos y en las calles se seguirá escuchando el grito que ha caracterizado a este movimiento: “Nos faltan 43”.

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