En pleno siglo XXI agentes del Instituto Nacional de Migración (INM), incriminan falsamente a guerrerenses por su color de piel al acosarlos y confundirlos con extranjeros.
El presidente de Cuajinicuilapa Edgardo Miguel Paz Rojas lamentó que guerrerenses afrodescendientes sufran discriminación por personal de Migración quienes en operativos en su mayoría en las frontera sólo por tener tés color negra aseguran que no son mexicanos.
Señaló que muchos de sus paisanos han sido detenidos e incluso en algunas ocasiones deportados a Centro America y el Caribe y a otros los han hecho cantar el himno nacional mexicano para descartar sean hondureños o salvadoreños.
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“Esos tratos causan mucha indignación, yo también soy afrodescendiente, mi abuela era negra, mi familia, amigos son de color y hay mucha discriminación, es un tema ancestral, los libros de texto no han reconocido esa tercera raíz, en alguno año esa población fue mayor que la española”.
El alcalde recordó que Vicente Guerrero y sus mejores soldados, José María Morelos y personajes de la independencia y de la Revolución eran afrodescendientes no fueron reconocidos así ya que “los pintaban blanquitos”.
Paz Rojas aseguró que la discriminación en la gente de color es algo cotidiano y que no solo se vive en los Estados Unidos, porque las políticas públicas de años anteriores no ha habido el reconocimiento de la importancia que tuvieron los afros en la independencia y revolución y fueron excluidos por la misma gente.
Destacó que el actual gobierno federal ha tenido mayor reconocimiento y recordó que en el 2018, el presidente Andres Manuel López Obrador se declaró afrodescendiente información que no dieron a conocer.
El presidente de Cuajinicuilapa reveló que su municipio tiene el primer lugar nacional en reconocimiento de afrodescendientes con el 79.8 % y que Guerrero es la entidad número uno a nivel nacional reconocida con mayor número de población afro, seguido de Oaxaca y Veracruz.
Mario Marín Morga de 33 años de edad fue uno de los guerrerenses que sufrió discriminación por parte de personal de Migración, cuando regresaba a México de Carolina del Sur.
Él recordó que le aseguraban que era de Honduras y al no portar su credencial en físico solo en copia, lo detuvieron de manera arbitraría y que le pidieron dinero para poderlo dejar ir.
“No solo fue un retén a los que les tuve que dar 100 dólares sino también hubo otro más en otro punto de mi recorrido para llegar a México”, concluyó.