Con 30 años de experiencia dedicado al malabarismo urbano, el payaso “Semaforin”, haciendo de torero desafía los vehículos en la costera Miguel Alemán, para presentar su arte y sacar unas monedas para llevar el sustento a su hogar.
De baja estatura y vistiendo su distintivo traje, así como sus palos parecidos a bolos, aprovecha cuando el semáforo marca el rojo y presenta una breve rutina, pero sin dejar de vigilar que algún despistado trate de pasarse el alto.
Una vez que está a punto de cambiar a verde, corre con gorro en mano hacía los conductores y amablemente les hace señas de una ayuda monetaria, algunos lo ignoran y otros le dan algunas monedas, a veces de a peso, cinco o diez pesos.
Es momento de hacerse a un lado y contar la ganancias, enseguida vuelve a estar atento a que cambie la luz del semáforo y repite su rutina, ante la indiferencia de algunos automovilistas que ponen más atención al celular y simplemente no les interesa el espectáculo fugas de “Semaforin”.
Brevemente se le pregunta desde cuando se dedica a este oficio, orgulloso refiere que tiene 30 años, pero no siempre fue payaso, antes era comerciante haya en su natal Iguala de la Independencia, de donde emigró al puerto de Acapulco.
Fue aquí que se entregó al entrenamiento diario del malabarismo, “pues se necesita mucha práctica, pues este arte puede resultar difícil de dominar al principio, pero con paciencia y con darle todos los días aprendes a dominar la técnica del lanzamiento de los bolos, anillos o pelotas, hasta que se llega a ser un artista, como yo”.
En su caso, dijo, que de este noble oficio ha sacado adelante a su familia, aunque algunas ocasiones se va en cero, pero cuando le pinta bien el día saca un poco más de 150 pesos, “pero es por ratos, porque el sol pega bien fuerte”.
“Semaforin”, dice que no es vergüenza ser payaso, porque es una forma honesta de ganarse el alimento honradamente, por eso siempre está dispuesto a enseñarle malabarismo a los jóvenes, porque es mejor que ocupen su tiempo ganándose la vida trabajando que andar drogandose o haciendo cosas malas.
La entrevista se interrumpe, porque es momento de volver al trabajo y nuevamente lanza al aire los bolos, sin dejarlos caer y demuestra su destreza que le dio años de entrenamiento para poder presentar su rutina a quienes le prestan atención y a los que no… también.