/ viernes 24 de marzo de 2023

Sueños y suspiros se van con el cierre del Motel La Luna

La popular hospedería que tuvo mucha demanda a fines de los noventa e inicio del milenio, ahora se suma a la vieja infraestructura urbana en desuso

Hace apenas unos años el Motel La Luna, ubicado sobre la Calzada Pie de la Cuesta en Granjas Mozimba, prestaba servicio de hospedería de paso y sorpresivamente cerró sus puertas, sin que se sepa si volverá abrir o si el inmueble será puesto a la venta.

Su ubicación, era idónea para los clientes que buscaban discreción y no estar expuestos al morbo de la gente, por lo que tuvo mucha demanda a finales de los 90´s y parte del nuevo milenio, que fue cuando literal no había habitaciones disponibles.

Algunos de los que fueron clientes, cuya identidad se reserva, coinciden que al igual que otros moteles de paso, ofrecía cuartos con aire acondicionado, televisión por cable con películas para adultos, servicio a la habitación y podía ser por tres horas o bien por día, con su respectivo cajón para estacionarse en cada recámara.

Las habitaciones estaban limpias, había un gran espejo y un teléfono para solicitar servicio al cuarto, se podía pedir desde cerveza, bebidas energéticas, condones, botanas, entre otros artículos, algunos en broma le decían el hospital, porque ahí todos se quejaban.

Lee también: Desde 150 hasta 3 mil pesos, moteles en el Día del Amor

Este inmueble tenía la ventaja de ser pionero en el ramo en la zona poniente del puerto de Acapulco, toda vez que la mayoría de los hoteles de paso se encontraban por el Fraccionamiento Las Playas y el área de Caleta, donde existía una fuerte competencia y ya no eran tan “seguros” para algunos clientes.

En contraparte, el motel La Luna, acaparaba a las parejas que buscaban un momento de intimidad por un rato en un lugar alejado de las vistas indiscretas, además por su cercanía con el centro, así como de colonias a la redonda y las tres secciones de la Jardín, por eso tuvo sus mejores tiempos en la década de los 90´s, fecha en que se daba el lujo de rechazar clientela.

Un detalle que llamaba la atención era que en la entrada se construyó una especie de glorieta de acceso exclusivo de vehículos y servía para una salida discreta, así que esto permitía que ingresaran sin el riesgo de llamar la atención y retirarse incorporándose a la Calzada, para doblar metros adelante y retornar a la ciudad o tomar una calle que se localiza metros adelante que sale por Mozimba.

Acaparaba a las parejas que buscaban un momento de intimidad por un rato en un lugar alejado. / Foto: Martín Gómez | El Sol de Acapulco

Sorpresivamente, en el 2019 cerró, para hacer una remodelación y cuando vino la pandemia del Covid-19, suspendió el servicio y trascendió que ya no volvió abrir, se ignora si fue por el tema de la inseguridad, lo cierto es que permaneció cerrado y hubo vecinos del lugar, que comentaban que el propietario estaba haciendo trabajos de remodelación.

Sin embargo, a la fecha no hay signos de que se esté trabajando en la mejora del inmueble, como una forma de mantener intactas las memorias, la historia y la identidad de este emblemático motel, que, de ya no volver abrir sus puertas, se sumará a otras estructuras urbanas que también dejaron de operar.

Tal y como ocurrió con el hotel Los Pericos, El Mejicano, entre otros, que también tuvieron su época dorada en el siglo pasado, pero que finalmente dejaron de operar debido a la problemática de la violencia y a la baja de corrientes de turistas, los cuales hoy son víctimas del tiempo y el olvido.

Hace apenas unos años el Motel La Luna, ubicado sobre la Calzada Pie de la Cuesta en Granjas Mozimba, prestaba servicio de hospedería de paso y sorpresivamente cerró sus puertas, sin que se sepa si volverá abrir o si el inmueble será puesto a la venta.

Su ubicación, era idónea para los clientes que buscaban discreción y no estar expuestos al morbo de la gente, por lo que tuvo mucha demanda a finales de los 90´s y parte del nuevo milenio, que fue cuando literal no había habitaciones disponibles.

Algunos de los que fueron clientes, cuya identidad se reserva, coinciden que al igual que otros moteles de paso, ofrecía cuartos con aire acondicionado, televisión por cable con películas para adultos, servicio a la habitación y podía ser por tres horas o bien por día, con su respectivo cajón para estacionarse en cada recámara.

Las habitaciones estaban limpias, había un gran espejo y un teléfono para solicitar servicio al cuarto, se podía pedir desde cerveza, bebidas energéticas, condones, botanas, entre otros artículos, algunos en broma le decían el hospital, porque ahí todos se quejaban.

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Este inmueble tenía la ventaja de ser pionero en el ramo en la zona poniente del puerto de Acapulco, toda vez que la mayoría de los hoteles de paso se encontraban por el Fraccionamiento Las Playas y el área de Caleta, donde existía una fuerte competencia y ya no eran tan “seguros” para algunos clientes.

En contraparte, el motel La Luna, acaparaba a las parejas que buscaban un momento de intimidad por un rato en un lugar alejado de las vistas indiscretas, además por su cercanía con el centro, así como de colonias a la redonda y las tres secciones de la Jardín, por eso tuvo sus mejores tiempos en la década de los 90´s, fecha en que se daba el lujo de rechazar clientela.

Un detalle que llamaba la atención era que en la entrada se construyó una especie de glorieta de acceso exclusivo de vehículos y servía para una salida discreta, así que esto permitía que ingresaran sin el riesgo de llamar la atención y retirarse incorporándose a la Calzada, para doblar metros adelante y retornar a la ciudad o tomar una calle que se localiza metros adelante que sale por Mozimba.

Acaparaba a las parejas que buscaban un momento de intimidad por un rato en un lugar alejado. / Foto: Martín Gómez | El Sol de Acapulco

Sorpresivamente, en el 2019 cerró, para hacer una remodelación y cuando vino la pandemia del Covid-19, suspendió el servicio y trascendió que ya no volvió abrir, se ignora si fue por el tema de la inseguridad, lo cierto es que permaneció cerrado y hubo vecinos del lugar, que comentaban que el propietario estaba haciendo trabajos de remodelación.

Sin embargo, a la fecha no hay signos de que se esté trabajando en la mejora del inmueble, como una forma de mantener intactas las memorias, la historia y la identidad de este emblemático motel, que, de ya no volver abrir sus puertas, se sumará a otras estructuras urbanas que también dejaron de operar.

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