/ sábado 21 de octubre de 2023

Macario Luviano, excepcional músico orgullosamente de Tecpan

Promotor de ritmos como el jazz, cumbia y afroantillanos, siempre buscó dar a conocer y fomentar las costumbres y tradiciones tecpanecas

Guerrero fue la cuna de uno de los músicos más importantes que promovió el jazz y los ritmos afroantillanos, se trata del maestro Macario Luviano Ruiz, quien no solo brilló por su talento musical, se distinguió además por promover y fomentar las tradiciones y costumbres de su tierra: Tecpan de Galeana.

Lamentablemente su legado es poco conocido; las nuevas generaciones poco saben del maestro que nació un 25 de junio de 1936, en Tecpan, región de la Costa Grande. Se distinguió porque desde niño mostró su gusto por la música, tan es así, que a los 13 años de edad formó el “Son Clave Azul”.

Eso, sí, sin descuidar la escuela. En 1952 lo enviaron al municipio de Chilapa de Álvarez, bajo la tutela musical del maestro Valle, que constató su pericia musical y moldeó su formación como músico. Aprendió a tocar todos los instrumentos con gran habilidad, pero también aprendió a interpretar los géneros, como la salsa, el mambo y el cha cha chá.

Lea también: El Machete Costeño | Recordando al Maestro Macario Luviano Ruiz

El músico Baltazar Hidalgo Bibiano, quien tuvo la oportunidad de alternar con él y disfrutar también de talento musical en sus presentaciones, lo describe como un hombre que siempre defendió las tradiciones y costumbres de Tecpan de Galeana.

La mejor manera fue a través de promover a su pueblo y perpetuar la música original de las siete danzas folklóricas, pues su objetivo fue que las generaciones futuras las siguieran y las abrazaran, por eso siempre aprovechaba en sus actuaciones para sembrar la cultura tecpaneca.

Es preciso decir que la aventura del maestro Macario Luviano inició cuando siendo aún joven viajó al puerto de Acapulco, en donde tuvo la oportunidad de conocer a otro gran guerrerense el cantautor Tadeo Arredondo, a quien acompañó e hizo arreglos a algunas de sus composiciones.

El músico Baltazar Hidalgo Bibiano, quien tuvo la oportunidad de alternar con él, lo describe como un hombre que siempre defendió las tradiciones y costumbres de Tecpan de Galeana. /Foto: Abraham Martínez | El Sol de Acapulco.


Pero no fue al único con quien tuvo la oportunidad de trabajar, pues cuando probó suerte en la Ciudad de México, trabajó con directores de orquestas y artistas que en esos momentos brillaban en el ambiente musical de la talla de Pablo Beltrán Ruiz y Armando Manzanero; así como a los estadounidenses Judy Broch y Jaqueline France.

A todos ellos les hizo arreglos y acompañó a importantes voces como Pedro Vargas, José José, Marco Antonio Muñiz, María Victoria, y Trini López, por citar solo algunos, incluso, hasta su muerte, conservó la amistad con uno de los románticos del bolero conocido como el “Lujo de México”.

Baltazar Hidalgo refiere que los cronistas coinciden que a su regreso al puerto de Acapulco, se inclinó por el jazz, ritmo internacional atrayente del momento en los años 60´s y 70´s. En esos tiempos este balneario del Pacifico empezaba a conocerse como la ventana de México al mundo, por lo que lo más granado del mundo llegaba a disfrutar sus atractivos naturales.

Fue en esa época que acompaño a varios grupos musicales, pero su intención era triunfar y se animó a probar suerte en los Estados Unidos, con base en Chicago con el género del jazz y compitió con otras bandas, visitó Flint, Nueva York, Detroit y Pontiac.

Satisfecho por lo logrado, regresó al puerto y formó varios grupos musicales, pero al final se decidió por integrar a talentosos músicos a su propio grupo musical que bautizo como La Kiyumba, con ellos hizo varias presentaciones.

Tiempo después, los contrataron de la cadena hotelera Hyatt Hotel y con su saxofón realizó una gira en Japón y Hong Kong. A su retorno al país, Armando Manzanero le pidió grabar para la disquera “América” y acompañó a José José, éste último se declaró un gran admirador de su talento musical.

Con talentosos músicos formó su propio grupo musical que bautizo como La Kiyumba. /Foto: Abraham Martínez | El Sol de Acapulco.

En la ciudad de México, trabajó con Tino Contreras en El Club Señorial, luego con la Sonora Santanera. Todos deseaban su acompañamiento musical. Tocó los ritmos del cha-cha-chá y el danzón con Celia Cruz, Celio González y Bienvenido Granda, cantantes más reconocidos del momento.

De nuevo en Acapulco, con su grupo La Kiyumba, trabajó en hoteles y espectáculos artísticos que traían una cadena de televisión, siempre provocando con sus ritmos un ambiente de fiesta, pero empezó a decaer el Acapulco dorado, por lo que empezó a actuar en restaurantes como “El Flaco de Oro”, donde tocaba el piano.

En su vasta carrera musical, dejó gratos recuerdos y los acapulqueños de aquel entonces tuvieron la oportunidad de disfrutar de uno de los grandes arreglistas que ha dado Guerrero, se destacó también como fundador y promotor del Festival Internacional de Jazz en el puerto de Acapulco.

Nunca olvidó a su pueblo; fue animador de la fiesta de San Bartolomé (santo patrón de Técpan), así como de las posadas y el día de la Virgen, hasta que el 7 de abril de 1998, cuando por una insuficiencia renal dejó de existir y sus restos reposan en el panteón de Tecpan de Galeana.

Guerrero fue la cuna de uno de los músicos más importantes que promovió el jazz y los ritmos afroantillanos, se trata del maestro Macario Luviano Ruiz, quien no solo brilló por su talento musical, se distinguió además por promover y fomentar las tradiciones y costumbres de su tierra: Tecpan de Galeana.

Lamentablemente su legado es poco conocido; las nuevas generaciones poco saben del maestro que nació un 25 de junio de 1936, en Tecpan, región de la Costa Grande. Se distinguió porque desde niño mostró su gusto por la música, tan es así, que a los 13 años de edad formó el “Son Clave Azul”.

Eso, sí, sin descuidar la escuela. En 1952 lo enviaron al municipio de Chilapa de Álvarez, bajo la tutela musical del maestro Valle, que constató su pericia musical y moldeó su formación como músico. Aprendió a tocar todos los instrumentos con gran habilidad, pero también aprendió a interpretar los géneros, como la salsa, el mambo y el cha cha chá.

Lea también: El Machete Costeño | Recordando al Maestro Macario Luviano Ruiz

El músico Baltazar Hidalgo Bibiano, quien tuvo la oportunidad de alternar con él y disfrutar también de talento musical en sus presentaciones, lo describe como un hombre que siempre defendió las tradiciones y costumbres de Tecpan de Galeana.

La mejor manera fue a través de promover a su pueblo y perpetuar la música original de las siete danzas folklóricas, pues su objetivo fue que las generaciones futuras las siguieran y las abrazaran, por eso siempre aprovechaba en sus actuaciones para sembrar la cultura tecpaneca.

Es preciso decir que la aventura del maestro Macario Luviano inició cuando siendo aún joven viajó al puerto de Acapulco, en donde tuvo la oportunidad de conocer a otro gran guerrerense el cantautor Tadeo Arredondo, a quien acompañó e hizo arreglos a algunas de sus composiciones.

El músico Baltazar Hidalgo Bibiano, quien tuvo la oportunidad de alternar con él, lo describe como un hombre que siempre defendió las tradiciones y costumbres de Tecpan de Galeana. /Foto: Abraham Martínez | El Sol de Acapulco.


Pero no fue al único con quien tuvo la oportunidad de trabajar, pues cuando probó suerte en la Ciudad de México, trabajó con directores de orquestas y artistas que en esos momentos brillaban en el ambiente musical de la talla de Pablo Beltrán Ruiz y Armando Manzanero; así como a los estadounidenses Judy Broch y Jaqueline France.

A todos ellos les hizo arreglos y acompañó a importantes voces como Pedro Vargas, José José, Marco Antonio Muñiz, María Victoria, y Trini López, por citar solo algunos, incluso, hasta su muerte, conservó la amistad con uno de los románticos del bolero conocido como el “Lujo de México”.

Baltazar Hidalgo refiere que los cronistas coinciden que a su regreso al puerto de Acapulco, se inclinó por el jazz, ritmo internacional atrayente del momento en los años 60´s y 70´s. En esos tiempos este balneario del Pacifico empezaba a conocerse como la ventana de México al mundo, por lo que lo más granado del mundo llegaba a disfrutar sus atractivos naturales.

Fue en esa época que acompaño a varios grupos musicales, pero su intención era triunfar y se animó a probar suerte en los Estados Unidos, con base en Chicago con el género del jazz y compitió con otras bandas, visitó Flint, Nueva York, Detroit y Pontiac.

Satisfecho por lo logrado, regresó al puerto y formó varios grupos musicales, pero al final se decidió por integrar a talentosos músicos a su propio grupo musical que bautizo como La Kiyumba, con ellos hizo varias presentaciones.

Tiempo después, los contrataron de la cadena hotelera Hyatt Hotel y con su saxofón realizó una gira en Japón y Hong Kong. A su retorno al país, Armando Manzanero le pidió grabar para la disquera “América” y acompañó a José José, éste último se declaró un gran admirador de su talento musical.

Con talentosos músicos formó su propio grupo musical que bautizo como La Kiyumba. /Foto: Abraham Martínez | El Sol de Acapulco.

En la ciudad de México, trabajó con Tino Contreras en El Club Señorial, luego con la Sonora Santanera. Todos deseaban su acompañamiento musical. Tocó los ritmos del cha-cha-chá y el danzón con Celia Cruz, Celio González y Bienvenido Granda, cantantes más reconocidos del momento.

De nuevo en Acapulco, con su grupo La Kiyumba, trabajó en hoteles y espectáculos artísticos que traían una cadena de televisión, siempre provocando con sus ritmos un ambiente de fiesta, pero empezó a decaer el Acapulco dorado, por lo que empezó a actuar en restaurantes como “El Flaco de Oro”, donde tocaba el piano.

En su vasta carrera musical, dejó gratos recuerdos y los acapulqueños de aquel entonces tuvieron la oportunidad de disfrutar de uno de los grandes arreglistas que ha dado Guerrero, se destacó también como fundador y promotor del Festival Internacional de Jazz en el puerto de Acapulco.

Nunca olvidó a su pueblo; fue animador de la fiesta de San Bartolomé (santo patrón de Técpan), así como de las posadas y el día de la Virgen, hasta que el 7 de abril de 1998, cuando por una insuficiencia renal dejó de existir y sus restos reposan en el panteón de Tecpan de Galeana.

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