El paso del huracán Otis ha marcado una nueva dinámica en la relación entre los habitantes de Acapulco y Chilpancingo, porque tras el desastre natural la capital se convirtió en el refugio de cientos de acapulqueños, que la han convertido en el principal punto de comercio y de comunicación con el centro del país.
Días después de que el huracán impactara en las costas de Guerrero, y dejara cuantiosos daños en el máximo exponente del turismo en la entidad, Chilpancingo recibió a cientos de damnificados que buscaban víveres y alojamiento para sus familia en la ciudad.
Los primeros días fueron jornadas caóticas, en una ciudad sin planificación urbana que a duras penas tiene la capacidad para brindar movilidad y espacios públicos para sus propios ciudadanos.
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Primero fue la saturación de estaciones de gasolina y seguido pasó en tiendas departamentales, mercados, farmacias y cualquier tipo de comercio que pudiera ofrecer productos de primera necesidad.
Se volvió habitual que por avenidas y calles de Chilpancingo se encontraran vehículos del transporte público de Acapulco, principalmente taxis y las conocidas “camionetitas”.
En los días posteriores, siguió el éxodo de cientos de pobladores que en Chilpancingo buscaron departamentos, cuartos y habitaciones de hotel para pasar la etapa más dura, la recuperación del puerto.
Vía redes sociales, usuarios utilizaron memes para bromear acerca de que la capital había dejado de ser Chilpancingo y se había convertido en Acapulcingo, es decir, una fusión entre los nombres de ambos municipios.
En este periodo de recuperación de Acapulco, son cientos de pobladores quienes continuan viajando a Chilpancingo a surtirse con artículos de calidad que se producen en la zona centro, donde productores del medio rural marcan la pauta en la alimentación de las zonas urbanas.
Esta ruta comercial que ha surgido entre Acapulco y Chilpancingo, se debe a la cercanía que existe entre ambas ciudades, y también porque la Autopista, la principal vía de comunicación opera en forma gratuita de manera indefinida, lo que facilita el ir y venir.
En lo superficial, se tiene una perspectiva de que ambas ciudades son dos polos opuestas, que hacen contraste en lo conservador y en lo liberal, aunque en lo profundo, existe un vínculo de hermanamiento, familias mezcladas por diferentes circunstancias.
