Las sorpresas del Papa Francisco en Colombia

Corrió como reguero de pólvora que recibiría en Colombia a unos invitados especiales

María Antonieta Collins

  · jueves 7 de septiembre de 2017

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Desde Bogotá…

El Papa Francisco hizo arquear las cejas de los vaticanistas a bordo del avión papal al iniciar el viaje a Colombia, cuando sorpresivo e inesperado como es, desde el avión papal en ruta a Colombia dijo algo: “Recemos por Venezuela”.

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Al margen de la bienvenida multitudinaria en la capital colombiana, de la música maravillosa que le llamó la atención, quienes conocen al sumo pontífice sabían que tenía una sorpresa reservada, y de la que no se había hablado: El encuentro privadísimo con los obispos venezolanos, fuera de protocolo, en la sacristía de la misa campal del Parque Simón Bolívar.

Los entretelones eran más que claros: Francisco no dejaría pasar la oportunidad, sobre todo, estando geográficamente tan cerca de la tierra del “Alma llanera y el Arauca vibrador”.

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No en balde dos nuncios han estado involucrados activamente. Uno, Monseñor Celli que fuera cabeza de la Secretaría de Comunicaciones vaticanas, y el otro, el secretario de Estado vaticano, Pietro Parolin, quien estaría jugando un papel más que clave por una poderosa razón: fue Nuncio en Venezuela durante el gobierno de Hugo Chávez y conoce perfectamente la situación política y su manejo para lograr algo. Habla además un perfecto español que le hace comunicarse fácilmente con todos los involucrados que le respetan.

En la aérea sala de prensa vaticana corrió como reguero de pólvora que el Papa recibiría en Colombia a unos invitados especiales, y pronto, extraoficialmente, la vaticanista argentina María Inés San Martin, de la revista Crux, gracias a sus contactos logró la certificación del encuentro de Francisco con los combativos obispos venezolanos.

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Las palabras fueron claves: “Encuentro” es más que “saludo” y el episcopado venezolano fue invitado a venir a la vecina Colombia para un encuentro, no únicamente para saludarse, darse la mano, tomarse una foto y despedirse. No, ellos vinieron con una razón y un propósito: que el Papa escuchara de viva voz aquello que quizá lo haga involucrarse activamente”.

Conociendo al combativo cardenal Jorge Liberato Uroza, que lidera la conferencia episcopal venezolana, las opciones que se ofrecieron al Papa Francisco fueron reales y de peso, a pesar de los ataques descarnados que han tenido que sufrir por estar tratando de encontrar una salida negociada a la crisis de su país.

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Mientras tanto aquí las sorpresas no paran.

Comenzaron como nos dijera el presidente Juan Manuel Santos, con Emmanuel, “el niño de la guerra” que saludó al Papa y que no era otro que el hijo de Clara Rojas, secuestrada por las FARC durante cinco años. Nacido en el cautiverio de su madre, Emmanuel hoy representa a miles de colombianos, víctimas de medio siglo de una guerra cruenta.

Recordé entonces las palabras, esta semana en el Vaticano, con el cardenal Oscar Andrés Rodríguez Maradiaga, coordinador del “G-9” -el consejo de cardenales que asesoran cercanamente al Papa-.

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“Nadie puede imaginar la alegría del Papa por estar en Colombia. No se trata solamente de un viaje apostólico, sino un viaje de paz. La presencia del santo padre va a sellar ese punto tan importante en la historia de Colombia, que es terminar con cincuenta años de una guerra irracional completamente”.

Lo que suceda aquí es impredecible porque Francisco es un Papa de reacciones instantáneas al que motivan los sentimientos de los pobres y marginados, que en esta visita tendrán lugar preponderante. Para muestra predica con el ejemplo.

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En su comitiva viaja anónimamente un empleado vaticano que requiere una importante carta credencial: ser muy pobre, que nunca haya viajado en vacaciones y a quien se le ofrece un sitio en el avión papal, en la zona de la comitiva para un viaje que nunca podrá olvidar. Lo ha hecho ya en sus veinte viajes. Colombia no ha sido la excepción.

¿Qué más depara el factor Francisco? Solo los próximos días lo podrán decir…

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