/ miércoles 29 de septiembre de 2021

Entre el paisaje, sobrevive rara palmera siamesa en Chilpancingo 

De acuerdo con expertos las palmeras no son árboles, son plantas que crecen altas

Mudo testigo de la transformación que ha tenido Chilpancingo en el último siglo, plantada en una jardinera de la avenida Benito Juárez, muy cerca de la alameda Granados Maldonado, mimetizada dentro del paisaje urbano y casi imperceptible para la población se encuentra una palmera de coco “siamesa”, una especie que por su rareza sería comparable con una persona de dos cabezas.

Esta fue plantada hace casi un siglo en este lugar y aunque no es el clima y altura apropiada para la especie se ha adaptado muy bien.

Lee también: Pese a pandemia, Guerrero se mantiene con buena producción de coco

De acuerdo con expertos las palmeras no son árboles, son plantas que crecen altas, pues su tronco no se engrosa con los años y no desarrolla los anillos que permite saber la edad de un árbol que sea cortado, en este caso la palmera siamesa tiene más de 10 metros de altura y habría sido sembrada en la época post revolucionaria, cuando esta zona de Chilpancingo era la orilla de la población.

Anarsis Palmira Pacheco Pólito, relató que la palmera la sembró su abuelo Gilberto Pólito Guevara, quien fue oriundo de la comunidad de Zoyatepec, dueño de una hacienda que se perdió porque fue expropiada como resultado de la Revolución, al haber perdido sus tierras se trasladó a Chilpancingo y de allá se trajo la palmera que había encontrado en sus tierras.

La palmera siamesa tiene más de 10 metros de altura y habría sido sembrada en la época post revolucionaria. | Abel Miranda | El Sol de Acapulco

“El la trajo y la plantó en la calle para que todos la vieran al pasar e incluso fuera un referente de la calle o de Chilpancingo pues se trata de una palmera sin igual que se encuentra frente a la casa que construyó para mis tías que ya fallecieron”.

Pacheco Pólito quien es originaria de Zihuatanejo, se trasladó a Chilpancingo para estudiar en la Universidad Autónoma de Guerrero y cuenta que cuando llegó se quedó impresionada de conocer la palma de la que tanto le hablaron sus tías, pero se entristeció de ver lo maltratada que estaba, pues sobre ella había letreros clavados, se utilizaba para colgar anuncios de bailes, le clavaban focos navideños y en su base la gente depositaba bolsas de basura, por ello decidió emprender una campaña de atención a la palmera y logró que hoy no tenga nada clavado y ya no dejen ahí la basura.

La mujer envió documentos al gobierno municipal que en ese tiempo encabezaba Mario Moreno para pedirle que se hiciera alguna acción para dignificar la jardinera en que se encuentra la palma y que se le pusiera una placa conmemorativa, pues se trata de una planta con 100 años de edad, muy rara y que la mayoría de la gente ni siquiera mira o sabe que existe, lamentablemente el edil nunca le contestó.

A lo que pareciera ser el tronco de la palmera se le conoce como estípite y está formado por los restos de las hojas de las generaciones anteriores, es decir las hojas salen de la palmera y van conformando, cuando se podan, lo que nosotros consideramos como tronco, en este caso han sido tantos los años y las hojas que se han caído que el árbol alcanza más de 10 metros de altura.

Las palmeras crecen de forma recta, conforme van saliendo hojas en su parte superior y se caen las que se localizan en la parte más bajas, siempre lo hacen en forma recta y sólo en muy pero muy escasas ocasiones llegan a tener una ramificación como la que se presentó en Chilpancingo

De acuerdo con información recabada en internet la palmera siamesa es muy rara pero no única, existen otras incluso dentro del país, una de estas en la ciudad de Heroica Caborca en el estado de Sonora, donde un hotel se promociona ofreciendo conocer una palmera similar aunque de un tamaño mucho menor a la nuestra, “venga a conocer nuestra palmera siamesa una de las pocas que existen en el mundo”, dice su publicidad.

En una gran parte del tronco se le ha caído la corteza. | Abel Miranda | El Sol de Acapulco

La palmera sobrevive sin ningún tipo de cuidado incluso sus hojas que se le desprendieron se quedan atoradas en otros árboles o en cables de energía eléctrica, su estirpe presenta hoyos que le han hecho pájaros y en una gran parte se le ha caído la corteza, sin embargo, su vitalidad se nota en las hojas que son verdes y grandes.

En la avenida Juárez no existe ninguna referencia de que tengamos un espécimen tan raro como lo es una palmera siamesa, en páginas oficiales del gobierno o promociones turísticas que se han elaborado de la capital no existe una referencia para tan importante planta.

Cabe señalar que el clima y humedad son idóneos para el desarrollo de las palmeras de coco son las zonas tropicales que ofrecen mayor calor y humedad, por ello las costas de nuestro estado se encuentran llenas de huertas de cocotero, sin embargo, en ninguna existe un espécimen igual al que tenemos en Chilpancingo, mismo que sobrevive adaptándose a un clima templado, con poca tierra dentro de una jardinera y siendo mudo testigo de los cambios que sufre nuestra ciudad.

“La palmera nunca dio cocos, pero ha servido muy bien para que algunas aves ahí fabrican sus nidos, y el vivir frente a la palma me dio la oportunidad de ver un nido de cotorros donde nacieron crías de estas hermosas aves”, concluyó Anarsis Palmira.

Mudo testigo de la transformación que ha tenido Chilpancingo en el último siglo, plantada en una jardinera de la avenida Benito Juárez, muy cerca de la alameda Granados Maldonado, mimetizada dentro del paisaje urbano y casi imperceptible para la población se encuentra una palmera de coco “siamesa”, una especie que por su rareza sería comparable con una persona de dos cabezas.

Esta fue plantada hace casi un siglo en este lugar y aunque no es el clima y altura apropiada para la especie se ha adaptado muy bien.

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De acuerdo con expertos las palmeras no son árboles, son plantas que crecen altas, pues su tronco no se engrosa con los años y no desarrolla los anillos que permite saber la edad de un árbol que sea cortado, en este caso la palmera siamesa tiene más de 10 metros de altura y habría sido sembrada en la época post revolucionaria, cuando esta zona de Chilpancingo era la orilla de la población.

Anarsis Palmira Pacheco Pólito, relató que la palmera la sembró su abuelo Gilberto Pólito Guevara, quien fue oriundo de la comunidad de Zoyatepec, dueño de una hacienda que se perdió porque fue expropiada como resultado de la Revolución, al haber perdido sus tierras se trasladó a Chilpancingo y de allá se trajo la palmera que había encontrado en sus tierras.

La palmera siamesa tiene más de 10 metros de altura y habría sido sembrada en la época post revolucionaria. | Abel Miranda | El Sol de Acapulco

“El la trajo y la plantó en la calle para que todos la vieran al pasar e incluso fuera un referente de la calle o de Chilpancingo pues se trata de una palmera sin igual que se encuentra frente a la casa que construyó para mis tías que ya fallecieron”.

Pacheco Pólito quien es originaria de Zihuatanejo, se trasladó a Chilpancingo para estudiar en la Universidad Autónoma de Guerrero y cuenta que cuando llegó se quedó impresionada de conocer la palma de la que tanto le hablaron sus tías, pero se entristeció de ver lo maltratada que estaba, pues sobre ella había letreros clavados, se utilizaba para colgar anuncios de bailes, le clavaban focos navideños y en su base la gente depositaba bolsas de basura, por ello decidió emprender una campaña de atención a la palmera y logró que hoy no tenga nada clavado y ya no dejen ahí la basura.

La mujer envió documentos al gobierno municipal que en ese tiempo encabezaba Mario Moreno para pedirle que se hiciera alguna acción para dignificar la jardinera en que se encuentra la palma y que se le pusiera una placa conmemorativa, pues se trata de una planta con 100 años de edad, muy rara y que la mayoría de la gente ni siquiera mira o sabe que existe, lamentablemente el edil nunca le contestó.

A lo que pareciera ser el tronco de la palmera se le conoce como estípite y está formado por los restos de las hojas de las generaciones anteriores, es decir las hojas salen de la palmera y van conformando, cuando se podan, lo que nosotros consideramos como tronco, en este caso han sido tantos los años y las hojas que se han caído que el árbol alcanza más de 10 metros de altura.

Las palmeras crecen de forma recta, conforme van saliendo hojas en su parte superior y se caen las que se localizan en la parte más bajas, siempre lo hacen en forma recta y sólo en muy pero muy escasas ocasiones llegan a tener una ramificación como la que se presentó en Chilpancingo

De acuerdo con información recabada en internet la palmera siamesa es muy rara pero no única, existen otras incluso dentro del país, una de estas en la ciudad de Heroica Caborca en el estado de Sonora, donde un hotel se promociona ofreciendo conocer una palmera similar aunque de un tamaño mucho menor a la nuestra, “venga a conocer nuestra palmera siamesa una de las pocas que existen en el mundo”, dice su publicidad.

En una gran parte del tronco se le ha caído la corteza. | Abel Miranda | El Sol de Acapulco

La palmera sobrevive sin ningún tipo de cuidado incluso sus hojas que se le desprendieron se quedan atoradas en otros árboles o en cables de energía eléctrica, su estirpe presenta hoyos que le han hecho pájaros y en una gran parte se le ha caído la corteza, sin embargo, su vitalidad se nota en las hojas que son verdes y grandes.

En la avenida Juárez no existe ninguna referencia de que tengamos un espécimen tan raro como lo es una palmera siamesa, en páginas oficiales del gobierno o promociones turísticas que se han elaborado de la capital no existe una referencia para tan importante planta.

Cabe señalar que el clima y humedad son idóneos para el desarrollo de las palmeras de coco son las zonas tropicales que ofrecen mayor calor y humedad, por ello las costas de nuestro estado se encuentran llenas de huertas de cocotero, sin embargo, en ninguna existe un espécimen igual al que tenemos en Chilpancingo, mismo que sobrevive adaptándose a un clima templado, con poca tierra dentro de una jardinera y siendo mudo testigo de los cambios que sufre nuestra ciudad.

“La palmera nunca dio cocos, pero ha servido muy bien para que algunas aves ahí fabrican sus nidos, y el vivir frente a la palma me dio la oportunidad de ver un nido de cotorros donde nacieron crías de estas hermosas aves”, concluyó Anarsis Palmira.

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